La Colaboración Cochrane ha publicado más de 30 revisiones sobre intervenciones para pacientes con prolapso de órganos pélvicos. De estas, una serie de seis revisiones sistemáticas relacionadas concretamente con el tratamiento quirúrgico se publicaron por primera vez en 2016 y actualmente se están actualizando. En el podcast se habla sobre la actualización de una de ellas, relacionada con la malla o injerto transvaginal en la cirugía del prolapso transvaginal.
Este podcast ha sido traducido por Yasmín García y locutado por Andrea Cervera del Centro Cochrane Iberoamericano.
La Colaboración Cochrane ha publicado más de 30 revisiones sobre intervenciones para pacientes con prolapso de órganos pélvicos. De estas, una serie de seis revisiones sistemáticas relacionadas concretamente con el tratamiento quirúrgico se publicaron por primera vez en 2016 y actualmente se están actualizando. En el podcast se habla sobre la actualización de una de ellas, relacionada con la malla o injerto transvaginal en la cirugía del prolapso transvaginal.
Este podcast ha sido traducido por Yasmín García y locutado por Andrea Cervera del Centro Cochrane Iberoamericano.
El prolapso de órganos pélvicos es una enfermedad frecuente que afecta a una de cada dos mujeres que han tenido hijos. Consiste en el descenso de los órganos pélvicos como la vejiga, el intestino o el útero hacia la vagina, provocando síntomas como una sensación de bulto o protuberancia. Puede afectar a la vejiga, al intestino y la actividad sexual. La opción quirúrgica tradicional es la cirugía con tejido nativo (autólogo, o de la propia paciente), que utiliza puntos de sutura, pero se asocia con altas tasas de prolapso recurrente, y una alternativa es utilizar mallas o injertos. La cirugía se puede realizar a través del abdomen o a través de la vagina y se puede dividir conceptualmente en las distintas zonas de la vagina: la parte delantera (donde se asienta la vejiga), la parte trasera (donde se asienta el intestino) y la parte superior (donde se asienta el útero o el final de la vagina si la mujer se ha sometido a una histerectomía previa).
Los injertos y las mallas están hechos de material permanente, absorbible o biológico y se utilizan en el momento de una operación de prolapso. Refuerzan los tejidos con el objetivo de reducir las tasas de fracaso observadas con los puntos. Esta revisión explora específicamente todas las cirugías de prolapso que se realizan a través de la vagina en las que se ha utilizado un injerto de cualquier tipo.
Desde la última versión de esta revisión, que se publicó en 2016, las mallas transvaginales se han retirado del mercado en muchos países. Esto se debió a las tasas de complicaciones inaceptables para mujeres sometidas a estos procedimientos. Desde 2016 también se han realizado y publicado varios estudios internacionales grandes y estudios de países donde la malla para la cirugía de prolapso sigue siendo una opción, por lo que se han evaluado todos los datos disponibles y se ha actualizado la revisión.
En este momento se cuenta con 51 ensayos con más de 7800 mujeres que comparan las mallas y los injertos transvaginales con el tejido autólogo (y otras reparaciones con injertos) para reparar el prolapso.
La evidencia mostró que, si bien las mallas transvaginales se asociaron con tasas más bajas de prolapso recurrente y reintervención quirúrgica para el prolapso en comparación con las reparaciones con tejido autólogo, las reparaciones con malla transvaginal se asociaron con mayor morbilidad, incluidas más lesiones vesicales, es decir de la vejiga, e incontinencia de esfuerzo. Las mujeres que se sometieron a cirugía con malla transvaginal también tuvieron más probabilidades de requerir una cirugía posterior por prolapso, incontinencia o exposición de la malla, que es cuando la malla atraviesa la piel vaginal o penetra en una zona donde no estaba colocada originalmente. Aproximadamente una de cada nueve mujeres sufrió la exposición de la malla y cerca de la mitad de ellas tuvieron que repetir la intervención.
En general, los hallazgos son similares a los de la revisión de 2016, pero los estudios más grandes y el seguimiento más prolongado, a veces de hasta 10 años, han mejorado la confianza en estos resultados.
Mientras que la cirugía para la exposición de la malla se analizó bien en la mayoría de los estudios, la reintervención quirúrgica por complicaciones de la malla, que no fueran la exposición de la misma, no se informó de manera adecuada. De hecho, solo un ensayo consideró repetir la cirugía por dolor como complicación de la malla. La información sobre los desenlaces de calidad de vida también fue muy irregular y sólo se informó en nueve de los 51 estudios.
También falta evidencia para establecer conclusiones sobre el uso de las mallas transvaginales en los grupos de mayor riesgo, como mujeres con prolapso recurrente; o sobre si las mallas ligeras más recientes podrían ser una alternativa adecuada.
Aunque el uso de la malla transvaginal en las reparaciones de los prolapsos proporciona algunos beneficios en los desenlaces clínicos y quirúrgicos, tiene riesgos y morbilidad asociados significativos. Dadas las preocupaciones constatadas, si se considerara el uso de la malla transvaginal, se debería hacer a discreción del Comité de ética local y los resultados se deberían comunicar a las autoridades sanitarias nacionales.
Para acceder a la revisión completa debe entrar a la Biblioteca Cochrane y buscar “malla transvaginal y prolapso”, la encontrará fácilmente, y también encontrará las demás actualizaciones de esta serie sobre el tratamiento quirúrgico del prolapso de órganos pélvicos a medida que se vayan publicando.