Los pacientes con demencia avanzada suelen desarrollar disfagia (dificultad para tragar). También presentan cambios en el apetito y apraxia (dificultad para coordinar los movimientos) y pueden tener dificultades para alimentarse. Se suelen utilizar dos métodos de alimentación por sonda enteral: la administración de alimentos y líquidos por medio de una sonda nasogástrica (un tubo que se pasa por la nariz y llega al estómago) o por medio de una gastrostomía endoscópica percutánea (GEP) en la que se inserta una sonda de alimentación en el estómago y se accede a ella a través de una incisión permanente en la pared abdominal. La decisión de administrar hidratación y nutrición artificiales a un paciente con demencia suele ser sensible y compleja. Los familiares y cuidadores pueden solicitar la intervención porque les preocupa que el paciente pueda morir de hambre; los médicos pueden ser conscientes de los riesgos, pero sentirse presionados por las directrices institucionales, sociales o incluso legales para intervenir. No se encontró evidencia definitiva de que la nutrición por sonda enteral sea eficaz para prolongar la supervivencia, mejorar la calidad de vida, lograr una mejor alimentación o reducir el riesgo de úlceras por presión. En realidad, puede aumentar el riesgo de desarrollar neumonía debido a la inhalación de pequeñas cantidades de alimentos e incluso provocar la muerte. Esta área resulta difícil de investigar, pero se requieren estudios mejor diseñados que aporten evidencia más consistente.
A pesar del número muy grande de pacientes que reciben esta intervención, no existe evidencia suficiente para indicar que la alimentación enteral sea beneficiosa en los pacientes con demencia avanzada. Faltan datos sobre los efectos adversos de esta intervención.
El uso de la alimentación enteral es frecuente en los pacientes con demencia avanzada que tienen una ingesta nutricional deficiente. En una encuesta en EE.UU., el 34% de 186 835 residentes de centros geriátricos con deterioro cognitivo avanzado era alimentado con sonda. Los efectos beneficiosos o perjudiciales potenciales de esta práctica no están claros.
Evaluar el resultado de la nutrición por sonda enteral a pacientes mayores con demencia avanzada que desarrollan problemas para comer y deglutir o tienen una ingesta nutricional deficiente.
Se hicieron búsquedas en el Registro Especializado del Grupo Cochrane de Demencia y Trastornos Cognitivos (Cochrane Dementia and Cognitive Improvement Group), The Cochrane Library, MEDLINE, EMBASE, PsycINFO, CINAHL y LILACS en abril de 2008. Se comprobaron las citas. Si no era posible aceptar o rechazar, se obtenía el texto completo de la cita para evaluación adicional.
Se planificó incluir los ensayos controlados aleatorizados (ECA), los ensayos clínicos controlados, los estudios controlados tipo antes y después (before and after studies) y los estudios de series de tiempo interrumpido que evaluaran la efectividad de la alimentación enteral a través una sonda nasogástrica o una sonda por gastrostomía endoscópica percutánea (GEP). Además, se incluyeron estudios observacionales controlados. La población del estudio comprendió adultos de 50 años o más (de ambos sexos), con un diagnóstico de demencia degenerativa primaria realizado según criterios diagnósticos validados como el DSM-IV o el CIE-10 (APA 1994; WHO 1993) y con un deterioro cognitivo avanzado definido por un instrumento reconocido y validado o por una evaluación clínica, y que tenían una ingesta nutricional deficiente o desarrollaron problemas para comer y tragar. Cuando los datos fueron limitados, también se consideraron los estudios en los cuales la mayoría de los participantes presentaban demencia.
Un autor de la revisión, de forma independiente, extrajo y evaluó los datos, un segundo autor de la revisión los comprobó y, de ser necesario en caso de desacuerdos o discrepancias, se planificó que serían examinados por el tercer autor de la revisión. Cuando faltaba información, se intentó establecer contacto con los autores. Se planificó que se consideraría realizar un metanálisis de los ECA con características clave comparables. Los resultados primarios fueron la supervivencia y la calidad de vida (CdV).
No se identificaron ECA. Se identificaron siete estudios observacionales controlados. Seis evaluaron la mortalidad. El otro estudio evaluó resultados nutricionales. No hubo evidencia de un aumento en la supervivencia en los pacientes que recibieron alimentación enteral. Ninguno de los estudios examinó la CdV y no hubo evidencia de efectos beneficiosos en cuanto al estado nutricional o la prevalencia de úlceras de decúbito.
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