El dolor neuropático es el dolor que proviene de los nervios dañados. Es diferente de los mensajes de dolor transmitidos a lo largo de los nervios sanos a partir de tejido dañado (una caída, un corte o artritis de la rodilla). El dolor neuropático se trata con fármacos diferentes que los administrados para el dolor que proviene del tejido dañado. Por lo general, los fármacos como el paracetamol o el ibuprofeno no son efectivos para el dolor neuropático, mientras que la medicación que a veces se utiliza para tratar la depresión o la epilepsia puede ser muy efectiva para algunos pacientes con dolor neuropático.
La desipramina es un antidepresivo tricíclico de la misma clase de los fármacos como la amitriptilina, que se recomienda ampliamente para tratar el dolor neuropático. La desipramina también puede ser útil en estos trastornos dolorosos. En 2014, se realizaron búsquedas para obtener ensayos clínicos en los que se utilizó desipramina para tratar el dolor neuropático.
Cinco estudios pequeños, cada uno con 24 a 54 participantes, incluyeron a 177 participantes en total con neuropatía diabética dolorosa o neuralgia posherpética. Los estudios eran aleatorizados y doble ciego, aunque todos presentaron una o más fuentes de sesgo principal potencial que podría dar lugar a la sobrestimación de la eficacia. No fue posible combinar la información de los diferentes estudios, aunque individualmente indicaron algún beneficio de la desipramina (generalmente en una dosis de entre 100 mg y 150 mg diarios), en comparación con placebo, a expensas de un aumento de los eventos adversos. No había suficiente información sobre otros comparadores para extraer conclusiones.
Hubo muy poca información, de una calidad insuficiente, para tener la seguridad de que la desipramina funciona como un fármaco para el dolor en la neuropatía diabética dolorosa o la neuralgia posherpética, y no hubo información acerca de otros tipos de dolor neuropático. Otros fármacos han demostrado ser eficaces como tratamientos de primera elección.
Esta revisión encontró poca evidencia para apoyar la administración de desipramina para el tratamiento del dolor neuropático. Hubo evidencia de calidad muy baja con respecto a los efectos beneficiosos y perjudiciales, aunque las mismas provinieron de estudios con deficiencias metodológicas y potencialmente sujetos a sesgos importantes. Se dispone de fármacos respaldados por una cantidad de evidencia mucho mayor. Puede haber una función de la desipramina en pacientes que no han obtenido el alivio del dolor con otros tratamientos.
Los antidepresivos se utilizan ampliamente para tratar el dolor neuropático crónico (dolor causado por daño nervioso), generalmente en dosis por debajo de las que ejercen efectos antidepresivos. Se está reemplazando una revisión anterior que incluyó todos los antidepresivos para el dolor neuropático con revisiones nuevas de fármacos individuales que examinan los trastornos de dolor neuropático individuales.
La desipramina es un antidepresivo tricíclico que ocasionalmente se utiliza para tratar el dolor neuropático.
Evaluar la eficacia analgésica de la desipramina para el dolor neuropático crónico en adultos y evaluar los eventos adversos asociados.
Se hicieron búsquedas en CENTRAL, MEDLINE y en EMBASE, desde su inicio hasta el 29 abril 2014, y también en las listas de referencias de los artículos recuperados y de otras revisiones. También se realizaron búsquedas manuales en una base de datos propia para identificar estudios anteriores, y en dos bases de datos de ensayos clínicos para obtener estudios en curso o no publicados.
Se incluyeron estudios aleatorizados con doble cegamiento, de al menos dos semanas de duración, que compararan desipramina con placebo u otro tratamiento activo para el dolor neuropático crónico. Los participantes fueron adultos de 18 años de edad y mayores. Se incluyeron sólo artículos completos de revistas.
De forma independiente, dos autores de la revisión extrajeron los datos sobre la eficacia y los eventos adversos y examinaron las cuestiones de calidad de los estudios. Se realizó el análisis con tres niveles de evidencia. El primer nivel de evidencia se obtuvo a partir de los datos que cumplieron con los mejores estándares actuales y que tuvieron un riesgo de sesgo mínimo (un resultado equivalente a una reducción significativa en la intensidad del dolor, un análisis de intención de tratar sin imputación de los abandonos, al menos 200 participantes en la comparación, duración de ocho a 12 semanas, diseño paralelo); el segundo nivel a partir de los datos que no cumplieron con uno o más de estos criterios y que se consideró que tuvieron cierto riesgo de sesgo, pero con números adecuados en la comparación; y el tercer nivel a partir de los datos que incluyeron números pequeños de participantes y que se consideró que era muy probable que estuvieran sesgados o que utilizaran resultados de escasa utilidad clínica, o ambos.
Cinco estudios trataron a 177 participantes con neuropatía diabética dolorosa (104) o neuralgia posherpética (73). La media o las medianas de la edad en los estudios fueron de 55 a 72 años. Cuatro estudios utilizaron un diseño cruzado (cross-over) y uno un diseño de grupo paralelo; 145 participantes fueron asignados al azar a recibir imipramina de 12,5 mg a 250 mg al día, y la mayoría tomó de 100 mg a 150 mg al día después de la reducción gradual. Los comparadores fueron placebo en tres estudios (un “placebo activo” en dos estudios), fluoxetina, clomipramina (uno estudio cada una) y amitriptilina (dos estudios) y el tratamiento se realizó durante dos a seis semanas. Todos los estudios tenían una o más fuentes de posible sesgo importante.
Ningún estudio aportó evidencia de primer o segundo nivel para ningún resultado. No hubo datos disponibles sobre la proporción de pacientes con una reducción de al menos un 50% o un 30% del dolor, aunque hubo datos disponibles de tres estudios para el otro resultado primario de la impresión global del paciente del cambio, informado como evaluación del paciente de un alivio “completo” o de “mucho” alivio del dolor. No fue posible realizar el agrupamiento de los datos; sin embargo, la evidencia de tercer nivel de los estudios individuales indicó cierta mejoría en el alivio del dolor en los pacientes que recibieron desipramina en comparación con placebo, aunque esta evidencia fue de calidad muy baja y se derivó principalmente de los datos medios de los grupos y los análisis de los pacientes que finalizaron estudios pequeños y de corta duración, en los que existe una posibilidad de sesgo importante. El número de participantes en las comparaciones de la desipramina con otro tratamiento activo fue demasiado bajo como para establecer cualquier conclusión.
Todos los estudios dieron alguna información sobre eventos adversos, pero los informes eran incoherentes y fragmentados. Los participantes que recibieron desipramina experimentaron más eventos adversos y una tasa mayor de retiros debido a los eventos adversos, en comparación con los participantes que recibieron placebo (evidencia de calidad muy baja).
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