Antecedentes
La vulnerabilidad es habitual en las personas mayores. La vulnerabilidad conlleva una mayor probabilidad de caídas, de dificultad para moverse (p. ej., para caminar) y realizar actividades, así como de ingresos en el hospital y de mortalidad. Se calcula que el 21% de la población mayor de 65 años que vive en la comunidad es vulnerable. El entrenamiento de la movilidad consiste en movimientos controlados del cuerpo para realizar tareas específicas. Entre los ejemplos de entrenamiento de la movilidad se incluyen la práctica de ponerse de pie y sentarse, caminar por una pista o subir y bajar escaleras. El entrenamiento de la movilidad se puede utilizar cuando las personas tienen dificultades para realizar estas tareas.
Características de los estudios
Esta revisión Cochrane está actualizada hasta junio de 2021 e incluye 12 estudios con un total de 1317 participantes. Los estudios se realizaron en nueve países. La media de edad de los participantes en los estudios incluidos fue 82 años; el 73% de los participantes eran mujeres. Seis ensayos declararon haber recibido financiación de organismos gubernamentales y de investigación, y un estudio declaró haber recibido financiación de un grupo de interés comercial.
Resultados clave
- La movilidad mejoró en un 8% (de un 4% a un 13% más) al finalizar el periodo de entrenamiento (12 estudios, 1151 participantes). Las personas sin entrenamiento de la movilidad obtuvieron 4,69 puntos (sobre 12 en la escala de la Short Physical Performance Battery; una puntuación más alta indica una mejor movilidad). Las personas con entrenamiento de la movilidad obtuvieron 5,69 puntos.
- La funcionalidad mejoró en un 9% (de un 3% a un 14% más) al finalizar el periodo de entrenamiento (nueve estudios, 916 participantes). Las personas sin entrenamiento de la movilidad obtuvieron 86,1 puntos (sobre 100 en el Barthel Index; una puntuación más alta indica una mejor funcionalidad). Las personas con entrenamiento de la movilidad obtuvieron 94,68 puntos.
- Los efectos no deseados o perjudiciales del entrenamiento disminuyeron en un 19% (9% menos a 26% menos) (dos estudios, 225 participantes). Si se hiciera un seguimiento de 1000 personas durante un año, 771 personas sin entrenamiento de la movilidad experimentarían efectos no deseados o perjudiciales, mientras que 562 personas con entrenamiento de la movilidad experimentarían dichos efectos.
- Los ingresos en residencias de mayores disminuyeron un 4% (entre un 8% más y un 12% menos) (un estudio, 241 participantes). Si se hiciera un seguimiento de 1000 personas durante un año, 248 personas sin entrenamiento de la movilidad serían ingresadas en una residencia de mayores, frente a 208 personas con entrenamiento de la movilidad.
- Las caídas aumentaron un 1% (12% más a 7% menos) (dos estudios, 425 participantes). Si se hiciera un seguimiento de 1000 personas durante un año, 573 personas sin entrenamiento de la movilidad sufrirían una caída, frente a las 584 personas que la sufrirían con entrenamiento de la movilidad.
- La tasa de mortalidad aumentó un 1% (del 6% más al 2% menos) (seis estudios, 747 participantes). Si se hiciera un seguimiento de 1000 personas durante un año, morirían 51 personas sin entrenamiento de la movilidad, frente a 59 personas con entrenamiento de la movilidad que morirían.
Certeza de la evidencia
En personas mayores vulnerables, evidencia de certeza alta muestra que el entrenamiento de la movilidad mejora la movilidad. Evidencia de certeza moderada muestra que es probable que el entrenamiento de la movilidad mejore la funcionalidad. El entrenamiento de la movilidad podría suponer una diferencia escasa o nula en el número de ingresos en residencias de mayores (evidencia de certeza baja), el número de personas que se caen (evidencia de certeza baja) y la tasa de mortalidad (evidencia de certeza moderada). Los efectos no deseados o perjudiciales del entrenamiento no se presentaron correctamente y, cuando se informaron, la evidencia general fue de certeza muy baja.
Los datos de la revisión apoyan el uso del entrenamiento de la movilidad para mejorar la movilidad en una población mayor vulnerable que vive en la comunidad. Evidencia de alta certeza muestra que, en comparación con el control, el entrenamiento de la movilidad mejora el nivel de movilidad, y evidencia de certeza moderada muestra que podría mejorar el nivel de funcionalidad en personas mayores vulnerables que viven en la comunidad. Hay evidencia de certeza moderada de que la mejoría de la movilidad continúa seis meses después de la intervención. Es posible que el entrenamiento de la movilidad no influya en el número de personas que presentan caídas o ingresan en residencias de mayores, ni en la tasa de mortalidad. No está claro el efecto sobre los eventos adversos ya que la certeza de la evidencia fue muy baja.
La vulnerabilidad es habitual en las personas mayores y se caracteriza por el deterioro de múltiples sistemas corporales, lo que provoca una disminución de la reserva fisiológica y una mayor propensión a desenlaces de salud adversos. Se calcula que el 21% de la población mayor de 65 años que vive en la comunidad es vulnerable. La vulnerabilidad predice de forma independiente las caídas, el empeoramiento de la movilidad, el deterioro de la funcionalidad, el deterioro de las actividades cotidianas y la muerte. La International Classification of Functioning, Disability and Health (ICF) de la Organización Mundial de la Salud define la movilidad como: cambiar y mantener una posición corporal, caminar y desplazarse. Entre las intervenciones más habituales para aumentar la movilidad se encuentran los ejercicios funcionales, como sentarse y levantarse, caminar o practicar el dar pasos.
