El trabajo de parto puede considerarse un período de ejercicio prolongado. Las pacientes en trabajo de parto pueden deshidratarse como resultado del esfuerzo físico causado por la contracción de los músculos del útero. En muchas instituciones, las pacientes son sometidas a una política cuestionable de ingesta oral restringida. Sólo se permiten sorbos de agua o astillas de hielo. En las instituciones en las que se emplea este método, las pacientes reciben líquidos intravenosos de forma habitual (mediante un "goteo"). El objetivo de esta revisión fue evaluar el impacto de la administración habitual de líquidos intravenosos (mediante un “goteo”) en la duración del trabajo de parto en pacientes que cursaban su primer embarazo. También se deseó determinar cualquier efecto secundario de los líquidos intravenosos en la madre y el neonato.
Se incluyeron nueve ensayos controlados aleatorios. La revisión demostró que en las pacientes que no beben líquidos libremente durante el ciclo del trabajo de parto, los líquidos adicionales a través de un “goteo” (por vía intravenosa) reducen la duración del trabajo de parto. El número de cesáreas también se redujo cuando las pacientes recibieron solución salina normal o lactato de Ringer en un ritmo de 250 mL/hora en comparación con 125 mL/hora. Los líquidos que contienen dextrosa redujeron los niveles de sodio (hiponatremia), tanto en la madre durante el trabajo de parto como en los neonatos.
Sin embargo, las diferencias en la metodología y la calidad de varios de los ensayos no aportan pruebas suficientes para recomendar la colocación habitual de un goteo en pacientes durante el trabajo de parto. Debe realizarse investigación adicional sobre si las pacientes que beben libremente aún necesitan un goteo, y la política de restricción de la ingesta oral debe examinarse de forma urgente.
Aunque la administración de líquidos intravenosos en comparación con la ingesta oral sola demostró una reducción en la duración del trabajo de parto, este hallazgo surgió de sólo dos ensayos. Los hallazgos de otros ensayos indican que si se aplica una política de ninguna ingesta oral, luego la duración del trabajo de parto en pacientes nulíparas puede acortarse mediante la administración de líquidos intravenosos en un ritmo de 250 mL/hora en lugar de 125 mL/hora. Sin embargo, podría ser que las pacientes sencillamente aumenten la ingesta oral en lugar de colocarles un goteo, y debe considerarse si es justificable persistir con una política de “nada por boca”. Un ensayo planteó dudas en cuanto a la seguridad de la dextrosa, lo cual debe investigarse de forma adicional.
Ninguno de los ensayos informó sobre la evaluación de las opiniones maternas en cuanto a la colocación de un goteo durante todo el trabajo de parto. Además, no hubo una evaluación objetiva de la deshidratación. Las pruebas de esta revisión no son consistentes para recomendar la administración habitual de líquidos intravenosos. La interpretación de los resultados de los ensayos fue obstaculizada por el número bajo de ensayos que contribuyeron con datos y por la variación entre los ensayos. En los ensayos en los que no se restringieron los líquidos orales, hubo una considerable variación en la cantidad de líquidos orales ingeridos por las pacientes en diferentes brazos del mismo ensayo y entre diferentes ensayos. Además, los resultados de los ensayos no fueron consistentes y varió el riesgo de sesgo. Algunas preguntas de investigación importantes fueron consideradas en ensayos individuales solamente, y con frecuencia, no se informaron los resultados importantes en relación con la morbilidad materna e infantil.
Existen varios factores que pueden influir en la progresión del trabajo de parto normal. Se ha postulado que la administración habitual de líquidos intravenosos para mantener a las pacientes hidratadas de forma adecuada durante el trabajo de parto puede reducir el período de contracción y relajación del músculo uterino, y en última instancia, puede reducir la duración del trabajo de parto. También se ha sugerido que los líquidos intravenosos pueden reducir las cesáreas debido al trabajo de parto prolongado.
Sin embargo, la administración habitual de líquidos intravenosos a las pacientes en trabajo de parto no se ha dilucidado adecuadamente, aunque es una política ampliamente adoptada, y no hay consenso en cuanto al tipo o volumen de líquidos requeridos, o en verdad, sobre si los líquidos intravenosos son realmente necesarios. Las pacientes podrían hidratarse ellas mismas de forma adecuada si se les permitiera recibir líquidos orales durante el trabajo de parto.
Además, los volúmenes excesivos de líquidos intravenosos pueden presentar riesgos, tanto para la madre como para el neonato y los diferentes líquidos se asocian con diferentes riesgos.
