Después de la fractura de cadera y la cirugía posterior, muchos pacientes de edad avanzada presentan un deterioro en su movilidad, independencia y calidad de vida. En la actualidad, se considera que los factores sociales y psicológicos como el temor a las caídas, la autoeficacia, el control percibido y las estrategias de afrontamiento son importantes en la recuperación de la fractura de cadera. Sin embargo, existe información limitada sobre cómo las terapias actúan sobre estos factores. Además, existe escasa información sobre quién puede proporcionar estas intervenciones de manera adecuada.
Los autores de la revisión buscaron evidencia de la efectividad de los tratamientos que se centraron específicamente en mejorar la independencia en las actividades cotidianas (como vestirse, tareas domésticas, ir de compras e interactuar en la comunidad) o en aspectos psicológicos y sociales en los pacientes de edad avanzada que se recuperan de una fractura de cadera. Fue posible identificar nueve estudios que incluyeron a 1400 pacientes que presentaron una fractura de cadera. Los hallazgos de tres ensayos que evaluaron enfoques administrados mientras los pacientes aún estaban hospitalizados y que utilizaron estrategias como reorientación, terapia cognitiva conductual y terapia ocupacional intensiva no mostraron cambios en los resultados. Dos ensayos evaluaron la atención a cargo del personal de enfermería especializado en gerontología que se administró principalmente en la comunidad. Uno de estos ensayos que incluyó la planificación del alta encontró evidencia de una reducción del resultado deficiente (definido como muerte, reingreso al hospital o imposibilidad de retornar al domicilio) a los tres meses de atención por personal de enfermería especializado; sin embargo, el otro ensayo no encontró diferencias en los resultados funcionales a los 12 meses en comparación con la atención habitual. Los ensayos que evaluaron otras intervenciones poshospitalarias, incluidos los programas de educación grupal después del alta y la rehabilitación domiciliaria (a cargo de un fisioterapeuta del estudio y del personal de enfermería) no proporcionaron evidencia de que estas intervenciones mejoren los resultados. Este hecho indica que la transición entre la atención en la fase aguda de la enfermedad, la rehabilitación y la atención en la comunidad requiere observación adicional. En general, los estudios fueron demasiado pequeños y de calidad variada para recomendar cambios en la práctica.
Algunos resultados pueden ser susceptibles de tratamientos psicosociales; sin embargo, no hay evidencia suficiente para recomendar cambios en la práctica. Se requieren investigaciones adicionales sobre las intervenciones descritas en esta revisión que incluyan la atención al momento, la duración, el ámbito y la administración de la/s disciplina/s, así como la terapia entre los diferentes ámbitos de atención. Para facilitar evaluaciones futuras, se debe establecer un conjunto central de resultados para los ensayos de fractura de cadera que incluya resultados informados por los pacientes como calidad de vida y cumplimiento.
Se considera que los factores sociales y psicológicos como el temor a las caídas, la autoeficacia y las estrategias de afrontamiento son importantes en la recuperación de la fractura de cadera en los pacientes de edad avanzada.
Evaluar los efectos de las intervenciones para mejorar el funcionamiento físico y psicosocial después de la fractura de cadera.
Se realizaron búsquedas en el Registro Especializado del Grupo Cochrane de Lesiones Óseas, Articulares y Musculares (Cochrane Bone, Joint and Muscle Trauma Group), (septiembre 2009), Registro Cochrane Central de Ensayos Controlados (Cochrane Central Register of Controlled Trials) (The Cochrane Library 2008, número 4), MEDLINE y EMBASE (hasta diciembre 2008), en otras bases de datos y en listas de referencias de artículos relacionados.
Ensayos aleatorizados y cuasialeatorizados de intervenciones de rehabilitación aplicadas en ámbitos hospitalarios o ambulatorios para mejorar el funcionamiento físico o psicosocial en pacientes de edad avanzada con fractura de cadera. Los resultados primarios fueron la función física y psicosocial y el "resultado deficiente" (un resultado compuesto de mortalidad, imposibilidad de retornar a la vida independiente y reingreso al hospital).
Dos autores de la revisión, de forma independiente, seleccionaron los ensayos según los criterios de inclusión predefinidos, extrajeron los datos y evaluaron el riesgo de sesgo. Los desacuerdos fueron moderados por un tercer autor.
Se incluyeron nueve ensayos pequeños y heterogéneos (1400 participantes). Los ensayos implementaron intervenciones diferentes que incluyeron comparaciones de "atención habitual", proveedores, ámbitos y evaluación de los resultados. Aunque al parecer la mayoría de los ensayos se realizó de manera adecuada, la evaluación del riesgo de sesgo se vio obstaculizada por la información deficiente.
Tres ensayos que evaluaron intervenciones (medidas de reorientación, terapia ocupacional intensiva, terapia cognitiva conductual) administradas en ámbitos hospitalarios no encontraron diferencias significativas en los resultados. Dos ensayos probaron la atención dirigida por enfermeras especializadas, que fue predominantemente posterior al alta, pero que incluyó la planificación del alta en un ensayo: este ensayo encontró algunos beneficios a los tres meses, pero el otro ensayo no encontró diferencias a los 12 meses. El entrenamiento (intervenciones educativas y motivacionales) se examinó en dos ensayos muy diferentes: un ensayo no encontró ningún efecto sobre la función a los seis meses; y el otro mostró que el entrenamiento mejoraba las expectativas de autoeficacia a los seis meses, aunque no cuando se combinaba con el ejercicio. Dos ensayos que probaban intervenciones (rehabilitación en el hogar; programa de aprendizaje en grupo) iniciadas varias semanas después de la fractura de cadera, no encontraron diferencias significativas en los resultados a los 12 meses.
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