Una de las primeras Revisiones Cochrane sobre hipertensión se publicó en 1998, y evaluó tratamientos para las personas de edad avanzada. Fue considerablemente actualizada por segunda vez en junio de 2019 y se le preguntó a la autora principal, Vijaya Musini, de la Universidad de British Columbia en Vancouver, Canadá que explicara la evidencia.
Una de las primeras Revisiones Cochrane sobre hipertensión se publicó en 1998, y evaluó tratamientos para las personas de edad avanzada. Fue considerablemente actualizada por segunda vez en junio de 2019 y se le preguntó a la autora principal, Vijaya Musini, de la Universidad de British Columbia en Vancouver, Canadá que explicara la evidencia.
Este podcast ha sido traducido y grabado por Laura Samsó del Centro Cochrane Iberoamericano.
La presión arterial alta, o hipertensión, que se define como una presión arterial sistólica de 140 mm de mercurio o más, o una presión arterial diastólica de 90 mm de mercurio o más, aumenta con la edad, sobretodo a partir de los 60 años. La hipertensión sistólica, que es más frecuente en personas mayores, aumenta el riesgo de sufrir un infarto de miocardio o un accidente cerebrovascular y está más fuertemente asociada a la enfermedad cardiovascular que la hipertensión diastólica.
Por tanto, el foco se centra en los efectos beneficiosos y perjudiciales del uso de fármacos que reducen la presión arterial, en vez de placebo o ningún tratamiento, en adultos de entre 60 y 79 años o mayores de 80.
Se buscaron ensayos aleatorizados que hubieran tratado y seguido pacientes durante al menos un año y se identificaron 16 estudios que habían reclutado casi 27.000 participantes de 60 años o más, de países industrializados occidentales que sufrían hipertensión sistólica o diastólica moderada o grave, o ambas. La edad media de los pacientes fue de 73 años y su presión sistólica media fue de 182 mmHg y la presión diastólica fue de 95 mmHg. La mayoría de estudios evaluaron el tratamiento diurético con tiazida de primera línea por una duración media de casi 4 años.
En pacientes de 60 años o mayores se encontró que el tratamiento farmacológico antihipertensivo redujo la proporción de personas que murieron por cualquier causa durante el estudio de un 11% en el grupo control a un 10% con tratamiento. Esta reducción fue principalmente debida a beneficios en el subgrupo de pacientes entre 60 y 79 años. Globalmente, se redujo la morbilidad y mortalidad cardiovascular de un 13,6% en el grupo control a un 9,8% con tratamiento, principalmente debido a una reducción del 1,8% en accidentes cerebrovasculares mortales y no mortales. Los tres ensayos limitados a pacientes con hipertensión sistólica aislada mostraron beneficios similares.
Los pacientes a quienes se les administró el tratamiento farmacológico fueron más propensos a abandonar debido a efectos adversos. Un 15,7% del grupo de tratamiento abandonó por esta razón comparado con un 5,4% en el grupo control.
En resumen, la administración de tratamiento antihipertensivo a adultos sanos de 60 años o mayores con hipertensión sistólica o diastólica de moderada a grave (o ambas) reduce la mortalidad por todas las causas, los accidentes cerebrovasculares, los infartos y la insuficiencia cardiaca. La mayor parte de la evidencia en beneficios se relaciona con aquellas personas que no han tenido un evento cardiovascular previo y que utilizan tiazida como tratamiento de primera línea.
Si quiere leer más acerca de esta evidencia, puede encontrar la revisión completa en Biblioteca Cochrane punto com buscando “hipertensión en personas de edad avanzada” para que aparezca al principio de las lista.