Evaluar si la administración habitual de líquidos intravenosos a pacientes nulíparas de bajo riesgo durante el trabajo de parto reduce la duración del trabajo de parto y evaluar la seguridad de los líquidos intravenosos en cuanto a la salud materna y neonatal.
Se hicieron búsquedas en el Registro de ensayos del Grupo Cochrane de Embarazo y Parto (Cochrane Pregnancy and Childbirth Group) (13 de febrero de 2013).
Ensayos controlados aleatorios de la administración de líquidos intravenosos en pacientes nulíparas de bajo riesgo durante el trabajo de parto espontáneo.
Los autores de la revisión evaluaron de forma independiente los ensayos para su inclusión, la calidad de los mismos y extrajeron los datos.
Se incluyeron nueve ensayos aleatorios con 1781 mujeres. Tres ensayos tuvieron más de dos brazos de tratamiento y se incluyeron en más de una comparación.
Dos ensayos compararon a pacientes asignadas al azar para recibir hasta 250 mL/hora de solución de lactato de Ringer y también ingesta oral versus ingesta oral solamente. Para las pacientes que tuvieron un parto vaginal, hubo una reducción de la duración del trabajo de parto en el grupo de lactato de Ringer (diferencia de medias [DM] -28,86 minutos, intervalo de confianza [IC] del 95%: -47,41 a -10,30). No hubo una reducción estadística en el número de cesáreas en el grupo de lactato de Ringer (cociente de riesgos [CR] 0,73; IC del 95%: 0,49 a 1,08).
Tres ensayos compararon a pacientes que recibieron 125 mL/hora versus 250 mL/hora de líquidos intravenosos con líquidos orales sin restricciones en ambos grupos. Las pacientes que recibieron un volumen mayor de líquidos intravenosos por hora (250 mL) presentaron trabajos de parto más cortos que las que recibieron 125 mL (DM 23,87 minutos, IC del 95%: 3,72 a 44,02; 256 mujeres). No hubo una reducción estadísticamente significativa en el número de cesáreas en el grupo de líquidos intravenosos de 250 mL (CR promedio 1,00; IC del 95%: 0,54 a 1,87; tres estudios, 334 mujeres). En un estudio, el número de partos vaginales asistidos fue inferior en el grupo que recibió 125 mL/hora (CR 0,47; IC del 95%: 0,27 a 0,81).
Cuatro ensayos compararon el ritmo de los líquidos intravenosos en pacientes con una ingesta oral restringida (125 mL/hora versus 250 mL/hora). Hubo una reducción en la duración del trabajo de parto en las pacientes que recibieron un ritmo mayor de infusión (DM 105,61 minutos, IC del 95%: 53,19 a 158,02); p < 0,0001; sin embargo, los hallazgos deben interpretarse con cuidado debido a que hubo una heterogeneidad alta entre los ensayos (I2= 53%). Hubo una reducción significativa en las cesáreas en las pacientes que recibieron el ritmo mayor de infusión de líquidos intravenosos (CR 1,56; IC del 95%: 1,10 a 2,21; P = 0,01). No se identificaron diferencias en la tasa de partos asistidos (CR 0,78; IC del 95%: 0,44 a 1,40). No hubo diferencias claras entre los grupos en el número de recién nacidos que ingresaron a la UCIN (CR 0,48; IC del 95%: 0,07 a 3,17).
Dos ensayos compararon solución salina normal versus dextrosa al 5%. Sólo uno informó la duración media del trabajo de parto, y no hubo pruebas sólidas de una diferencia entre los grupos (DM -12,00; IC del 95%: -30,09 a 6,09). Un ensayo que informó la mediana indicó una reducción en la duración en el grupo de dextrosa. No hubo diferencias significativas en las cesáreas o los partos asistidos (CR 0,77; IC del 95%: 0,41 a 1,43; dos estudios, 284 mujeres y CR 0,59; IC del 95%: 0,21 a 1,63; un estudio, 93 mujeres, respectivamente). Sólo un ensayo informó la hiponatremia materna (niveles de sodio en suero < 135 mmol/L) En cuanto a las complicaciones neonatales, no hubo diferencias en el ingreso a la UCIN ni en las puntuaciones bajas de Apgar, sin embargo, el 33,3% de los recién nacidos desarrollaron hiponatremia en el grupo de dextrosa en comparación con el 13,3% en el grupo de solución salina normal (CR 0,40; IC del 95%: 0,17 a 0,93) (p = 0,03). Un ensayo informó una incidencia mayor de hiperbilirrubinemia neonatal en el grupo de recién nacidos que recibieron dextrosa. No hubo diferencias en los episodios de hipoglucemia neonatal entre los grupos.
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