El trasplante de hígado es una intervención quirúrgica importante que se ha practicado durante más de cuarenta años y que hoy en día se ha convertido en una opción de tratamiento generalmente aceptada en los pacientes con enfermedad hepática terminal. La causa más común de trasplante de hígado en los adultos es la cirrosis causada por diversos tipos de lesiones hepáticas como infecciones (hepatitis B y C), alcohol, enfermedades hepáticas autoinmunes, cáncer de hígado en fase temprana, trastornos metabólicos y hereditarios, pero también enfermedades de etiología desconocida. Todos los receptores de trasplante necesitan tomar tratamiento inmunosupresor de por vida para prevenir el rechazo al ´órgano trasplantado.
Los ácidos biliares se utilizan para varias enfermedades hepáticas crónicas, principalmente la cirrosis biliar primaria y la colangitis esclerosante primaria. Sin embargo, los mecanismos de acción y los efectos beneficiosos y perjudiciales se conocen poco. Esto ha llevado a la idea del uso potencial de los ácidos biliares para prevenir el rechazo en los pacientes con trasplante de hígado.
Los resultados de siete ensayos clínicos aleatorizados incluidos en la revisión en los que los pacientes recibieron tratamiento inmunosupresor estándar (corticosteroides, azatioprina y ciclosporina o tacrólimus) con o sin ácidos biliares después del trasplante hepático, no muestran efectos significativos de los ácidos biliares sobre la mortalidad por todas las causas, la mortalidad relacionada con el rechazo, el rechazo celular agudo, el rechazo resistente a los corticosteroides o la necesidad de un nuevo trasplante. Un análisis sugirió que los ácidos biliares podrían influir beneficiosamente en el número de pacientes con rechazo crónico, pero los análisis lo contradijeron. La evidencia de que el uso del ácido ursodesoxicólico podría tener efectos beneficiosos sobre el rechazo crónico y la duración de la hospitalización es débil, ya que proviene de ensayos con alto riesgo de sesgo y un número insuficiente de pacientes incluidos. Es bueno saber que los ácidos biliares parecieron tolerarse bien, sin informes de eventos adversos graves, pero se necesitan más estudios de investigación antes de que se apoye su uso. Ninguno de los ensayos clínicos aleatorizados evaluó los efectos de los ácidos biliares sobre la calidad de vida o la relación de coste-efectividad.
No se halló evidencia para apoyar ni refutar el uso de ácidos biliares para los pacientes con trasplante hepático. Se necesitan más ensayos aleatorizados antes de que se puedan recomendar los ácidos biliares para pacientes con trasplante hepatico.
El trasplante hepático se ha convertido en una forma de tratamiento ampliamente aceptada para numerosas enfermedades hepáticas terminales. Los ácidos biliares pueden reducir el rechazo del aloinjerto tras el trasplante hepático, al cambiar la expresión de las moléculas del complejo mayor de histocompatibilidad en el epitelio de la vía biliar y el endotelio de la vena central.
Evaluar los efectos beneficiosos y perjudiciales de los ácidos biliares para pacientes trasplantados hepáticos.
Se hicieron búsquedas en el Registro de Ensayos Controlados del Grupo Cochrane Hepatobiliar (Cochrane Hepato-Biliary Group), en el Registro Cochrane Central de Ensayos Controlados (Cochrane Central Register of Controlled Trials) (CENTRAL) en The Cochrane Library, MEDLINE, EMBASE, y en Science Citation Index Expanded hasta septiembre de 2009.
Ensayos clínicos aleatorizados que compararan cualquier dosis de ácidos biliares o duración del tratamiento en pacientes trasplantados hepáticos, versus placebo, ninguna intervención u otra intervención. Se incluyeron ensayos clínicos aleatorizados, sin considerar cegamiento, idioma ni estado de publicación.
Dos revisores extrajeron y comprobaron los datos de forma independiente. Se evaluó el riesgo de sesgo de los ensayos desde el método de generación de la secuencia de asignación, la ocultación de la asignación, cegamiento, análisis de los datos de resultado, el informe de datos de resultado y otras posibles fuentes de sesgo. Para realizar los metanálisis se utilizó el principio de intención de tratar (intention to treat principle) y los resultados se presentaron como riesgos relativos (RR) o diferencias de medias (DM), ambos con intervalos de confianza (IC) del 95%.
La búsqueda actualizada no obtuvo ningún ensayo que cumpliera con los criterios de inclusión de esta revisión, lo cual la redujo a los siete ensayos aleatorizados ya incluidos (6 que evaluaban el ácido ursodesoxicólico versus placebo o ninguna intervención y un estudio que evaluaba el ácido tauroursodesoxicólico versus ninguna intervención) con un total de 335 participantes. La administración de ácidos biliares comenzó uno o más días después del trasplante hepático. Todos los pacientes recibieron el régimen inmunosupresor estándar de tres fármacos (esteroides, azatioprina y ciclosporina o tacrólimus) para suprimir la respuesta de rechazo del aloinjerto después del trasplante hepático. Los ácidos biliares comparados con el placebo o ninguna intervención no cambiaron de forma significativa las tasas de mortalidad por todas las causas (RR 0,85; IC del 95%: 0,53 a 1,36), mortalidad relacionada con el rechazo del aloinjerto (RR 0,30; IC del 95%: 0,01 a 7,12), nuevo trasplante (RR 0,76; IC del 95%: 0,20 a 2,86), rechazo celular agudo ni el número de pacientes con rechazo resistente a corticosteroides. Los ácidos biliares redujeron significativamente el número de pacientes con rechazo crónico en un modelo de efectos fijos, pero no en un metanálisis con modelo de efectos aleatorios. Los ácidos biliares fueron seguros y bien tolerados por los pacientes trasplantados hepáticos. Sin embargo, esta observación se basa en el análisis de los datos de tres ensayos con solo 187 pacientes.
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