This podcast was published with an earlier version of this review, but it is still valid for the version published in May 2020.
La enfermedad por coronavirus 2019, o COVID-19 se ha propagado rápidamente por todo el mundo, por lo que se han actualizado las revisiones Cochrane más relevantes y se preparan revisiones rápidas de nuevos temas. En este podcast, Blair Rajamaki de la Universidad de Finlandia Oriental en Kuopio, describe los resultados de la actualización de abril de 2020 sobre los efectos del equipo de protección personal para los trabajadores sanitarios.
Este podcast ha sido traducido por Yasmín García y locutado por Salomé Planas del Centro Cochrane Iberoamericano.
La enfermedad por coronavirus 2019, o COVID-19 se ha propagado rápidamente por todo el mundo, por lo que se han actualizado las revisiones Cochrane más relevantes y se preparan revisiones rápidas de nuevos temas. En este podcast, Blair Rajamaki de la Universidad de Finlandia Oriental en Kuopio, describe los resultados de la actualización de abril de 2020 sobre los efectos del equipo de protección personal para los trabajadores sanitarios.
Este podcast ha sido traducido por Yasmín García y locutado por Salomé Planas del Centro Cochrane Iberoamericano.
El COVID-19 ha mostrado una vez más que los trabajadores sanitarios corren un riesgo mucho mayor de infección que la población general, debido a su exposición a los fluidos corporales contaminados de los pacientes. Esto también se observó durante las epidemias de ébola y SARS, cuando un alto número de trabajadores sanitarios se infectaron y murieron.
Los trabajadores sanitarios se pueden infectar cuando las salpicaduras o las gotas caen en los ojos, la boca o la nariz, o cuando entran en contacto con la piel contaminada. Cuando se trabaja estrechamente con pacientes con COVID-19, la única manera de reducir el riesgo de infección es que los trabajadores sanitarios utilicen equipos de protección individual, conocidos como EPI, que cubren partes del cuerpo que de lo contrario estarían expuestas. Esto no es tan simple como utilizar una mascarilla, sino que se requiere que se cubran todas las partes apropiadas del cuerpo. Sin embargo, no está claro qué tipo de EPI protege mejor, cuál es la mejor manera de ponérselos y quitárselos, ni cómo capacitar a los trabajadores sanitarios en el uso indicado del equipamiento. Esta revisión se elaboró para tratar de responder estas preguntas.
Se incluyeron todos los estudios controlados de EPI para todo el cuerpo utilizados por los trabajadores sanitarios expuestos a enfermedades altamente infecciosas, como el ébola, el SARS o el COVID-19. La eficacia se midió de tres maneras: infección, contaminación e incumplimiento de los protocolos. Debido a que los estudios de la vida real pueden ser difíciles de llevar a cabo, también se incluyeron investigaciones que utilizaron marcadores fluorescentes o virus o bacterias inocuos para simular la transmisión de fluidos que contienen el virus.
Después de buscar en varias bases de datos, se identificaron 22 estudios de simulación y dos estudios de campo, con 2278 participantes en total. Catorce fueron ensayos aleatorizados y, en general, hubo ocho estudios que compararon diferentes tipos de EPI, seis estudios de diversas modificaciones del diseño de los EPI, ocho estudios que evaluaron técnicas para ponerse y quitarse el equipo y tres de métodos de capacitación. En los estudios de simulación, las tasas de contaminación variaron entre los tipos de EPI, pero más del 25% de los participantes se contaminaron en más de la mitad de los estudios.
En la comparación de diferentes tipos de EPI, hubo cuatro resultados principales. En primer lugar, el uso de un respirador purificador de aire propulsado con un mono puede proteger contra el riesgo de contaminación mejor que una mascarilla N95 y una bata, pero es más difícil de poner. En segundo lugar, las personas con una bata larga estuvieron menos contaminadas que las que llevaban un mono, y los monos eran más difíciles de quitar. En tercer lugar, las personas con batas tenían menos manchas de contaminación que las que tenían delantales. Y, en cuarto lugar, el EPI hecho de un material más transpirable puede provocar más puntos de contaminación en el tronco en comparación con un material más repelente al agua, pero se puede asociar con una mayor satisfacción del usuario.
En las modificaciones del diseño de los EPI se encontró que la combinación de bata y guante sellados; una bata con mejor ajuste alrededor del cuello, las muñecas y las manos; una mejor cobertura de la interfaz bata-muñeca; y la incorporación de lengüetas para agarrar y facilitar la retirada de las mascarillas o los guantes, redujeron la contaminación en comparación con el EPI estándar.
En el caso de los procedimientos de colocación y retirada, se encontraron algunos beneficios importantes. Seguir las recomendaciones de los CDC para quitarse el equipo puede provocar menos contaminación en comparación con ninguna guía. Quitarse los guantes y las batas en un solo paso puede ser mejor que el retiro por separado; lo mismo se aplica al uso de dos pares de guantes y la eliminación del primer par al comienzo del retiro del EPI. Recibir instrucciones orales mientras se coloca y retira el equipo también puede dar lugar a menos errores y menos puntos de contaminación. Y, por último, el uso de amonio cuaternario o lejía para desinfectar los guantes antes del retiro del equipo también puede disminuir la contaminación, pero frotarse las manos con alcohol no fue tan efectivo.
Por último, los tres estudios de capacitación mostraron que una capacitación más activa, como la instrucción presencial o la simulación por ordenador, fue mejor que las instrucciones escritas por sí solas.
En resumen, esta revisión muestra que cubrir más partes del cuerpo da lugar a una mejor protección, pero a menudo se hace a costa de que sea más difícil ponerse o quitarse el equipo y que sea menos cómodo de llevar, y por lo tanto pueda incluso dar lugar a un peor cumplimiento y a mayor contaminación. Se necesitan más estudios de investigación y mejores y más grandes estudios de simulación para determinar qué combinaciones de EPI protegen mejor, la forma más segura de retirar los EPI y cómo mejorar el cumplimiento. También se necesita más evidencia de la vida real. La mejor manera de hacerlo durante una epidemia es organizar un ensayo aleatorizado, pero, cuando esto no es posible, una buena alternativa es registrar el uso de EPI de los trabajadores sanitarios expuestos y luego darles seguimiento para ver quién se infecta.
Si deseas obtener más información sobre los efectos de los diferentes tipos de equipos de protección individual, los detalles completos están en la revisión que está disponible de forma gratuita en línea. Sólo tienes que ir a bibliotecacochrane.com y buscar 'EPI y personal sanitario'.