El dolor crónico es un problema importante para muchas personas, y resulta crucial tener evidencia actualizada sobre los efectos de sus posibles tratamientos. Teniendo esto en cuenta, se publicó la tercera actualización de la revisión Cochrane de terapias psicológicas para el dolor crónico en agosto de 2020.
Este podcast ha sido traducido por Andrea Cervera y locutado por Montse León del Centro Cochrane Iberoamericano.
El dolor crónico es un problema importante para muchas personas, y resulta crucial tener evidencia actualizada sobre los efectos de sus posibles tratamientos. Teniendo esto en cuenta, se publicó la tercera actualización de la revisión Cochrane de terapias psicológicas para el dolor crónico en agosto de 2020.
Este podcast ha sido traducido por Andrea Cervera y locutado por Montse León del Centro Cochrane Iberoamericano.
El dolor crónico es muy frecuente, su incidencia aumenta con la edad y afecta seriamente a la calidad de vida. Se trata de un dolor que no indica daño o enfermedad, pero que se mantiene por alteraciones del sistema nervioso y, en general, no responde a analgésicos u otras intervenciones médicas.
A largo plazo, las formas habituales de controlar el dolor como los analgésicos y la ayuda médica, o el reposo, pueden causar discapacidad y, a menudo, depresión. Sin embargo, estos problemas son, en cierta medida, reversibles a través de cambios en el enfoque del tratamiento del dolor. El uso de la psicoterapia es una manera de hacerlo; una combinación de entender el dolor, reducir la ansiedad acerca de su significado, aumentar la actividad de la manera en que sea importante para la persona y mejorar la calidad de vida en general. Esto puede ayudar a que las personas retomen sus actividades sociales y de ocio, su trabajo y sean menos dependientes de la atención sanitaria.
Existen diferentes formas de psicoterapia, y en la revisión se analizaron por separado las tres más habituales. Se trata de la terapia cognitivo-conductual (TCC), la terapia conductual (TC) y la terapia de aceptación y compromiso (TAC). Entre las afecciones de interés se incluían todos los tipos de dolor crónico excepto la cefalea, o dolor de cabeza, para la cual el tratamiento difiere ligeramente. La revisión requirió que los tratamientos se hubiesen administrado de manera presencial y que los estudios tuvieran al menos 20 personas en cada grupo del ensayo al final del tratamiento. Se analizaron los desenlaces de dolor, discapacidad y ansiedad y, aunque se buscó evidencia de efectos adversos, esta fue demasiado escasa para analizarla.
De los 75 ensayos incluidos, 59 analizaron la terapia cognitivo-conductual. Mostraron ligeros beneficios en el dolor, la discapacidad y la ansiedad en comparación con ningún tratamiento, que se mantuvieron hasta los 6 y 12 meses de seguimiento. Al comparar esta terapia con una alternativa, como la educación y el ejercicio, el efecto beneficioso fue muy ligero y no se mantuvo durante el seguimiento.
Ocho estudios observaron la terapia conductual y no mostraron evidencia de un beneficio, pero en esta área se necesitan más ensayos de mayor tamaño con componentes de terapia claramente definidos.
La gran sorpresa fue hallar solo cinco estudios sobre la terapia de aceptación y compromiso, que se ha convertido recientemente en la opción ofrecida a personas con dolor crónico en varios lugares. La calidad de la evidencia fue baja y los hallazgos no eran fiables, y en su mayoría indicaron que la TAC no mostró ninguna diferencia con los tratamientos de control. Esto significa que se necesitan con urgencia ensayos grandes de calidad sobre la terapia de aceptación y compromiso, realizados preferiblemente por terapeutas sin preferencias por la TAC ni la terapia de control. Mientras se realizan estos ensayos, la TAC debe considerarse una terapia experimental y evaluarse siempre que se utilice.
En resumen, existen suficientes ensayos grandes sobre la terapia cognitivo-conductual para tener una seguridad razonable de que proporciona un beneficio a los pacientes con dolor crónico, aunque este sea pequeño de media. De cara al futuro, debemos encontrar maneras de aumentar estos beneficios y de extenderlos a las poblaciones a menudo excluidas de los ensayos, como personas con deterioro cognitivo o problemas psiquiátricos.
Si desea leer la revisión completa y estar al tanto de futuras actualizaciones, puede dirigirse a la Biblioteca Cochrane punto com y buscar 'terapias psicológicas para el dolor crónico'.