El dolor neuropático es el dolor que proviene de los nervios dañados. Es diferente de los mensajes de dolor de los nervios sanos a partir del tejido lesionado (por ejemplo, una caída, un corte o una rodilla con artritis). El dolor neuropático se trata con fármacos diferentes a los del dolor causado por tejido dañado. Los fármacos como el paracetamol o el ibuprofeno no son por lo general efectivos para el dolor neuropático, mientras que la medicación que a veces se utiliza para tratar la depresión o la epilepsia puede ser muy efectiva para algunos pacientes con este tipo de dolor.
La imipramina pertenece a la misma clase de fármacos que la amitriptilina, que se recomienda ampliamente para tratar el dolor neuropático; la imipramina también puede ser útil en estas afecciones dolorosas. En 2013 se realizaron búsquedas de ensayos clínicos en los que se utilizó imipramina para tratar el dolor neuropático.
Se encontraron cinco estudios con 168 participantes que presentaban polineuropatía o neuropatía diabética dolorosa. Los estudios eran aleatorizados y doble ciego, aunque todos presentaron una o más fuentes de sesgo principal potencial que podría dar lugar a la sobrestimación de la eficacia. No fue posible combinar la información de los diferentes estudios, aunque individualmente indicaron algún beneficio con la imipramina (generalmente en una dosis de entre 100 mg y 150 mg diarios), en comparación con placebo, a expensas de un aumento de los eventos adversos.
La información fue muy escasa y de calidad inadecuada como para asegurar que la imipramina es útil como analgésico en el dolor neuropático de la diabetes o debido al daño de múltiples nervios. No había ninguna información acerca de otros tipos de dolor neuropático. Se ha demostrado que otros fármacos son efectivos.
Esta revisión halló poca evidencia que apoye la administración de imipramina para el tratamiento del dolor neuropático. Hubo evidencia de calidad muy baja sobre efectos beneficiosos, aunque la misma provino de estudios con deficiencias metodológicas y potencialmente sujetos a sesgos importantes. Se dispone de fármacos respaldados por una cantidad de evidencia mucho mayor.
Los antidepresivos se utilizan ampliamente para tratar el dolor neuropático crónico (dolor causado por daño nervioso), generalmente en dosis por debajo de las que ejercen efectos antidepresivos. Se está reemplazando una revisión anterior que incluyó todos los antidepresivos para el dolor neuropático con revisiones nuevas de fármacos individuales que examinan los trastornos de dolor neuropático individuales.
La imipramina es un antidepresivo tricíclico que ocasionalmente se utiliza para el tratamiento del dolor neuropático.
Evaluar la eficacia analgésica de la imipramina para el dolor neuropático crónico en adultos y los eventos adversos asociados.
Se hicieron búsquedas en CENTRAL, MEDLINE y en EMBASE, el 18 de noviembre de 2013, así como en las listas de referencias de los artículos recuperados y en otras revisiones. También se utilizaron dos bases de datos de ensayos clínicos y nuestra propia base de datos para realizar búsquedas manuales de estudios anteriores.
Se incluyeron estudios aleatorizados con doble cegamiento, de al menos dos semanas de duración, que compararan imipramina con placebo u otro tratamiento activo para el dolor neuropático crónico. Los participantes fueron adultos de 18 años de edad y mayores. Se incluyeron sólo artículos con publicación completa en revistas y resúmenes y síntesis extendidas de ensayos.
De forma independiente, dos autores de la revisión extrajeron los datos sobre la eficacia y los eventos adversos y examinaron las cuestiones de calidad de los estudios. Se realizó el análisis con tres niveles de evidencia. El primer nivel de evidencia se obtuvo a partir de los datos que cumplieron con los mejores estándares actuales y que tuvieron un riesgo de sesgo mínimo (un resultado equivalente a una reducción significativa en la intensidad del dolor, un análisis de intención de tratar sin imputación de los abandonos, al menos 200 participantes en la comparación, duración de ocho a 12 semanas, diseño paralelo); el segundo nivel a partir de los datos que no cumplieron con uno o más de estos criterios y que se consideró que tuvieron cierto riesgo de sesgo, pero con números adecuados en la comparación; y el tercer nivel a partir de los datos que incluyeron números pequeños de participantes y que se consideró que era muy probable que estuvieran sesgados o que utilizaran resultados de escasa utilidad clínica, o ambos.
Cinco estudios trataron a 168 participantes con polineuropatía o neuropatía diabética dolorosa. La media de edad en los estudios individuales fue de entre 47 y 56 años. Cuatro estudios utilizaron un diseño cruzado (cross-over) y uno un diseño de grupo paralelo; 126 participantes fueron asignados al azar para recibir imipramina de 25 mg a 350 mg al día (la mayoría tomó de 100 mg a 150 mg al día). Los comparadores fueron un placebo (un placebo activo en un estudio), la paroxetina, la mianserina, la venlafaxina y la amitriptilina, y el tratamiento se administró durante dos a 12 semanas. Todos los estudios tenían una o más fuentes de posible sesgo importante.
Ningún estudio aportó evidencia de primer o segundo nivel para ningún resultado. No hubo datos disponibles sobre la proporción de pacientes con una reducción de al menos un 50% o un 30% del dolor, aunque hubo datos de un solo estudio para el otro resultado primario de la impresión global de cambio del paciente, informado como evaluación del paciente de un alivio completo o de mucho alivio del dolor. No pudieron agruparse los datos; sin embargo, la evidencia de tercer nivel de los estudios individuales indicó alguna mejoría en el alivio del dolor en los pacientes que recibieron imipramina en comparación con placebo, aunque esta evidencia era de calidad muy baja y se derivó principalmente de los datos medios de los grupos y los análisis de los pacientes que finalizaron estudios pequeños y de corta duración (en que existe una posibilidad de sesgo importante).
Cuatro estudios aportaron datos sobre eventos adversos, pero la información fue inconsistente y fragmentada, y la calidad de la evidencia fue muy baja. Los pacientes que recibieron imipramina en general presentaron más eventos adversos (sobre todo sensación de sequedad en la boca y una tasa mayor de retiros por eventos adversos) que los que recibieron el placebo.
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