Objetivos
Esta revisión sistemática procuró determinar la efectividad de las intervenciones formativas para controlar la fatiga relacionada con el cáncer.
Descripción de la afección
La fatiga es un síntoma común y problemático en los pacientes con cáncer, que es más significativo que el cansancio experimentado en la vida cotidiana. Puede exacerbar otros síntomas, afectar negativamente el estado de ánimo, interferir con la capacidad de realizar las actividades cotidianas y repercutir negativamente en la calidad de vida.
Intervenciones
La formación puede brindarle a los pacientes información acerca de qué es la fatiga y cómo controlarla. Por ejemplo, el control de la fatiga puede incluir la conservación de la energía a lo largo del día, y conocer los efectos beneficiosos del ejercicio, la dieta, la relajación y las rutinas de sueño adecuadas. Estos enfoques pueden ayudar a los pacientes a controlar la fatiga y ayudarles a enfrentar sus efectos. En noviembre de 2016 se encontraron 14 ensayos sobre formación para la fatiga relacionada con el cáncer en comparación con atención habitual o un control de atención, como la información general acerca del cáncer. Todos los estudios incluidos fueron ensayos controlados aleatorizados. Estos ensayos se realizaron en adultos con cualquier tipo o estadio de cáncer.
Resultados
La revisión encontró que la formación puede tener un efecto pequeño sobre la reducción de la intensidad de la fatiga, la interferencia en las relaciones o las actividades cotidianas y la fatiga general (global). Podría tener un efecto moderado sobre la reducción de la dificultad de la fatiga en los pacientes con cáncer no avanzado. También puede tener efectos beneficiosos sobre la ansiedad y la calidad de vida general, aunque no está claro si reduce la depresión. No se sabe si este resultado podría diferir entre los tipos de tratamiento para el cáncer o si la formación se proporciona durante o después del tratamiento para el cáncer. No se sabe lo suficiente acerca del tipo de formación que es más efectiva, cuándo es más conveniente administrarla ni si es efectiva para pacientes con cáncer avanzado.
Calidad de la evidencia
La calidad de la evidencia de los estudios se calificó con el uso de cuatro niveles: muy baja, baja, moderada o alta. La evidencia de calidad muy baja significa que existe una menor seguridad en los resultados. La evidencia de calidad alta significa que existe mucha seguridad en cuanto a los resultados. Hubo problemas con el diseño de algunos estudios, y algunos tuvieron un tamaño muy reducido. Por lo tanto, la calidad general de la evidencia varió de muy baja a moderada y los resultados de esta revisión se deben interpretar con cuidado.
Las intervenciones formativas pueden tener un efecto pequeño sobre la reducción de la intensidad de la fatiga, de la interferencia de la fatiga en la vida cotidiana y de la fatiga general, y podrían tener un efecto moderado en la reducción de la angustia que ocasiona la fatiga. Las intervenciones formativas centradas en la fatiga también pueden ayudar a reducir la ansiedad y mejorar la calidad de vida general, pero no se puede precisar el efecto que podrían tener en la capacidad para las actividades cotidianas ni en los síntomas depresivos. Es probable que los estudios adicionales realizados en el futuro modifiquen la confianza en las conclusiones.
Parece razonable la incorporación de la formación para el control de la fatiga como parte de la atención habitual. Sin embargo, debido a la naturaleza compleja de este síntoma, es poco probable que las intervenciones formativas por sí solas reduzcan de una manera óptima la fatiga o ayuden a los pacientes a controlar su repercusión, y se deben considerar junto con otras intervenciones. Cuestiones como la mejor forma de realizar las intervenciones formativas y su contenido y el momento adecuado para maximizar los resultados requieren estudios de investigación adicionales.
La fatiga relacionada con el cáncer es el síntoma más frecuente y molesto informado por los pacientes con cáncer. Puede exacerbar la experiencia relacionada con otros síntomas, afectar negativamente el estado de ánimo, interferir con la capacidad de realizar las actividades cotidianas y repercutir negativamente en la calidad de vida. Las intervenciones formativas pueden ayudar a los pacientes a controlar esta fatiga o hacer frente a este síntoma, y reducir la carga general. A pesar de la importancia de la formación para controlar la fatiga relacionada con el cáncer, no existen revisiones sistemáticas que examinen este enfoque.
Determinar la efectividad de las intervenciones formativas para el control de la fatiga relacionada con el cáncer en pacientes adultos.
Se hicieron búsquedas en el Registro Cochrane Central de Ensayos Controlados (Cochrane Central Register of Controlled Trials) (CENTRAL), en MEDLINE, EMBASE, CINAHL, PsycINFO, ERIC, OTseeker y en PEDro hasta el 1 noviembre 2016. También se realizaron búsquedas en registros de ensayos.
Se incluyeron los ensayos controlados aleatorizados (ECA) de intervenciones formativas centradas en la fatiga relacionada con el cáncer, en los que la fatiga fue un resultado primario. Los estudios debían haber procurado evaluar el efecto de las intervenciones formativas diseñadas específicamente para controlar la fatiga relacionada con el cáncer o evaluar intervenciones formativas orientadas a diversos síntomas físicos o a la calidad de vida donde la fatiga fuera el interés principal. Los estudios podían haber comparado las intervenciones formativas con ninguna intervención o controles en lista de espera, atención habitual o controles de atención, o una intervención alternativa para la fatiga relacionada con el cáncer en pacientes adultos con cualquier tipo de cáncer.
