Pregunta de la revisión
Se evaluaron la efectividad y la seguridad de diferentes tratamientos para la enfermedad pélvica inflamatoria (EPI) que las guías de práctica clínica actuales recomiendan para el tratamiento de la EPI (guías del 2015 de los Centers for Disease Control and Prevention de los EE.UU. para el tratamiento de la EPI).
Antecedentes
La EPI es una infección de la parte superior del sistema reproductivo de la mujer (útero, conductos que conectan el útero y los ovarios, a través de los que viaja el óvulo, ovarios [que producen los óvulos] y dentro de la pelvis). Es una enfermedad frecuente que afecta a las mujeres en edad fértil. Los síntomas de la enfermedad pélvica inflamatoria varían de ninguno a graves. Si no se inicia con prontitud un tratamiento efectivo, las consecuencias de la enfermedad pueden ser la infertilidad (imposibilidad de tener hijos), los embarazos fuera del útero y el dolor pélvico crónico (dolor en la parte inferior de la barriga). Existe una variedad de opciones de tratamiento disponibles. La elección se basa en la gravedad de los síntomas, la experiencia del médico, las guías nacionales e internacionales y la tasa de efectos secundarios. Se deseaba determinar si hay un tratamiento antibiótico (utilizado para tratar las infecciones bacterianas) preferible, con tasas altas de curación y pocos efectos secundarios, para tratar la EPI.
Características de los estudios
Se buscó en la bibliografía disponible hasta el 10 de enero de 2020 y se incluyeron 39 estudios con 6894 mujeres con un promedio de 14 días de tratamiento y seguimiento (monitorización después del tratamiento). Estos ensayos incluyeron mujeres en edad fértil con EPI leve a grave. En los ensayos se utilizó principalmente un único antibiótico o una combinación de ellos, con diferentes vías de administración: intravenosa (en un vaso sanguíneo), intramuscular (en el músculo) y oral (en forma de comprimidos). En los casos leves a moderados se prescribieron tratamientos intramusculares y orales, y en los casos moderados a graves, habitualmente los tratamientos se comenzaron en el hospital y se completaron en el domicilio.
Resultados clave
No hay seguridad con respecto a que un tratamiento sea más seguro o más eficaz que cualquier otro para la cura de la EPI. A partir de un solo estudio, con bajo riesgo de sesgo, el uso de un macrólido probablemente mejora las tasas de curación en la EPI leve a moderada.
Aparte de un resultado de alta calidad en una comparación, la calidad de la evidencia varió de muy baja a moderada, siendo los principales problemas el riesgo grave de sesgo (información deficiente de los métodos de estudio; los médicos y las mujeres podrían haber sabido qué medicamento se administró), y los resultados difirieron entre los estudios.
No se tiene seguridad con respecto a si un tratamiento fue más seguro o más eficaz que otro para la cura de la EPI leve a moderada o grave.
Sobre la base de un solo estudio con bajo riesgo de sesgo, un macrólido (azitromicina) probablemente mejora las tasas de curación de la EPI de leve a moderada, en comparación con la tetraciclina (doxiciclina).
La enfermedad pélvica inflamatoria (EPI) afecta del 4% al 12% de las mujeres en edad fértil. La principal intervención para la EPI aguda es la administración de antibióticos de amplio espectro por vía intravenosa, intramuscular u oral. Se evaluó el régimen de tratamiento óptimo para la EPI.
Evaluar la eficacia y la seguridad de los regímenes de antibióticos para tratar la EPI.
En enero de 2020 se realizaron búsquedas en el Registro Especializado del Grupo de Revisión Cochrane de Infecciones de Transmisión Sexual (Cochrane Sexually Transmitted Infections Review Group), que incluye ensayos controlados aleatorizados (ECA) desde 1944 hasta 2020, localizados a través de búsquedas manuales y electrónicas; CENTRAL; MEDLINE; Embase; otras cuatro bases de datos; y resúmenes en publicaciones seleccionadas.
Se incluyeron los ECA que compararon antibióticos con placebo u otros antibióticos para el tratamiento de la EPI en mujeres en edad fértil, ya sea como tratamiento en pacientes hospitalizadas o de forma ambulatoria. La revisión se limitó a la comparación de los fármacos que se utilizan actualmente, y que las guías de 2015 de los Centers for Disease Control and Prevention de los EE.UU. recomiendan para el tratamiento de la EPI.
Se utilizaron los procedimientos metodológicos estándares previstos por Cochrane. Dos autores de la revisión, de forma independiente, extrajeron los datos, evaluaron el riesgo de sesgo y realizaron evaluaciones GRADE de la certeza de la evidencia.
En esta revisión se incluyeron 39 ECA (6894 pacientes) y se añadieron dos ECA nuevos en esta actualización. La calidad de la evidencia varió de muy baja a alta, las limitaciones principales fueron el alto riesgo de sesgo (debido al informe deficiente de los métodos de estudio y la falta de cegamiento), la inconsistencia grave y la imprecisión grave.
Ninguno de los estudios informó sobre quinolonas y cefalosporinas, sobre desenlaces de evidencia laparoscópica de resolución de la enfermedad pélvica inflamatoria según la opinión de los médicos ni sobre desenlaces de fertilidad. Los resultados de la duración de la estancia no se informaron de manera suficiente para su análisis.
