El asma es una afección frecuente entre los niños y adolescentes que causa sibilancias intermitentes, tos y opresión torácica. Inquietudes acerca de que el ejercicio físico como la natación puede empeorar el asma pueden reducir la participación y dar lugar a un debilitamiento del estado físico. Esta revisión procuró determinar la efectividad y la seguridad del entrenamiento en natación en niños y adolescentes con asma de hasta 18 años.
Se revisaron ocho estudios que incluyeron 262 participantes entre cinco y 18 años con asma bien controlada. Los participantes recibieron entrenamiento en natación que varió de 30 a 90 minutos, dos a tres veces a la semana, durante seis a 12 semanas en siete estudios y en un estudio el entrenamiento duró 30 minutos seis veces por semana.
Esta revisión encontró que con el entrenamiento en natación comparado con control (atención habitual u otra actividad física) hubo mejorías en las pruebas de función pulmonar en reposo, pero no se encontraron efectos en la calidad de vida, el control de los síntomas del asma ni en las exacerbaciones del asma. El estado físico mejoró con el entrenamiento en natación comparado con la atención habitual. Se informaron pocos eventos asmáticos adversos durante los programas en los participantes en entrenamiento en natación. El número relativamente pequeño de estudios y participantes limita la capacidad de esta revisión para medir algunos resultados que son de interés, en particular la repercusión sobre la calidad de vida y las exacerbaciones del asma.
En resumen, el entrenamiento en natación es bien tolerado en los niños y adolescentes con asma estable y mejora el estado físico y la función pulmonar. Sin embargo, a partir de esta revisión no se puede determinar si la natación es mejor o más segura que otras formas de actividad física. Estudios adicionales con períodos de seguimiento más largos pueden ayudar a determinar cualquier efecto beneficioso a largo plazo de la natación.
Esta revisión indica que el entrenamiento en natación es bien tolerado en los niños y adolescentes con asma estable y aumenta la función pulmonar (pruebas de solidez moderada) y el estado cardiopulmonar (pruebas muy sólidas). No hubo pruebas de que el entrenamiento en natación causara efectos adversos sobre el control del asma en los jóvenes de hasta 18 años con asma estable de cualquier gravedad. Sin embargo, a partir de esta revisión no se puede determinar si la natación es mejor que otras formas de actividad física. Se necesitan ensayos adicionales con poder estadístico adecuado y períodos de seguimiento más largos para evaluar mejor los efectos beneficiosos a largo plazo de la natación.
El asma es el trastorno médico crónico más frecuente en los niños y un motivo frecuente de hospitalización. Estudios observacionales han indicado que la natación, en particular, es una forma ideal de actividad física para mejorar el estado físico y reducir la carga de morbilidad en el asma.
Determinar la efectividad y la seguridad del entrenamiento en natación como una intervención para el asma en los niños y adolescentes de hasta 18 años.
Se realizaron búsquedas en el Registro especializado de ensayos del Grupo Cochrane de Vías Respiratorias (Cochrane Airways Group) (CENTRAL), MEDLINE, EMBASE, CINAHL, en noviembre de 2011 y se repitió la búsqueda en CENTRAL en julio de 2012. También se realizaron búsquedas manuales en registros de ensayos clínicos en curso.
Se incluyeron todos los ensayos controlados aleatorios (ECA) y cuasialeatorios en niños y adolescentes que compararon entrenamiento en natación con atención habitual, una actividad no física u otra actividad física diferente de la natación.
Se utilizaron los métodos estándar especificados en el Cochrane Handbook for Systematic reviews of Interventions. Dos revisores utilizaron un modelo estándar para evaluar de forma independiente los ensayos para inclusión y extraer datos sobre las características del estudio, los elementos del riesgo de sesgo y los resultados. Se estableció contacto con los autores del ensayo para solicitar los datos si no estaban publicados completamente. Cuando fue necesario, se calcularon los coeficientes de correlación de estudios con datos de resultado completos para imputar la desviación estándar de los cambios a partir del valor inicial.
En la revisión se incluyeron ocho estudios con 262 participantes. Los participantes presentaban asma estable, con gravedad que variaba de leve a grave. Todos los estudios fueron ensayos aleatorios, tres estudios tuvieron tasas altas de retiros. Los participantes tenían entre cinco y 18 años de edad y en siete estudios el entrenamiento en natación varió de 30 a 90 minutos, de dos a tres veces a la semana, durante seis a 12 semanas. El programa en un estudio tuvo 30 minutos de entrenamiento seis veces por semana. La comparación fue atención habitual en siete estudios y golf en un estudio. En cuatro estudios no se conocía el estado de cloración de la piscina. Dos estudios utilizaron piscinas no cloradas, un estudio utilizó una piscina clorada bajo techo y un estudio utilizó una piscina clorada pero bien ventilada.
No se observaron efectos estadísticamente significativos en los estudios que compararon entrenamiento en natación con atención habitual u otra actividad física; en los resultados primarios calidad de vida, control del asma, exacerbaciones del asma o uso de corticosteroides para el asma. El entrenamiento en natación tuvo un efecto clínicamente significativo sobre la capacidad de ejercicio en comparación con la atención habitual, medida como consumo de oxígeno máximo durante una prueba de ejercicio de esfuerzo máximo (VO2 máximo) (dos estudios, n = 32), con un aumento medio de 9,67 ml/kg/min; intervalo de confianza (IC) del 95%: 5,84 a 13,51. Se encontró una diferencia de magnitud equivalente cuando también se agruparon otras medidas de capacidad de ejercicio (cuatro estudios, n = 74), lo que produjo una diferencia de medias estandarizada (DME) 1,34; IC del 95%: 0,82 a 1,86. El entrenamiento en natación se asoció con aumentos pequeños de los parámetros de función pulmonar en reposo de significación estadística variable; diferencia de medias (DM) para VEF1 % predicho 8,07; IC del 95%: 3,59 a 12,54. En los análisis de sensibilidad por riesgo de sesgo de deserción o uso de desviaciones estándar imputadas, no hubo cambios importantes en los tamaños del efecto. El desconocimiento del estado de cloración de las piscinas limitó los análisis de subgrupos.
Según datos limitados, no hubo efectos adversos sobre el control del asma ni la aparición de exacerbaciones.