Dos autores de la revisión, de forma independiente, examinaron los estudios para inclusión y extrajeron los datos. Las diferencias de opinión se resolvieron mediante discusión. Se estableció contacto con los autores de los ensayos para obtener información adicional. Una tercera persona independiente verificó la extracción de los datos. El resultado principal considerado en esta revisión fue la fatiga relacionada con el cáncer. La calidad de la evidencia se evaluó con los criterios GRADE y se creó una tabla "Resumen de los hallazgos".
Se incluyeron 14 ECA con 2213 pacientes con diferentes diagnósticos de cáncer. Cuatro estudios utilizaron estrategias formativas de "provisión de información" únicamente, mientras que los restantes utilizaron sobre todo estrategias de información con algunas técnicas de resolución de problemas, refuerzo o de apoyo. Las intervenciones difirieron en cuanto a la administración, lo que incluye: forma de administración (presencial, a través de la web, en cinta de audio, por teléfono); intervenciones grupales o individuales; número de sesiones que se proporcionaron (que variaron de dos a 12 sesiones); y el momento de la intervención en relación con la finalización del tratamiento contra el cáncer (durante o después de la finalización). La mayoría de los ensayos compararon las intervenciones formativas con la atención habitual, y los metanálisis compararon las intervenciones formativas con la atención habitual o los controles de atención. Fueron evidentes los problemas metodológicos que aumentaron el riesgo de sesgo, como la falta de cegamiento de los evaluadores de resultados, la ocultación incierta de la asignación en más de la mitad de los estudios y los tamaños de la muestra generalmente pequeños. La calidad de la evidencia se evaluó con el enfoque GRADE y se consideró de muy baja a moderada, disminuida sobre todo por el alto riesgo de sesgo, la heterogeneidad no explicada y la imprecisión.
Hubo evidencia de calidad moderada de una pequeña reducción de la intensidad de la fatiga a partir de un metanálisis de ocho estudios (1524 participantes; diferencia de medias estandarizada [DME] -0,28; intervalo de confianza [IC] del 95%: -0,52 a -0,04) que compararon las intervenciones formativas con la atención habitual o el control de atención. Se encontró evidencia de calidad baja a partir de 12 estudios (1711 pacientes) de que las intervenciones formativas tuvieron un efecto pequeño sobre la fatiga general/global (DME -0,27; IC del 95%: -0,51 a -0,04) en comparación con la atención habitual o el control de atención. Hubo evidencia de calidad baja de tres estudios (622 pacientes) de un efecto de tamaño moderado de las intervenciones formativas para reducir las molestias de la fatiga (DME -0,57; IC del 95%: -1,09 a -0,05) en comparación con la atención habitual, lo que se podría considerar clínicamente significativo. Los datos agrupados de cuatro estudios (439 pacientes) encontraron una reducción pequeña de la interferencia de la fatiga en la vida cotidiana (DME -0,35; IC del 95%: -0,54 a -0,16; evidencia de calidad moderada). No se encontraron efectos claros sobre la fatiga en relación con el tipo de tratamiento para el cáncer ni el momento de la intervención en relación con la finalización del tratamiento, y no se dispuso de datos suficientes para determinar el efecto de las intervenciones formativas sobre la fatiga según el estadio de la enfermedad, el tipo tumoral o la intervención grupal versus individual.
Tres estudios (571 pacientes) aportaron evidencia de calidad baja de una reducción de la ansiedad a favor del grupo de intervención (diferencia de medias [DM] -1,47; IC del 95%: -2,76 a -0,18), que algunos investigadores considerarían clínicamente significativa. Dos estudios adicionales no incluidos en el metanálisis también informaron mejorías estadísticamente significativas en la ansiedad a favor de la intervención formativa, pero no sucedió lo mismo con un tercer estudio. En comparación con la atención habitual o el control de atención, las intervenciones formativas no mostraron una reducción significativa de los síntomas depresivos (cuatro estudios, 881 participantes, DME -0,12; IC del 95%: -0,47 a 0,23; evidencia de calidad muy baja). Tres ensayos adicionales no incluidos en el metanálisis, no encontraron diferencias entre los grupos en los síntomas de depresión. No se observaron diferencias entre los grupos en la capacidad para las actividades cotidianas ni en la función física cuando las intervenciones formativas se compararon con la atención habitual (cuatro estudios, 773 pacientes, DME 0,33; IC del 95%: -0,10 a 0,75), y la calidad de la evidencia fue baja. La evidencia agrupada de calidad baja de dos de tres estudios que examinaron el efecto de las intervenciones formativas en comparación con la atención habitual, encontró una mejoría en la calidad de vida general en una escala de 0 a 100 (DM 11,47; IC del 95%: 1,29 a 21,65), que se consideraría clínicamente significativa.
Ninguno de los estudios informó eventos adversos.
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