La actividad física insuficiente da lugar a un mayor riesgo de varias enfermedades crónicas incluida la cardiopatía coronaria. La actividad física regular puede reducir este riesgo y también proporcionar otros beneficios físicos y posiblemente mentales. La actividad de la mayoría de los adultos no alcanza los niveles recomendados. Las conclusiones de esta revisión indican que el asesoramiento y la orientación profesionales con un apoyo continuo pueden alentar a las personas a ser más activas físicamente a corto y medio plazo. Se necesitan más estudios de investigación para establecer qué métodos de promoción de ejercicios funciona mejor a largo plazo para estimular a grupos específicos de personas a realizar más actividad física.
Esta revisión sugiere que las intervenciones de actividad física tienen un efecto moderado sobre la actividad física comunicada por el interesado, sobre el logro de un nivel predeterminado de actividad física y la condición cardiorrespiratoria. Debido a la heterogeneidad clínica y estadística de los estudios, sólo es posible establecer conclusiones limitadas acerca de la efectividad de los componentes individuales de las intervenciones. Los estudios futuros deben proporcionar un mayor detalle de los componentes de las intervenciones.
Se sabe poco acerca de la efectividad de las estrategias que permiten a las personas alcanzar y mantener los niveles recomendados de actividad física.
Evaluar la efectividad de las intervenciones diseñadas para promover la actividad física en adultos de más de 16 años que no están internos en una residencia.
Se realizaron búsquedas en The Cochrane Library (número 1 2005), MEDLINE, EMBASE, CINAHL, PsycLIT, BIDS ISI, SPORTDISCUS, SIGLE, SCISEARCH (desde su fecha más antigua hasta diciembre de 2004). Se verificaron las listas de referencias de los artículos relevantes. No se aplicaron restricciones de idioma.
Ensayos controlados aleatorizados (ECA) que compararon distintas intervenciones para motivar a adultos sedentarios no internos en una residencia a ser físicamente activos. Los estudios requerían un seguimiento mínimo de seis meses desde el comienzo de la intervención hasta la recopilación de los datos finales y utilizaban un análisis por intención de tratar o, en su defecto, no tenían más de un 20% de pérdidas en el seguimiento.
Al menos dos autores de la revisión, de forma independiente, evaluaron la calidad de cada estudio y extrajeron los datos. Cuando fue necesario, se estableció contacto con los autores de los estudios para obtener información adicional. Para las medidas continuas de actividad física comunicada por el participante y condición cardiorrespiratoria se calcularon las diferencias de medias estandarizadas y los intervalos de confianza del 95%. Para los estudios con desenlaces dicotómicos se calcularon los odds ratios y los intervalos de confianza del 95%.
El efecto de las intervenciones sobre la actividad física comunicada por el participante (19 estudios; 7598 participantes) fue positivo y moderado (modelo de efectos aleatorios de DME combinada 0,28; IC del 95%: 0,15 a 0,41), así como el efecto de las intervenciones (11 estudios; 2195 participantes) sobre la condición cardiorrespiratoria (modelo de efectos aleatorios de DME combinada 0,52; IC del 95%: 0,14 a 0,90). Hubo heterogeneidad significativa en los efectos informados así como heterogeneidad en las características de las intervenciones. La heterogeneidad de los efectos notificados se redujo en los estudios de mayor calidad, cuando la actividad física fue autodirigida con cierta orientación profesional y cuando hubo un apoyo profesional continuo.
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