¿Cuál fue el objetivo de esta revisión?
El objetivo de esta revisión fue averiguar si los tratamientos sin medicamentos para la tartamudez pueden mejorar la fluidez del habla, las actitudes comunicativas del niño y el efecto en su calidad de vida, y los posibles efectos perjudiciales en niños de hasta seis años de edad, tanto a corto como a largo plazo. Se recopilaron y analizaron todos los estudios relevantes para responder a esta pregunta y se encontraron cuatro estudios.
Mensajes clave
El Programa Lidcombe podría dar lugar a una menor frecuencia de tartamudez y una mayor eficiencia del habla (es decir, número de palabras o sílabas habladas por minuto) en niños pequeños tras recibir la cantidad de tratamiento incluida en los estudios. Sigue sin conocerse el impacto del programa impartido en su totalidad, ya que ningún estudio comunicó los desenlaces de los niños que habían completado el programa, el cual está diseñado para durar de uno a dos años.
Solo un estudio informó sobre cómo funcionaba el tratamiento a largo plazo, pero el efecto del tratamiento no pudo resumirse, ya que faltaban los resultados de la mayoría de los niños del grupo control.
Se necesitan más estudios de alta calidad que evalúen los tratamientos de la tartamudez para niños pequeños, incluyendo estudios que informen sobre una gama más amplia de desenlaces y que evalúen otros tratamientos además del Programa Lidcombe.
¿Qué estudió la revisión?
La tartamudez, o el tartamudeo, como se le llama a veces, es un trastorno comunicativo frecuente que suele aparecer cuando los niños tienen entre dos y cuatro años de edad. La tartamudez puede caracterizarse por la repetición de sonidos individuales del habla, partes de palabras o palabras enteras; el alargamiento involuntario de los sonidos del habla; o los bloqueos del habla. Los momentos de tartamudez también pueden ir acompañados de tensión visible en la cara o la voz del hablante, guiños o inclinaciones de cabeza. La tartamudez puede tener un efecto negativo en cómo se sienten las personas consigo mismas y en cómo viven sus vidas. Por lo tanto, es importante identificar tratamientos eficaces para la tartamudez en los niños pequeños para reducir la posibilidad de que experimenten estos efectos negativos.
¿Cuáles son los principales resultados de la revisión?
Se encontraron cuatro estudios, de los cuales todos compararon a niños pequeños que recibieron el Programa Lidcombe con niños pequeños en lista de espera. En tres estudios, los niños de la lista de espera no recibieron ningún tratamiento hasta que se terminó el estudio. En el cuarto, los niños de la lista de espera podían recibir tratamiento de su logopeda local si lo deseaban. Al final del estudio, los padres de siete niños (35%) del grupo control informaron de que su hijo había recibido algún tratamiento, ya sea el Programa Lidcombe u otro programa de tratamiento llamado "Easy Does It", mientras estaba en la lista de espera.
Hubo 151 niños de dos a seis años de edad en los cuatro estudios. En el Programa Lidcombe, un logopeda realizaba consultas clínicas presenciales con el niño y los padres en una clínica o hablaba con ellos por teléfono. Durante estas consultas, se enseñó a los padres a llevar a cabo el tratamiento en casa en sesiones prácticas diarias de 10 a 15 minutos. Dos estudios se realizaron en Australia, uno en Nueva Zelanda y uno en Alemania. Dos estudios duraron nueve meses, uno 16 semanas y uno 12 semanas. El Rotary Club de Wiesbaden, Alemania financió parcialmente un estudio; el National Health and Medical Research Council de Australia financió otro. Un estudio no declaró fuentes de financiación y otro informó de que no recibió financiación alguna para el ensayo.
Los cuatro estudios notificaron los efectos del tratamiento sobre la frecuencia de tartamudez. Un estudio también notificó la eficiencia del habla. No se encontraron estudios que analizaran los efectos de los tratamientos para la tartamudez sobre la gravedad de la tartamudez; las actitudes comunicativas; el desarrollo emocional (cómo un niño reconoce, expresa y maneja sus sentimientos), cognitivo (cómo un niño piensa, explora y resuelve los problemas) o psicosocial (cómo las necesidades individuales de un niño se vinculan con las necesidades o demandas de la sociedad); ni los efectos secundarios.
Los estudios incluidos sugieren que el Programa Lidcombe podría reducir la frecuencia de la tartamudez en niños pequeños en comparación con un grupo control en lista de espera (evidencia de calidad muy baja). Un estudio también notificó que el Programa Lidcombe podría aumentar la eficiencia del habla en niños pequeños en comparación con un grupo control en lista de espera (evidencia de calidad moderada).
Solo un estudio hizo un seguimiento de los niños de hasta cinco años desde el inicio del tratamiento, y por aquel entonces, faltaban los resultados de la mayoría de los niños del grupo control. Por lo tanto, se desconoce si los beneficios del tratamiento duraron en el tiempo.
¿Cuál es el grado de actualización de esta revisión?
Se buscaron estudios que se hubieran publicado hasta el 16 de septiembre de 2020. Se hizo una búsqueda en otra base de datos el 20 de octubre de 2020.
¿Qué fiabilidad tiene la evidencia generada por esta revisión?
La calidad de los resultados relacionados con la frecuencia de tartamudez fue muy baja y la de los resultados relacionados con la eficiencia del habla fue moderada. Esto significa que no está claro que el efecto del tratamiento siga siendo el mismo si se añadiesen más estudios a la revisión. Se necesitan más estudios que comparen diferentes tratamientos para la tartamudez con un grupo control en lista de espera para conocer con mayor certeza el efecto del tratamiento para la tartamudez.
