El rechazo agudo es un problema importante en el período inicial posterior al trasplante renal. Para prevenirlo se utilizan fármacos inmunosupresores. Los aRIL2, un tratamiento con anticuerpos más moderno, se pueden agregar a la inmunosupresión que ya recibe el paciente para reducir aún más el riesgo de rechazo. Esta revisión encontró que agregar aRIL2 redujo el riesgo de pérdida del trasplante o muerte con un trasplante en funcionamiento, el rechazo agudo y la neoplasia maligna temprana, pero no mejoró la supervivencia de los pacientes. Comparado con la ATG, otra posible alternativa de anticuerpos, el tratamiento con aRIL2 provocó menos enfermedad por CMV y neoplasia maligna y tuvo menos efectos secundarios, pero si bien no hubo diferencias en el rechazo agudo diagnosticado clínicamente, el tratamiento con aRIL2 dio lugar a más rechazos al año comprobados por biopsia.
Con un riesgo de rechazo del 38% por 100 receptores y en comparación con ningún tratamiento, nueve receptores necesitarían tratamiento con aRIL2 para prevenir que un receptor presente un rechazo, 42 para prevenir una pérdida del trasplante y 38 para prevenir una enfermedad por CMV durante el primer año posterior al trasplante. Comparado con el tratamiento con ATG, este último puede prevenir que algunos pacientes presenten un rechazo agudo, pero 16 receptores necesitarían aRIL2 para prevenir que uno presente CMV, y 58 necesitarían aRIL2 para prevenir una neoplasia maligna. No hay diferencias evidentes entre basiliximab y daclizumab. Los aRIL2 son tan efectivos como otros tratamientos con anticuerpos y sus efectos secundarios son significativamente menores.
Los antagonistas del receptor de interleucina 2 (aRIL2) se utilizan como tratamiento de inducción en la profilaxis del rechazo agudo en los receptores de trasplantes renales. El uso de aRIL2 ha aumentado de forma constante desde su introducción, pero la proporción de nuevos receptores de trasplantes que reciben aRIL2 difiere en todo el mundo; en el año 2007 el 27% de los nuevos receptores de trasplante renal en los Estados Unidos y el 70% en Australasia recibieron aRIL2.
Identificar y resumir de forma sistemática los efectos del uso de un aRIL2 como un agregado al tratamiento estándar o como una alternativa a otra estrategia de inducción de la inmunosupresión.
Se realizaron búsquedas en el registro especializado del Grupo Cochrane de Riñón (Cochrane Renal Group), en el Registro Cochrane Central de Ensayos Controlados (Cochrane Central Register of Controlled Trials) (CENTRAL), en MEDLINE y en EMBASE para identificar nuevos registros, y se estableció contacto con los autores de los informes incluidos para obtener aclaraciones cuando fue necesario.
Ensayos controlados aleatorizados (ECA) en todos los idiomas que compararan aRIL2 con placebo, ningún tratamiento, otro aRIL2 u otro tratamiento con anticuerpos.
Dos autores extrajeron y evaluaron los datos de forma independiente y las diferencias se resolvieron mediante discusión. Los datos dicotómicos se informaron como riesgo relativo (RR) y los resultados continuos como diferencia de medias (DM), con intervalos de confianza (IC) del 95%.
Se incluyeron 71 estudios (306 informes, 10 520 participantes). En los casos en que se compararon los aRIL2 con placebo (32 estudios; 5854 pacientes), la pérdida del trasplante, incluida la muerte con un trasplante en funcionamiento, se redujo en un 25% a los seis meses (16 estudios: RR 0,75; IC del 95%: 0,58 a 0,98) y al año (24 estudios: RR 0,75; IC del 95%: 0,62 a 0,90), pero no más allá. El rechazo agudo al año comprobado por biopsia se redujo un 28% (14 estudios: RR 0,72; IC del 95%: 0,64 a 0,81) y hubo una reducción del 19% en la enfermedad por CMV (13 estudios: RR 0,81; IC del 95%: 0,68 a 0,97). Hubo una reducción del 64% de la neoplasia maligna temprana en el transcurso de los seis meses (ocho estudios: RR 0,36; IC del 95%: 0,15 a 0,86) y la creatinina fue menor (siete estudios: DM -8,18 µmol/l; IC del 95%: -14,28 a -2,09) pero estas diferencias no se mantuvieron.
Cuando los aRIL2 se compararon con ATG (18 estudios; 1844 participantes), no hubo diferencias en la pérdida del trasplante en ningún punto temporal ni en el rechazo agudo diagnosticado clínicamente, pero hubo un efecto beneficioso del tratamiento con ATG sobre los aRIL2 en el rechazo agudo al año comprobado por biopsia (ocho estudios; RR 1,30; IC del 95%: 1,01 a 1,67), pero a expensas de un aumento del 75% de la neoplasia maligna (siete estudios: RR 0,25; IC del 95%: 0,07 a 0,87) y un aumento del 32% en la enfermedad por CMV (13 estudios: RR 0,68; IC del 95%: 0,50 a 0,93). La creatinina sérica fue significativamente menor en los pacientes tratados con aRIL2 a los seis meses (cuatro estudios: DM -11,20 μmol/l; IC del 95%: -19,94 a -2,09). Los pacientes que recibieron ATG presentaron significativamente más fiebre, síndrome de liberación de citocinas y otras reacciones adversas a la administración del fármaco, así como más leucopenia, pero no trombocitopenia. No hubo diferencias significativas en los resultados con respecto al uso de ciclosporina o tacrólimus, azatioprina o micofenolato, o con respecto al riesgo inicial de rechazo agudo de las poblaciones de estudio. No hubo evidencia de que los efectos fueran diferentes si se utilizó ATG equino o de conejos.
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