La quetiapina es un antipsicótico de segunda generación. Los antipsicóticos de segunda generación o atípicos se han convertido en la base del tratamiento en muchos países para los pacientes con esquizofrenia. Se llaman fármacos de segunda generación porque son más nuevos que los fármacos más antiguos, conocidos como antipsicóticos típicos. Se considera que los fármacos de segunda generación son mejores que los fármacos más antiguos para reducir los síntomas de la esquizofrenia, como oír voces y ver cosas; y producen menos efectos secundarios como somnolencia, aumento de peso, temblores y agitación. Sin embargo, no está claro cómo los antipsicóticos de segunda generación difieren entre sí. Por lo tanto, el objetivo de esta revisión fue evaluar los efectos de la quetiapina en comparación con otros antipsicóticos de segunda generación para los pacientes con esquizofrenia. La revisión incluyó 35 estudios con 5971 pacientes que proporcionaron información sobre seis comparaciones (quetiapina versus: clozapina, olanzapina, risperidona, ziprasidona, paliperidona y aripiprazol). No existen comparaciones con amisulprida, sertindol y zotepina, por lo que se necesitan más estudios de investigación. Una limitación principal de todos los resultados fue el gran número de pacientes que abandonaron los estudios y que interrumpieron el tratamiento con quetiapina (50,2% de los pacientes). El resultado más importante a considerar es que si un grupo comienza con quetiapina, la mayoría de los pacientes no continuará con este fármaco en el transcurso de unas pocas semanas (aunque los motivos de la interrupción del tratamiento con quetiapina no se analizan en esta revisión, por lo que son poco claros). La quetiapina puede ser ligeramente menos efectiva que la risperidona y la olanzapina para reducir los síntomas y puede causar menos aumento de peso y menos efectos secundarios y problemas asociados (como problemas del corazón y diabetes) que la olanzapina y la paliperidona, pero puede ser más efectiva que la risperidona y la ziprasidona. La información limitada tiende a indicar que los pacientes que toman quetiapina pueden necesitar hospitalización con mayor frecuencia que los que toman risperidona u olanzapina. Lo anterior provoca mayores costos en algunos contextos, pero la información no es lo suficientemente consistente como para guiar a los gestores.
Este resumen ha sido redactado por un usuario, Ben Gray (Benjamin Gray, Usuario de Servicios y Experto Usuario de Servicios, Rethink Mental Illness).
Las pruebas disponibles de los ensayos indican que la mayoría de los pacientes que inician el tratamiento con quetiapina lo abandonan en el transcurso de unas pocas semanas (cerca del 60%). No hay comparaciones con amisulprida, sertindol y zotepina. Aunque los datos de eficacia favorecen a la olanzapina y la risperidona en comparación con la quetiapina, el significado clínico de estos datos sigue siendo poco claro. La quetiapina puede producir menos efectos parkinsonianos que la paliperidona, el aripiprazol, la ziprasidona, la risperidona y la olanzapina. La quetiapina parece tener un perfil de aumento de peso similar a la risperidona, así como la clozapina y el aripiprazol (aunque los datos son muy limitados para los dos últimos comparadores). La quetiapina puede producir mayor aumento de peso que la ziprasidona y menos aumento de peso que la olanzapina y paliperidona. La mayoría de los datos informados en las comparaciones existentes son de valor muy limitado debido a sus supuestos y a sus sesgos. Hay muchas áreas a abordar en futuros estudios de investigación sobre los efectos de este fármaco ampliamente utilizado.
En muchos países, los antipsicóticos de segunda generación ("atípicos") se han convertido en el tratamiento farmacológico de primera línea para los pacientes con esquizofrenia. No está claro en qué difieren los efectos de los diversos fármacos antipsicóticos de segunda generación.
Evaluar los efectos de la quetiapina en comparación con otros antipsicóticos de segunda generación (atípicos) en el tratamiento de pacientes con esquizofrenia y psicosis esquizomorfas.