Resumir la evidencia de los efectos beneficiosos y la seguridad del entrenamiento de la movilidad sobre la actividad general y la movilidad en personas mayores vulnerables que viven en la comunidad.
Se hicieron búsquedas en CENTRAL, MEDLINE, Embase, AMED, PEDro, US National Institutes of Health Ongoing Trials Register y en la Plataforma de registros internacionales de ensayos clínicos de la Organización Mundial de la Salud (junio de 2021).
Se incluyeron los ensayos controlados aleatorizados (ECA) que evaluaron los efectos del entrenamiento de la movilidad sobre la movilidad y la funcionalidad en personas vulnerables de más de 65 años que viven en la comunidad. La comunidad se definió como aquellos que residen en su domicilio o en lugares que no ofrecen servicios de rehabilitación ni atención sanitaria residencial, por ejemplo, comunidades para jubilados, viviendas protegidas o albergues.
Se realizó una comparación "general" de todos los tipos de entrenamiento de la movilidad versus control.
Esta revisión incluyó 12 ECA, con 1317 participantes, realizados en nueve países. La mediana del número de participantes en los ensayos fue 97. La media de edad de los participantes fue 82 años. La mayoría de los ensayos tenían un riesgo de sesgo incierto o alto en uno o más ítems. Todos los ensayos compararon el entrenamiento de la movilidad con una intervención control (definida como una que no se cree que mejore la movilidad, como la educación en salud general, las visitas sociales, el ejercicio muy suave o el ejercicio "simulado" que no se espera que repercuta en la movilidad).
Evidencia de certeza alta mostró que el entrenamiento de la movilidad mejora el nivel de movilidad al finalizar el periodo de intervención. La puntuación media de movilidad fue 4,69 en el grupo control, y con el entrenamiento de la movilidad, esta puntuación mejoró en 1,00 punto (intervalo de confianza [IC] del 95%: 0,51 a 1,51) en la Short Physical Performance Battery (en una escala de 0 a 12; las puntuaciones más altas indican mejores niveles de movilidad) (12 estudios, 1151 participantes). Se trata de un cambio clínicamente significativo (diferencia mínima clínicamente importante: 0,5 puntos; mejoría absoluta del 8% [4% más alto a 13% más alto]; número necesario a tratar para un desenlace beneficioso adicional [NNTB] 5 [IC del 95%: 3,00 a 9,00]). Este efecto beneficioso se mantuvo seis meses después de la intervención.
Evidencia de certeza moderada (disminuida por la inconsistencia) mostró que el entrenamiento de la movilidad probablemente mejora el nivel de funcionalidad al finalizar la intervención. La puntuación media de la funcionalidad fue 86,1 en el grupo control, y con el entrenamiento de la movilidad, esta puntuación mejoró en 8,58 puntos (IC del 95%: 3,00 a 14,30) en el Barthel Index (en una escala de 0 a 100; las puntuaciones más altas indican mejores niveles de funcionalidad) (nueve estudios, 916 participantes) (mejoría absoluta del 9% [3% más alto a 14% más alto]). Este resultado no alcanzó significación clínica (9,8 puntos). Este efecto beneficioso no pareció mantenerse a los seis meses de la intervención.
No está claro el efecto del entrenamiento de la movilidad sobre los eventos adversos ya que la certeza de la evidencia se consideró muy baja (disminuida un nivel por imprecisión y dos niveles por sesgo). El número de eventos fue 771 por cada 1000 en el grupo control y 562 por cada 1000 en el grupo con entrenamiento de la movilidad (razón de riesgos [RR] 0,74; IC del 95%: 0,63 a 0,88; dos estudios, 225 participantes) (diferencia absoluta del 19% menos [9% menos a 26% menos]).
El entrenamiento de la movilidad podría dar lugar a una diferencia escasa o nula en el número de personas que ingresan en residencias de mayores al final del período de intervención, ya que el intervalo de confianza del 95% incluye la posibilidad tanto de una reducción como de un aumento del número de ingresos en residencias de mayores (evidencia de certeza baja, disminuida por la imprecisión y el sesgo). El número de eventos fue 248 por cada 1000 en el grupo control y 208 por cada 1000 en el grupo con entrenamiento de la movilidad (RR 0,84; IC del 95%: 0,53 a 1,34; un estudio, 241 participantes) (diferencia absoluta del 4% menos [8% más a 12% menos]).
El entrenamiento de la movilidad podría dar lugar a una diferencia escasa o nula en el número de personas que se caen, ya que el intervalo de confianza del 95% incluye la posibilidad tanto de una reducción como de un aumento del número de personas que se caen (evidencia de certeza baja, disminuida por imprecisión y limitaciones en el diseño del estudio). El número de eventos fue 573 por cada 1000 en el grupo control y 584 por cada 1000 en el grupo con entrenamiento de la movilidad (RR 1,02; IC del 95%: 0,87 a 1,20; dos estudios, 425 participantes) (mejoría absoluta del 1% [12% más a 7% menos]).
El entrenamiento de la movilidad probablemente no da lugar a una diferencia en la tasa de mortalidad al final del período de intervención, ya que el intervalo de confianza del 95% incluye la posibilidad tanto de una reducción como de un aumento de la tasa de mortalidad (evidencia de certeza moderada, disminuida por el sesgo). El número de eventos fue 51 por cada 1000 en el grupo control y 59 por cada 1000 en el grupo con entrenamiento de la movilidad (RR 1,16; IC del 95%: 0,64 a 2,10; seis estudios, 747 participantes) (mejoría absoluta del 1% [6% más a 2% menos]).
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