Los pacientes con esquizofrenia presentan “síntomas positivos” que incluyen oír voces y ver cosas (alucinaciones) y determinadas creencias extrañas (delirios). Los pacientes con esquizofrenia también presentan “síntomas negativos” como cansancio, apatía y pérdida de la emoción. Los fármacos antipsicóticos representan el tratamiento principal para los síntomas de esquizofrenia y pueden agruparse en los fármacos más antiguos (primera generación o “típicos”) y los fármacos más nuevos (segunda generación o “atípicos”). La pimozida es un fármaco antipsicótico “típico” que se introdujo por primera vez a fines de los años sesenta y se administró a pacientes con esquizofrenia. Se cree que la pimozida es efectiva para tratar los síntomas positivos y negativos de la esquizofrenia o problemas similares de salud mental como el trastorno delirante, aunque produce efectos secundarios graves como rigidez muscular, temblores y lentitud de los movimientos corporales. La pimozida también puede causar problemas cardíacos y ha estado vinculada a la muerte súbita sin causa evidente. Actualmente, se requiere la vigilancia del corazón vía electrocardiograma antes y durante el tratamiento con pimozida. Se sabe que los pacientes con problemas de salud mental sufren enfermedades físicas como cardiopatía y diabetes y en promedio, pueden morir veinte años antes que las personas de la población general.
Se realizó una búsqueda actualizada para esta revisión el 28 de enero 2013; la revisión incluye ahora 32 estudios que evalúan los efectos de la pimozida para las personas con esquizofrenia o trastornos mentales similares. La pimozida se comparó con otros fármacos antipsicóticos, placebo (tratamiento “simulado”) o ningún tratamiento. Los resultados indican que la pimozida probablemente es igual de efectiva que otros fármacos antipsicóticos “típicos” comúnmente usados (para los resultados como el tratamiento del estado mental, la recaída, el abandono temprano del estudio). Ningún estudio incluyó los trastornos delirantes, de manera que no hay información disponible en este grupo de pacientes. No se encontraron pruebas para apoyar la inquietud de que la pimozida causa problemas cardíacos (aunque lo anterior puede ser resultado del hecho de que los estudios fueron pequeños y a corto plazo y los participantes no recibieron dosis por encima de los límites recomendados de 20 mg/d). La pimozida puede causar menos somnolencia que otros fármacos antipsicóticos típicos, aunque puede causar más temblores y estremecimiento incontrolable. Tampoco existe apoyo ni pruebas sobre la afirmación de que la pimozida es útil para el tratamiento de los pacientes con síntomas negativos. Sin embargo, la calidad de las pruebas en general fue baja o muy baja, los estudios fueron pequeños y de corta duración y el informe fue deficiente. Se necesitan estudios a gran escala, bien realizados y bien informados para evaluar la efectividad de la pimozida para el tratamiento de la esquizofrenia y otros problemas de salud mental como el trastorno delirante.
Este resumen en términos sencillos ha sido redactado por Benjamin Gray, (Usuario de Servicios y Experto Usuario de Servicios, Rethink Mental Illness).
Aunque las limitaciones de los datos son evidentes, existe suficiente consistencia en general, en diferentes resultados y escalas de tiempo, para confirmar que la pimozida es un fármaco con eficacia similar a otros antipsicóticos utilizados con mayor frecuencia, como la clorpromazina, para los pacientes con esquizofrenia. No hay ningún dato para apoyar o refutar su uso en los pacientes con trastornos delirantes.
La pimozida, que se sintetizó por primera vez a fines de la década de 1960, sigue comercializándose para la atención de los pacientes con esquizofrenia o psicosis relacionadas, como el trastorno delirante. Se ha asociado con cardiotoxicidad y muerte súbita inexplicada. Actualmente, se requiere de vigilancia electrocardiográfica antes y durante su utilización.
Revisar los efectos de la pimozida para sujetos con esquizofrenia o psicosis relacionadas en comparación con placebo, ningún tratamiento u otra medicación antipsicótica.
Un objetivo secundario fue examinar los efectos de la pimozida para los pacientes con trastorno delirante.
Se realizaron búsquedas en el registro del Grupo Cochrane de Esquizofrenia (Cochrane Schizophrenia Group) (28 enero 2013).
