La incontinencia urinaria consiste en la pérdida de orina al toser o hacer ejercicios (incontinencia urinaria de esfuerzo) o después de un deseo incontrolable de orinar (incontinencia urinaria de urgencia). En las mujeres que han pasado por la menopausia, los bajos niveles de estrógeno pueden contribuir a la incontinencia urinaria. La revisión encontró 34 ensayos que incluyeron más de 19 000 mujeres, de las cuales más de 9000 recibieron estrógeno. La revisión encontró que significativamente más mujeres que recibieron estrógeno local (vaginal) para la incontinencia informaron una mejora de los síntomas en comparación con placebo. No hubo evidencia sobre si los efectos beneficiosos continúan después de interrumpir el tratamiento, pero parece poco probable, ya que las mujeres volverían a tener niveles naturalmente bajos de estrógeno. Los ensayos que investigaron la administración sistémica (oral), por otra parte, encontraron que las mujeres informaron un empeoramiento de sus síntomas urinarios. La evidencia proviene principalmente de dos ensayos grandes que reclutaron a 17 642 mujeres con incontinencia. Los ensayos investigaron otros efectos del tratamiento de reemplazo hormonal además de la incontinencia, como la prevención de ataques cardíacos en mujeres con cardiopatía coronaria, fracturas óseas, cáncer de mama y colorrectal. Además, en un ensayo grande, fue más probable que las mujeres sin incontinencia al inicio desarrollaran esta afección. Puede haber riesgos por el uso a largo plazo de estrógenos sistémicos, como cardiopatías, accidentes cerebrovasculares y cáncer de mama y útero.
La incontinencia urinaria puede mejorar con el uso de un tratamiento local con estrógenos. Sin embargo, hubo poca evidencia de los ensayos sobre el período posterior a la finalización del tratamiento con estrógenos, y no se proporcionó información sobre los efectos a largo plazo de este tratamiento. Por el contrario, el tratamiento de reemplazo hormonal sistémico con estrógeno equino conjugado puede empeorar la incontinencia. Hubo muy pocos datos para abordar de manera fiable otros aspectos del tratamiento con estrógenos, como el tipo y dosis de estrógeno, y no hubo evidencia directa sobre la vía de administración. El riesgo de cáncer de endometrio y el cáncer de mama después de un uso prolongado indica que el tratamiento con estrógenos se debe administrar durante períodos limitados, en especial en las mujeres con un útero intacto.
Es posible que la deficiencia de estrógeno pueda ser un factor etiológico en la aparición de la incontinencia urinaria en las mujeres. Ésta es una actualización de una revisión Cochrane publicada por primera vez en 2003 y actualizada posteriormente en 2009.
Evaluar los efectos de los estrógenos locales y sistémicos para el tratamiento de la incontinencia urinaria.
Se realizaron búsquedas en el Registro Especializado de Ensayos Controlados del Grupo Cochrane de Incontinencia (Cochrane Incontinence Group) (búsqueda 21 de junio 2012) que incluye búsquedas en MEDLINE, el Registro Cochrane Central de Ensayos Controlados (Cochrane Central Register of Controlled Trials, CENTRAL) y búsquedas manuales en revistas y actas de congresos, y en las listas de referencias de los artículos pertinentes.
Ensayos controlados aleatorizados o cuasialeatorizados que incluyeron estrógenos en al menos un brazo, en las mujeres con diagnóstico sintomático o urodinámico de incontinencia urinaria de esfuerzo, de urgencia o mixta, u otros síntomas urinarios de la menopausia.
Los autores de la revisión evaluaron los ensayos en cuanto al riesgo de sesgo y la idoneidad para su inclusión. Al menos dos autores extrajeron los datos y los verificaron de forma cruzada. Se realizaron análisis de subgrupos al agrupar a las participantes en administración local o sistémica. Cuando fue apropiado se realizó un metanálisis.
Se identificaron 34 ensayos que incluyeron aproximadamente 19 676 mujeres con incontinencia, de las cuales 9599 recibieron tratamiento con estrógenos (1464 participaron en ensayos de administración local de estrógenos vaginales). Los tamaños de las muestras de los estudios variaron entre 16 y 16 117 mujeres. Los ensayos administraron combinaciones variables del tipo de estrógeno, la dosis, la duración del tratamiento y la duración del seguimiento. Los datos de resultado no se informaron de manera consistente y solo estuvieron disponibles para una minoría de los resultados.
El resultado combinado de seis ensayos de administración sistémica (de estrógenos sistémicos orales) resultó en una peor incontinencia que con placebo (riesgo relativo [RR] 1,32; IC del 95%: 1,17 a 1,48). En este resultado tuvo una fuerte ponderación un subgrupo de mujeres del ensayo de Hendrix, que incorporó un gran número de participantes y tuvo un seguimiento prolongado de un año. todas las mujeres habían recibido una histerectomía y el tratamiento administrado fue el estrógeno equino conjugado. El resultado para las mujeres con un útero intacto, que recibieron estrógeno y el progestágeno combinados, también mostró un empeoramiento estadísticamente significativo de la incontinencia (RR 1,11; IC del 95%: 1,04 a 1,18).
Hubo alguna evidencia de que los estrógenos administrados localmente (por ejemplo, cremas o pesarios vaginales) pueden mejorar la incontinencia (RR 0,74; IC del 95%: 0,64 a 0,86). En general, hubo aproximadamente una a dos evacuaciones menos en 24 horas entre las mujeres tratadas con estrógeno local, y hubo menos polaquiuria y tenesmo. No se informaron eventos adversos graves, aunque algunas mujeres presentaron manchado (spotting) vaginal, sensibilidad mamaria o náuseas.
En un estudio grande, fue más probable que las mujeres que no presentaban incontinencia y recibieron tratamiento de reemplazo de estrógenos sistémico, con o sin progestágenos, por motivos diferentes a la incontinencia urinaria, informaran una nueva incontinencia urinaria.
Un ensayo pequeño mostró que las mujeres tuvieron más probabilidades de tener una mejora en la incontinencia después del entrenamiento muscular del suelo pélvico (EMPP) que con el tratamiento local con estrógenos (RR 2,30; IC del 95%: 1,50 a 3,52).
Los datos fueron demasiado pocos para abordar las preguntas sobre los estrógenos en comparación con o en combinación con otros tratamientos, diferentes tipos de estrógeno o diferentes modalidades de administración.
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