Los programas de entrenamiento se usan para estimular a los profesionales de la salud a que pregunten a sus pacientes si fuman, y luego ofrecer asesoramiento para ayudarles a dejar el hábito. La revisión de 17 ensayos halló que estos programas de entrenamiento ayudan a los profesionales de la salud a identificar a los fumadores y a aumentar el número de pacientes que dejan de fumar. Los programas también aumentan el número de pacientes a los que los profesionales de la salud ofrecen asesoramiento y apoyo para dejar de fumar.
El entrenamiento de los profesionales de la salud para administrar intervenciones para el abandono del hábito de fumar tuvo un efecto cuantificable sobre la prevalencia puntual del hábito de fumar, la abstinencia continua y el rendimiento profesional. La única excepción fue la administración de chicles o tratamiento de reemplazo de nicotina, que no difirió entre los grupos.
El consumo de cigarrillos es una de las principales causas de muerte prevenible en todo el mundo. Existe buena evidencia de que intervenciones breves de los profesionales de la salud pueden aumentar los intentos para dejar de fumar. Varios ensayos han examinado si el entrenamiento de las aptitudes de los profesionales de la salud puede dar lugar a que tengan un mayor éxito al ayudar a los pacientes que fuman.
Determinar la efectividad del entrenamiento para profesionales sanitarios en la administración de intervenciones para el abandono del hábito de fumar a sus pacientes, y evaluar los efectos adicionales de las características del entrenamiento, como el contenido de la intervención, el método de administración y la intensidad.
Se realizaron búsquedas en el registro especializado del Grupo Cochrane de Adicción al Tabaco (Cochrane Tobacco Addiction Group), en bases de datos electrónicas y en las bibliografías de los estudios identificados, y se solicitaron los datos brutos a los autores del estudio cuando fue necesario. Las búsquedas se actualizaron en marzo de 2012.
Ensayos aleatorios en que la intervención fue el entrenamiento en el abandono del hábito de fumar para los profesionales sanitarios. Los ensayos se consideraron cuando informaban resultados sobre el hábito de fumar en los pacientes al menos seis meses después de la intervención. Aunque debían informarse los resultados del proceso, se excluyeron los ensayos que informaban solamente los efectos sobre los resultados del proceso y no sobre el hábito de fumar.
Dos revisores independientes extrajeron la información en relación con las características de cada estudio incluido en cuanto a las intervenciones, los participantes, los resultados y los métodos. Cuando fue posible, los estudios se combinaron en un metanálisis y se informaron en la síntesis narrativa en el texto y las tablas.
A partir de 17 estudios incluidos, 13 no encontraron pruebas de un efecto para la abstinencia continua del hábito de fumar después de la intervención. El metanálisis de 14 estudios en cuanto a la prevalencia puntual del hábito de fumar produjo un efecto estadística y clínicamente significativo a favor de la intervención (OR 1,36; IC del 95%: 1,20 a 1,55; p = 0,004). El metanálisis de ocho estudios que informaron sobre la abstinencia continua también fue estadísticamente significativo (OR 1,60; IC del 95%: 1,26 a 2,03; p = 0,03).
Los profesionales sanitarios que habían recibido entrenamiento tuvieron mayor probabilidad de cumplir con tareas relacionadas con el abandono del hábito de fumar en comparación con los controles no entrenados, que incluyeron: solicitar a los pacientes que fijaran una fecha de abandono (p < 0,0001), concertar citas de seguimiento (p < 0,00001), orientar a los fumadores (p < 0,00001), proveer material de autoayuda (p < 0,0001) y prescribir una fecha de abandono del hábito (p < 0,00001). No se observaron pruebas de un efecto en cuanto a la administración del tratamiento de reemplazo/chicle de nicotina.
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