Identificar las maneras de ayudar a las personas a mantenerse físicamente activas debería mejorar su salud y bienestar y prevenir muertes prematuras. Existen varias revisiones Cochrane relevantes y una publicada en septiembre de 2021 observó programas escolares.
Este podcast ha sido traducido por Andrea Cervera del Centro Cochrane Iberoamericano y locutado por Orlando Cerón Solís del Centro Cochrane Asociado de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Identificar las maneras de ayudar a las personas a mantenerse físicamente activas debería mejorar su salud y bienestar y prevenir muertes prematuras. Existen varias revisiones Cochrane relevantes y una publicada en septiembre de 2021 observó programas escolares.
Este podcast ha sido traducido por Andrea Cervera del Centro Cochrane Iberoamericano y locutado por Orlando Cerón Solís del Centro Cochrane Asociado de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Mantenerse activo físicamente desde la infancia hasta la edad adulta es muy importante. En todo el mundo, se calcula que cada año mueren 5,3 millones de personas por no realizar suficiente ejercicio y la falta de actividad física también está asociada a varias enfermedades crónicas e incluso el cáncer.
La investigación nos muestra que el patrón de actividad física de una persona en su infancia conlleva patrones similares en la edad adulta. Por ello, dada la cantidad de tiempo que permanecen los niños en la escuela en la mayor parte del mundo, los programas cuyo objetivo es incorporar la actividad física al ámbito escolar podrían ayudar a impulsar la actividad física global del niño, con independencia de factores externos como los comportamientos o la situación económica de sus progenitores. Se llevó a cabo esta revisión para comprobar si es cierto y se hallaron pruebas contradictorias.
En esta revisión se investigó si la promoción de la actividad física en el ámbito escolar dio lugar a un aumento del porcentaje de estudiantes que cumplía con las recomendaciones de actividad física, el número de minutos semanales empleados para realizar una actividad física moderada a intensa y la cantidad de tiempo que pasaron sentados. También se examinó si los programas mejoraron la forma física de los estudiantes, su calidad de vida, su peso corporal o su índice de masa corporal, conocido como IMC, y si dieron lugar a algún evento adverso.
Se encontraron 89 estudios de todo el mundo con más de 66 000 niños y adolescentes de entre 6 y 18 años. Para incluir el estudio en la revisión, el programa de actividad física debía aplicarse al menos durante 12 semanas, pero algunos duraron hasta seis años.
No hubo dos programas iguales, lo que dificulta la comparación entre estudios. En general, los programas se podrían agrupar en cuatro categorías: programas escolares de tipo antes y después, programas de educación física mejorada, programas que incorporaron la actividad física a la jornada escolar y programas con varios componentes, que observaron la escuela en su conjunto y cambiaron materiales didácticos, el entorno escolar y, a veces, el currículum académico.
En los estudios se observó que las intervenciones escolares de actividad física probablemente supongan poco o ningún aumento del tiempo de realización de actividad física moderada a intensa. La diferencia media entre los estudios fue un aumento de menos de un minuto al día. Estos programas también podrían suponer una reducción escasa o nula del tiempo sedentario, pero se tiene menos confianza en estos resultados.
Las evidencias indican que los programas escolares de actividad física podrían mejorar la forma física y generar una ligera reducción del IMC, pero, de nuevo, la certeza de estos efectos es baja dada la amplia variabilidad entre estudios y en su calidad. Finalmente, en lo que respecta a la calidad de vida y los eventos adversos, se desconocen los efectos de los programas sobre estos, ya que se midieron en muy pocos estudios.
En los análisis secundarios, se observó si los resultados difirieron entre las cuatro grandes categorías de intervención. Se observó que las intervenciones con varios componentes y las que incorporaron actividad física a la jornada escolar podrían aumentar la actividad física global, pero el efecto parece ser pequeño. Por el contrario, los programas de educación física mejorada podrían afectar significativamente a la forma física.
En resumen, aunque los programas escolares de actividad física podrían aumentar la forma física y tener un ligero efecto en el IMC, es probable que no aumenten la actividad física semanal. Dadas las notables diferencias entre programas y las amplias variaciones en los efectos observados en los estudios, los profesionales de salud pública, los docentes y aquellos que consideren aplicar programas de actividad física en el ámbito escolar, deben reflexionar sobre qué programa utilizar.
Si desea saber más leyendo la revisión completa, puede encontrarla buscando 'actividad física escolar' en la Biblioteca Cochrane.