La infección por toxoplasmosis es causada por un parásito, el Toxoplasma gondii. Comer o manipular carne cruda o insuficientemente cocinada, no lavarse bien las manos después de la jardinería, manipular tierra o agua contaminada o el contacto con las heces de los gatos puede causar la infección. En general la infección es asintomática y autolimitada. La prevención primaria implica educar al público en general, filtrar el agua y mejorar la higiene de las granjas para reducir la infección animal.
Si la embarazada no ha estado expuesta anteriormente al parásito y desarrolla los anticuerpos (inmunoglobulinas) mientras está embarazada, la infección se puede transmitir de la madre al feto (toxoplasmosis congénita). Lo anterior es poco frecuente, pero puede tener consecuencias graves como malformación, retraso mental, sordera y ceguera en el niño infectado, muerte intrauterina o parto de mortinatos. La probabilidad de infección es mayor durante el tercer trimestre, pero el riesgo de que el feto desarrolle signos clínicos importantes es mayor en el embarazo temprano. Las mujeres embarazadas suelen desconocer los factores de riesgo de la toxoplasmosis congénita. Ofrecer educación prenatal podría significar que las mujeres adopten medidas de comportamiento sencillas para evitar la toxoplasmosis.
Esta revisión incluyó dos ensayos controlados aleatorizados (con 5455 mujeres). No fue posible combinar los datos porque cada ensayo midió la efectividad de diferentes maneras. Un estudio se realizó en Canadá, y participaron 432 mujeres asignadas al azar a una presentación de diez minutos durante una clase prenatal sobre la prevención de la toxoplasmosis, o a una clase prenatal habitual. Las pérdidas durante el seguimiento fueron altas y 285 completaron el cuestionario posterior a la prueba en el tercer trimestre. Solo el 5% de las mujeres del grupo de intervención recordaron haber recibido información específica sobre la prevención de la toxoplasmosis durante las clases prenatales. Los autores concluyeron que la educación prenatal puede cambiar de forma efectiva el comportamiento de las embarazadas ya que aumenta la higiene doméstica, personal y de los alimentos. En el otro ensayo realizado en Francia participaron 5023 mujeres embarazadas sin evidencia de infección por toxoplasmosis (seronegativas), que se asignaron al azar a recibir un folleto y una cinta de audio con información para la prevención de la toxoplasmosis, o a una clase prenatal habitual. Las pérdidas durante el seguimiento fueron elevadas y 2790 completaron el cuestionario previo y posterior a la prueba sobre el comportamiento (44,5% de pérdidas durante el seguimiento), mientras que a 3949 mujeres se les realizaron pruebas de anticuerpos en sangre (22,4% de pérdidas durante el seguimiento). El comportamiento de las mujeres no cambió después de la intervención. De manera similar, la tasa de seroconversión no difirió entre los grupos (13 de 2591 mujeres sufrieron seroconversión en el grupo intervención y cuatro de 1358 en el grupo control).
Se consideró que ambos ensayos tuvieron una calidad metodológica baja según la evaluación con los criterios GRADE. Lo anterior limita la confianza en los resultados. La evidencia que apoya la educación prenatal para prevenir la toxoplasmosis congénita es limitada.
Aunque la prevención primaria de la toxoplasmosis congénita se considera una intervención aconsejable, su efectividad no se ha evaluado adecuadamente debido a la falta de riesgos relacionados, en comparación con la prevención secundaria y terciaria. Hay muy poca evidencia a partir de ECA de que la educación prenatal sea efectiva para reducir la toxoplasmosis congénita, aunque la evidencia de los estudios observacionales indican que sí lo es. Debido a la falta de evidencia convincente que apoye la educación prenatal para la prevención congénita de la toxoplasmosis, se necesitan ECA adicionales para confirmar cualquier posible efecto beneficioso y cuantificar de forma adicional la repercusión de diferentes conjuntos de intervenciones educacionales.
La toxoplasmosis congénita se considera una infección poco frecuente pero potencialmente grave. La educación prenatal acerca de la toxoplasmosis congénita pudiera ser la intervención más eficiente y menos perjudicial, pero su efectividad no está clara.
Evaluar los efectos de la educación prenatal para prevenir la toxoplasmosis congénita.
Se realizaron búsquedas en el registro de ensayos del Grupo Cochrane de Embarazo y Parto (Cochrane Pregnancy and Childbirth Group) (31 de mayo 2015), y en las listas de referencias de los documentos, revisiones y sitios web pertinentes.
Ensayos controlados aleatorizados (ECA) y cuasialeatorizados de todos los tipos de educación prenatal en la infección por toxoplasmosis durante el embarazo. Fueron elegibles para inclusión los ensayos aleatorizados grupales.
Dos autores de la revisión de forma independiente evaluaron los ensayos para la inclusión y el riesgo de sesgo, extrajeron los datos y verificaron su exactitud.
Dos ensayos controlados aleatorizados grupales (ECA) (con 5455 mujeres) cumplieron los criterios de inclusión. Los dos ensayos incluidos midieron la efectividad de la intervención de diferentes maneras, lo que hizo imposible el metanálisis de los resultados. La calidad general de los dos estudios, evaluada mediante los criterios GRADE, fue baja, con un alto riesgo de sesgo de detección y desgaste en ambos ensayos incluidos.
Un ensayo (432 mujeres reclutadas) realizado en Canadá se consideró de calidad metodológica baja. Este ensayo no informó sobre los resultados primarios preespecificados en la revisión y los resultados secundarios informaron los resultados solo como valores de p. Además, las pérdidas durante el seguimiento fueron elevadas (34%, 147 de 432 mujeres reclutadas inicialmente). Los autores concluyeron que la educación prenatal puede cambiar de forma efectiva el comportamiento de las embarazadas, ya que aumenta la higiene doméstica, personal y de los alimentos. El segundo ensayo realizado en Francia también se consideró de calidad metodológica baja. Las pérdidas durante el seguimiento también fueron elevadas (44,5%, 2233 de 5023 mujeres reclutadas inicialmente) y diferentes (40% en el grupo de intervención y 52% en el grupo control). Los autores concluyeron que la educación prenatal para la toxoplasmosis congénita tiene un efecto significativo sobre la mejora del conocimiento de las mujeres, mientras que no tiene efecto sobre el cambio del comportamiento de las mujeres. En este ensayo 17/3949 las mujeres embarazadas sufrieron seroconversión a toxoplasmosis: 13/2591 (0,5%) pacientes en el grupo de intervención y 4/1358 (0,3%) pacientes en el grupo control. La tasa de seroconversión detectada durante el estudio no difirió entre los grupos (riesgo relativo [RR 1,70; intervalo de confianza [IC] del 95%: 0,56 a 5,21; participantes = 3949; estudios = uno, evidencia de calidad baja). El número de eventos fue demasiado pequeño para establecer conclusiones del efecto de la educación prenatal sobre la tasa de seroconversión durante el embarazo.
No se detectaron otros ensayos aleatorizados del efecto de la educación prenatal sobre la tasa de toxoplasmosis congénita, o la tasa de seroconversión de la toxoplasmosis durante el embarazo.
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