Se buscaron todos los ensayos clínicos aleatorios relevantes (ECA) que compararon la pimozida con otros tratamientos.
Se revisaron las citas, se ordenaron los trabajos, y luego se repitió la revisión y se evaluó la calidad de los estudios y los datos extraídos; todas estas actividades se desarrollaron de manera independiente. Para los datos dicotómicos homogéneos, se calculó el riesgo relativo (RR), el intervalo de confianza (IC) del 95% y las diferencias de medias (DM) para los datos continuos. Si las pérdidas durante el seguimiento superaban un 50%, se excluían los datos. Se evaluó el riesgo de sesgo para los estudios incluidos y se utilizó GRADE para calificar la calidad de las pruebas.
Se incluyeron 32 estudios en total: Entre los cinco estudios que compararon pimozida versus placebo, sólo un estudio proporcionó datos del estado general de la recaída, para el cual no se observaron diferencias entre los grupos a plazo medio (1 ECA, n = 20; CR 0,22; IC: 0,03 a 1,78; pruebas de muy baja calidad). Ninguno de los cinco estudios proporcionó datos sobre ninguna mejoría o los síntomas de primer rango en el estado mental. Los datos sobre los síntomas extrapiramidales no demuestran diferencias entre los grupos para el Parkinsonismo (rigidez) a corto plazo (1 ECA, n = 19; CR 5,50; IC: 0,30 a 101,28; pruebas de muy baja calidad) o a plazo medio (1 ECA, n = 25; CR 1,33; IC: 0,14 a 12,82; pruebas de muy baja calidad), o para el Parkinsonismo (temblores) a plazo medio (1 ECA, n = 25; CR 1; IC: 0,2 a 4,95; pruebas de muy baja calidad). No se informaron datos para la calidad de vida a medio plazo.
De los 26 estudios que compararon pimozida versus cualquier antipsicótico, siete estudios proporcionaron datos sobre el estado general de la recaída a plazo medio, para el cual no se observó ninguna diferencia (7 ECA, n = 227; CR 0,82; IC: 0,57 a 1,17; pruebas de calidad moderada). Los datos de un estudio no demostraron ninguna diferencia en el estado mental (ninguna mejoría) a plazo medio (1 ECA, n = 23; CR 1,09; IC: 0,08 a 15,41; pruebas de muy baja calidad); otro estudio no demostró diferencias en la presencia de síntomas de primer rango a plazo medio (1 ECA, n = 44; CR 0,53; IC: 0,25 a 1,11; pruebas de baja calidad). Los datos sobre los síntomas extrapiramidales no demuestran diferencias entre los grupos para el Parkinsonismo (rigidez) a corto plazo (6 ECA, n = 186; CR 1,21; IC: 0,71 a 2,05; pruebas de baja calidad) o a plazo medio (5 ECA, n = 219; CR 1,12; IC: 0,24 a 5,25;pruebas de baja calidad), o para el Parkinsonismo (temblores) a plazo medio (4 ECA, n = 174; CR 1,46; IC: 0,68 a 3,11; pruebas de muy baja calidad). No se informaron datos para la calidad de vida a medio plazo.
En el único estudio que comparó pimozida más cualquier antipsicótico versus el mismo antipsicótico, se observaron significativamente menos recaídas en el grupo de dosis aumentada de pimozida a plazo medio (1 ECA, n = 69; CR 0,28; IC: 0,15 a 0,50; pruebas de baja calidad). No se informaron datos sobre los resultados del estado mental ni sobre los síntomas extrapiramidales (SEP). Hubo datos asimétricos para las puntuaciones de la calidad de vida, los cuales no se incluyeron en el metanálisis, sino que se presentaron por separado.
Dos estudios compararon pimozida más cualquier antipsicótico versus antipsicótico más placebo; ningún estudio informó datos sobre los resultados de interés, aparte del Parkinsonismo a plazo medio y la calidad de vida mediante la escala Specific Level of Functioning (SLOF); sin embargo, los datos son asimétricos.
Sólo un estudio comparó pimozida más cualquier antipsicótico versus antipsicóticos más antipsicótico; no se informaron datos sobre el estado general ni resultados de interés sobre el estado mental. Se proporcionaron datos del Parkinsonismo (rigidez y temblores) mediante la Extrapyramidal Symptom Rating Scale (ESRS); sin embargo, los datos son asimétricos.
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