Regímenes que contienen azitromicina versus regímenes que contienen doxiciclina
No se sabe con certeza si hubo una diferencia clínicamente relevante entre la azitromicina y la doxiciclina en las tasas de curación de la EPI leve a moderada (RR 1,18; IC del 95%: 0,89 a 1,55; dos ECA, 243 mujeres; I2 = 72%; evidencia de calidad muy baja). Los análisis pueden dar lugar a poca o ninguna diferencia entre la azitromicina y la doxiciclina en las tasas de EPI grave (RR 1,00; IC del 95%: 0,96 a 1,05; un ECA, 309 mujeres; evidencia de calidad baja), o en los efectos adversos que provocan la interrupción del tratamiento (RR 0,71; IC del 95%: 0,38 a 1,34; tres ECA, 552 mujeres; I2 = 0%; evidencia de calidad baja). En un análisis de sensibilidad limitado a un solo estudio con bajo riesgo de sesgo, la azitromicina probablemente mejora las tasas de curación en la EPI leve a moderada (RR 1,35; IC del 95%: 1,10 a 1,67; 133 mujeres; evidencia de calidad moderada), en comparación con la doxiciclina.
Regímenes que contienen quinolona versus regímenes que contienen cefalosporina
El análisis muestra que puede haber poca o ninguna diferencia clínicamente relevante entre las quinolonas y las cefalosporinas en las tasas de curación de la EPI leve a moderada (RR 1,05; IC del 95%: 0,98 a 1,14; cuatro ECA, 772 mujeres; I2 = 15%; evidencia de calidad baja) o de la EPI grave (RR 1,06; IC del 95%: 0,91 a 1,23; dos ECA, 313 mujeres; I2 = 7%; evidencia de calidad baja). No se sabe con certeza si hubo una diferencia entre las quinolonas y las cefalosporinas en los efectos adversos que provocaron la interrupción del tratamiento (RR 2,24; IC del 95%: 0,52 a 9,72; seis ECA, 1085 mujeres; I2 = 0%; evidencia de calidad muy baja).
Regímenes con nitroimidazol versus regímenes sin nitroimidazol
Probablemente hubo poca o ninguna diferencia entre los regímenes con o sin nitroimidazoles (metronidazol) en las tasas de curación de la EPI leve a moderada (RR 1,02; IC del 95%: 0,95 a 1,09; seis ECA, 2660 mujeres; I2 = 50%; evidencia de calidad moderada) o de la EPI grave (RR 0,96; IC del 95%: 0,92 a 1,01; 11 ECA, 1383 mujeres; I2 = 0%; evidencia de calidad moderada). La evidencia indica que hubo poca o ninguna diferencia en los efectos adversos que provocaron la interrupción del tratamiento (RR 1,05; IC del 95%: 0,69 a 1,61; 17 estudios, 4021 mujeres; I2 = 0%; evidencia de calidad baja). En un análisis de sensibilidad limitado a los estudios con bajo riesgo de sesgo, hubo poca o ninguna diferencia en las tasas de curación en la EPI leve a moderada (RR 1,05; IC del 95%: 1,00 a 1,12; tres ECA, 1434 mujeres; I2 = 0%; evidencia de calidad alta).
Regímenes que contienen clindamicina más aminoglucósido versus quinolona
No se sabe con certeza si la quinolona tiene poco o ningún efecto en las tasas de curación de la EPI leve a moderada en comparación con la clindamicina más el aminoglucósido (RR 0,88; IC del 95%: 0,69 a 1,13; un ECA, 25 mujeres; evidencia de calidad muy baja). El análisis puede dar lugar a una diferencia escasa o nula entre la quinolona versus la clindamicina más el aminoglucósido en la EPI grave (RR 1,02; IC del 95%: 0,87 a 1,19; dos estudios, 151 mujeres; I2 = 0%; evidencia de calidad baja). No se sabe con certeza si la quinolona reduce los efectos adversos que provocan la interrupción del tratamiento (RR 0,21; IC del 95%: 0,02 a 1,72; tres ECA, 163 mujeres; I2 = 0%; evidencia de calidad muy baja).
Regímenes que contienen clindamicina más aminoglucósido versus regímenes que contienen cefalosporina
No se sabe con certeza si la clindamicina más el aminoglucósido mejora las tasas de curación de la EPI leve a moderada en comparación con la cefalosporina (RR 1,02; IC del 95%: 0,95 a 1,09; dos ECA, 150 mujeres; I2 = 0%; evidencia de calidad baja). Probablemente hubo poca o ninguna diferencia en las tasas de curación en la EPI grave con la clindamicina más el aminoglucósido en comparación con la cefalosporina (RR 1,00; IC del 95%: 0,95 a 1,06; diez ECA, 959 mujeres; I2 = 21%; evidencia de calidad moderada). No se sabe con certeza si la clindamicina más el aminoglucósido reduce los efectos adversos que provocan la interrupción del tratamiento en comparación con la cefalosporina (RR 0,78; IC del 95%: 0,18 a 3,42; diez ECA, 1172 mujeres; I2 = 0%; evidencia de calidad muy baja).
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