Esta revisión sistemática indica que el Programa Lidcombe podría dar lugar a una menor frecuencia de tartamudez y una mayor eficiencia del habla que un grupo control en lista de espera en niños de hasta seis años de edad tras la intervención. Sin embargo, estos resultados deben interpretarse con cautela debido a la certeza muy baja y moderada de la evidencia, y al alto riesgo de sesgo identificado en los estudios incluidos. Por lo tanto, se necesitan más estudios de investigadores independientes, para evaluar los efectos inmediatos y a largo plazo de otras intervenciones no farmacológicas para la tartamudez en comparación con un grupo control sin intervención o en lista de espera.
La tartamudez, o tartamudeo, afecta a la capacidad del niño de hablar con fluidez. Se trata de un trastorno de la comunicación muy frecuente, que afecta al 11% de los niños hasta los cuatro años de edad. La tartamudez puede caracterizarse por la repetición de sonidos, de parte de la palabra o de toda la palabra, por la prolongación de los sonidos o por el bloqueo de los sonidos o del flujo de aire. Los momentos de tartamudez también pueden ir acompañados de comportamientos no verbales, como una tensión visible en la cara del hablante, parpadeos o inclinaciones de cabeza. La tartamudez también puede afectar negativamente a la actividad conductual, social y emocional.
Objetivo principal
Evaluar los efectos inmediatos y a largo plazo de las intervenciones no farmacológicas para la tartamudez en los desenlaces del habla, las actitudes comunicativas, la calidad de vida y los posibles efectos adversos en niños de hasta seis años.
Objetivo secundario
Describir la relación entre los efectos de la intervención y las características preliminares de los participantes (es decir, la edad del niño, el coeficiente intelectual, la gravedad, el sexo y el tiempo transcurrido desde el inicio de la tartamudez).
El 16 de septiembre de 2020 se hicieron búsquedas en CENTRAL, MEDLINE, Embase, PsycINFO, CINAHL, en otras nueve bases de datos y en dos registros de ensayos, y en Open Grey el 20 de octubre de 2020. No hubo restricciones de idioma, año de publicación ni tipo de publicación. También se buscó en las listas de referencias de los estudios incluidos y se solicitaron datos de ensayos no publicados a los autores de los estudios publicados. Se realizaron búsquedas manuales de resúmenes de congresos y programas de congresos relevantes.
Se incluyeron los ensayos controlados aleatorizados (ECA) y los ensayos controlados cuasialeatorizados que evaluaron intervenciones no farmacológicas para la tartamudez en niños de hasta seis años. Los comparadores elegibles fueron ninguna intervención, lista de espera o tratamiento habitual.
Se utilizaron los procedimientos metodológicos estándares previstos por Cochrane.
Se identificaron cuatro ECA elegibles, de los cuales todos compararon el Programa Lidcombe con un grupo control en lista de espera. En total, en los cuatro estudios incluidos participaron 151 niños de dos a seis años de edad. En el Programa Lidcombe, los padres y su hijo acuden a un logopeda en una clínica. Un estudio realizó las consultas clínicas por teléfono. En cada consulta clínica, se enseñó a los padres cómo llevar a cabo el tratamiento en casa. Dos estudios se realizaron en Australia, uno en Nueva Zelanda y uno en Alemania. Dos estudios duraron nueve meses, uno 16 semanas y uno 12 semanas. La frecuencia de las consultas clínicas y de las sesiones prácticas en casa varió dentro del programa. El Rotary Club de Wiesbaden, Alemania financió parcialmente un estudio; el National Health and Medical Research Council de Australia financió otro. Un estudio no informó sobre sus fuentes de financiación y otro comunicó que no recibió financiación alguna para el ensayo.
Los cuatro estudios informaron sobre el desenlace de la frecuencia de tartamudez. Un estudio también informó sobre la eficiencia del habla, definida como la tasa de articulación. Ningún estudio informó sobre los otros desenlaces predeterminados de esta revisión, es decir, la gravedad de la tartamudez; las actitudes comunicativas; los dominios emocionales, cognitivos o psicosociales; ni sobre los efectos adversos.
El Programa Lidcombe dio como resultado una frecuencia de tartamudez menor en porcentaje de sílabas tartamudeadas (% SS) que un grupo control en lista de espera tras la intervención, a las 12 semanas, a las 16 semanas y a los nueve meses desde la asignación al azar (diferencia de medias [DM] -2,16; intervalo de confianza [IC] del 95%: -3,48 a -0,84; cuatro estudios, 151 participantes; p = 0,001; evidencia de certeza muy baja).
Sin embargo, como el Programa Lidcombe está diseñado para durar de uno a dos años, ninguno de los participantes de estos estudios había terminado el programa de intervención completo en ninguno de los momentos de obtención de datos.
Se evaluó que la frecuencia de tartamudez tenía un alto riesgo de sesgo general debido al alto riesgo de sesgo en al menos un dominio en tres de los cuatro estudios incluidos, y que había cierta preocupación de sesgo general en el cuarto, debido a alguna preocupación en al menos un dominio.
Se encontró evidencia de certeza moderada de un estudio que muestra que el Programa Lidcombe podría aumentar la eficiencia del habla en los niños pequeños.
Solo un estudio informó sobre los desenlaces en el seguimiento a largo plazo. El efecto a largo plazo de la intervención no pudo resumirse, ya que faltaban los resultados de la mayoría de los niños del grupo control. Sin embargo, se realizó una comparación intragrupo entre la media de % SS en el momento de la asignación al azar y la media de % SS en el momento del seguimiento ampliado que mostró una reducción significativa de la frecuencia de tartamudez.
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