Algunos pacientes con asma pueden mostrar menos tolerancia al ejercicio debido al empeoramiento de los síntomas de su enfermedad cuando realizan ejercicios, o a otros motivos como la falta de una buena condición física. Este empeoramiento puede prevenirse con la práctica de deportes o intentando mantenerse en forma. Se han diseñado programas de entrenamiento físico para pacientes con asma para mejorar la condición física, la coordinación neuromuscular y la seguridad en sí mismos.
La revisión de los ensayos encontró que el entrenamiento con ejercicios (que incluye trote, gimnasia, ciclismo, natación, ejercicios con pesas y caminatas) fue bien tolerado por los pacientes de los estudios. Esta revisión también encontró que el entrenamiento físico mejoró la condición cardiopulmonar y mostró algunos efectos positivos en cuanto a la calidad de vida relacionada con la salud. Sin embargo, el entrenamiento físico no tuvo efectos significativos sobre la función pulmonar en reposo. En resumen, se debe alentar a los pacientes con asma estable a participar en la práctica regular de ejercicios dentro de sus posibilidades, sin temor a un empeoramiento de los síntomas del asma.
Esta revisión demostró que el entrenamiento físico produjo una mejoría significativa en la captación máxima de oxígeno, aunque no se observaron efectos en otras medidas de la función pulmonar. Los pacientes con asma en los estudios incluidos toleraron bien el entrenamiento físico, por lo que los pacientes con asma estable deben ser alentados a participar en el entrenamiento regular con ejercicios, sin temor a la exacerbación de los síntomas. Se necesitan más estudios de investigación para comprender los mecanismos por los cuales la actividad física tiene un impacto en el control del asma.
Los pacientes con asma pueden mostrar menor tolerancia al ejercicio debido al empeoramiento de los síntomas de la enfermedad durante el ejercicio, o a otros motivos como la falta de condición física debido a la inactividad. Algunos también pueden restringir las actividades por asesoramiento médico o por influencia familiar, lo cual puede dar lugar a una reducción en el buen estado físico. Los programas de entrenamiento físico intentan mejorar la condición física, la coordinación neuromuscular y la seguridad en sí mismos. Subjetivamente, muchos pacientes con asma informan que se sienten sintomáticamente mejor cuando se mantienen en forma, pero los resultados de los ensayos han variado y ha sido difícil compararlos debido a la diferencia en los diseños y protocolos de entrenamiento. Además, como el ejercicio puede inducir asma, debe considerarse la seguridad de los programas de ejercicio.
Comprender mejor el efecto del entrenamiento físico sobre la salud respiratoria y general de los pacientes con asma, a partir de ensayos aleatorios.
Se realizaron búsquedas en el registro especializado de ensayos del Grupo Cochrane de Vías Respiratorias (Cochrane Airways Group) hasta enero de 2013.
Se incluyeron los ensayos aleatorios en pacientes de ocho años de edad o más, con asma, que fueron asignados al azar a entrenamiento físico o ningún entrenamiento. El entrenamiento físico debía realizarse durante al menos 20 minutos, dos veces a la semana, durante al menos cuatro semanas.
Dos revisores evaluaron de forma independiente la elegibilidad para inclusión y el riesgo de sesgo de los estudios incluidos.
En esta revisión se incluyeron 21 estudios (772 participantes) y se identificaron dos estudios adicionales de 2012 como "en espera de clasificación". El entrenamiento físico fue bien tolerado y no se informaron efectos adversos. Ninguno de los estudios mencionó el empeoramiento de los síntomas de asma después del entrenamiento físico. El entrenamiento físico mejoró de manera notable el estado cardiopulmonar según lo medido mediante un aumento estadística y clínicamente significativo en la captación máxima de oxígeno (diferencia de medias [DM] 4,92 ml/kg/min; intervalo de confianza [IC] del 95%: 3,98 a 5,87; p < 0,00001; ocho estudios con 267 participantes); sin embargo, no se observaron efectos estadísticamente significativos en el volumen espiratorio forzado en un segundo (VEF1), la capacidad vital forzada (CVF), la ventilación por minuto en el ejercicio máximo (VEmax) o la tasa de flujo espiratorio máximo (TFEM). El metanálisis de cuatro estudios detectó un aumento estadísticamente significativo en la frecuencia cardíaca máxima, y luego de un análisis de sensibilidad y la eliminación de dos estudios se mantuvo la significación (DM 3,67 lpm; IC del 95%: 0,90 a 3,44; p = 0,01). Aunque no hubo datos suficientes para agrupar los resultados debido a las diversas herramientas de informe, hay algunas pruebas disponibles que indican que el entrenamiento físico puede tener efectos positivos sobre la calidad de vida relacionada con la salud, y cuatro de cinco estudios mostraron un beneficio estadística y clínicamente significativo.