Se realizaron búsquedas en el registro de ensayos del Grupo Cochrane de Esquizofrenia (Cochrane Schizophrenia Group) (mayo de 2010), se revisaron las referencias de todos los estudios identificados y se estableció contacto con compañías farmacéuticas pertinentes, organismos que aprueban el uso de los fármacos y autores de ensayos en busca de información adicional.
Se incluyeron todos los ensayos controlados aleatorios (ECA) que compararan la quetiapina oral con otras formas orales de antipsicóticos atípicos en pacientes con esquizofrenia o psicosis esquizomorfas.
Los datos se extrajeron de forma independiente. Para los datos dicotómicos, se calcularon los cocientes de riesgos (CR) y sus intervalos de confianza (IC) del 95% sobre la base de un análisis por intención de tratar según un modelo de efectos aleatorios. Cuando fue apropiado, se calculó el número necesario a tratar para un resultado beneficioso adicional (NNTB). Para los datos continuos, se calcularon las diferencias de medias (DM) y nuevamente se utilizó un modelo de efectos aleatorios.
Los datos de eficacia tendieron a favorecer a los fármacos control sobre la quetiapina (puntuación total en la Positive and Negative Syndrome Scale [PANSS] versus olanzapina: 11 ECA, n = 1486, puntuación final media de la quetiapina 3,67 mayor; IC: 1,95 a 5,39; baja calidad; vs risperidona: 13 ECA, n = 2155, puntuación final media de la quetiapina 1,74 mayor; IC: 0,19 a 3,29; calidad moderada; vs paliperidona: un ECA, n = 319, puntuación final media de la quetiapina 6,30 mayor; IC: 2,77 a 9,83; calidad moderada), pero el significado clínico de estos datos no está claro. No se observaron diferencias claras en el estado mental cuando la quetiapina se comparó con clozapina, aripiprazol o ziprasidona. Comparada con la olanzapina, la quetiapina produjo ligeramente menos trastornos del movimiento (siete ECA, n = 1127, CR de administración de medicación antiparkinsoniana 0,51; IC: 0,32 a 0,81; calidad moderada) y un menor aumento de peso (ocho ECA, n = 1667; CR 0,68; IC: 0,51 a 0,92; calidad moderada) y elevación de la glucosa, pero aumentó la prolongación del QTc (tres ECA, n = 643; DM 4,81; IC: 0,34 a 9,28). Comparada con la risperidona, la quetiapina indujo ligeramente menos trastornos del movimiento (ocho ECA, n = 2163, CR de administración de medicación antiparkinsoniana 0,5; IC 0,36 a 0,69; calidad moderada), un menor aumento de la prolactina (siete ECA, n = 1733; DM -35,25; IC: -43,59 a -26,91) y algunos efectos adversos relacionados, pero provocó un mayor aumento del colesterol (seis ECA, n = 1473; DM 8,57; IC: 4,85 a 12,29). Según datos limitados, en comparación con la paliperidona, la quetiapina indujo menos efectos secundarios parkinsonianos (un ECA, n = 319, CR de administración de medicación antiparkinsoniana 0,64; IC: 0,45 a 0,91; calidad moderada) y un menor aumento de la prolactina (un ECA, n = 319, DM -49,30; IC: -57,80 a -40,80) y aumento de peso (un ECA, n = 319, CR de aumento del 7% o más del peso corporal total 2,52; IC: 0,5 a 12,78; calidad moderada). Comparada con la ziprasidona, la quetiapina indujo ligeramente menos efectos adversos extrapiramidales (un ECA, n = 522; CR de administración de medicación antiparkinsoniana 0,43; IC: 0,2 a 0,93; calidad moderada) y un menor aumento de la prolactina. Por otro lado, la quetiapina produjo más sedación y provocó un mayor aumento de peso (dos ECA, n = 754, CR 2,22; IC: 1,35 a 3,63; calidad moderada) y aumento del colesterol en comparación con la ziprasidona.
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