Pregunta de la revisión
Se deseaba conocer si el entrenamiento de los músculos inspiratorios (EMI) mediante un dispositivo de resistencia externa es mejor que ningún tratamiento (o la atención habitual) en pacientes con asma crónica. Un dispositivo de resistencia externa es algo que hace más difícil que el paciente respire. La idea es que hacer ejercicios de respiración con un dispositivo que dificulte la respiración ayuda a fortalecer los músculos de la respiración (por ejemplo, como levantar un peso) y fortalece los músculos que bombean el aire a los pulmones. Lo anterior facilitaría la respiración del paciente durante su vida diaria. Esta revisión tuvo como objetivo explorar el efecto del EMI en el asma.
Antecedentes
El asma es la enfermedad crónica más frecuente que se encuentra en niños y jóvenes. Desde el punto de vista clínico, el asma se caracteriza por síntomas de disnea, sibilancias y tos, así como por episodios de empeoramiento de los síntomas. El objetivo del tratamiento del asma es lograr y mantener el control de la enfermedad y reducir los síntomas. En la mayoría de los casos los síntomas se pueden controlar con inhaladores, pero el EMI puede ayudar al tratamiento. Para los pacientes con otras enfermedades respiratorias crónicas, el EMI aumenta significativamente la fuerza de los músculos inspiratorios, reduce la disnea y mejora la calidad de vida. No está claro si el entrenamiento de los músculos inspiratorios tiene efectos beneficiosos similares en los individuos con asma.
Características de los estudios
En la revisión se encontraron e incluyeron cinco estudios. El mismo grupo de investigadores realizó tres estudios en Israel (Weiner 2000; Weiner 2002; Weiner 2002a), un estudio ( Sampaio 2002) se realizó en Brasil y un ensayo en el Reino Unido (McConnell 1998). Se incluyeron 113 adultos con asma (46 hombres y 67 mujeres). Ningún estudio incluyó niños.
Resultados clave
Los estudios mostraron una mejora significativa en la fuerza muscular inspiratoria (PImax). Los pacientes con asma que recibieron EMI, como promedio aumentaron su fuerza muscular inspiratoria, pero no fue posible afirmar si esta mejora observada en la fuerza muscular inspiratoria se tradujo en algún efecto beneficioso clínico. Los resultados de un estudio no mostraron diferencias significativas entre el grupo de entrenamiento y el grupo control (sin tratamiento ni atención habitual) en cuanto a la fuerza muscular espiratoria, la función pulmonar, la sensación de disnea (falta de aliento) y el uso de medicamentos de alivio. No hubo estudios que describieran eventos de exacerbación que requirieran la administración de medicamentos de alivio o visitas al servicio de urgencias, la resistencia de los músculos inspiratorios, los ingresos hospitalarios y los días sin asistir al trabajo o la escuela. Debido a que la evidencia encontrada en esta revisión no fue suficiente, se considera que se necesitan más estudios bien realizados para evaluar la eficacia del EMI en los pacientes con asma, incluidos los niños.
Calidad de la evidencia
Hubo diferencias sustanciales entre los estudios, incluido el protocolo de entrenamiento, la duración de las sesiones de entrenamiento (diez a 30 minutos) y la duración de la intervención (tres a 25 semanas). La calidad metodológica de los estudios incluidos en esta actualización fue difícil de determinar con precisión. Las muestras de los estudios fueron pequeñas y el riesgo de sesgo en su mayor parte fue incierto debido al informe inadecuado. En general la calidad de los estudios incluidos en esta revisión fue muy deficiente. Este resumen está actualizado hasta noviembre 2012.
No hay evidencia concluyente en esta revisión para apoyar o refutar el entrenamiento de los músculos inspiratorios para el asma. La evidencia fue limitada debido al pequeño número de ensayos con pocos participantes, junto con el riesgo de sesgo. Se necesitan más ensayos controlados aleatorizados realizados de forma correcta. Los ensayos futuros deberían investigar los siguientes resultados: función pulmonar, tasa de exacerbación, síntomas de asma, ingresos hospitalarios, administración de medicamentos y días sin asistir al trabajo o la escuela. El entrenamiento de los músculos inspiratorios también se debería evaluar en los pacientes con asma más grave y en los niños con asma.
En algunos pacientes con asma, la limitación del flujo de aire espiratorio, el cierre prematuro de las vías respiratorias pequeñas, la actividad de los músculos inspiratorios al final de la espiración y la reducción de la capacidad pulmonar pueden provocar una hiperinsuflación pulmonar. Con el aumento del volumen pulmonar, la geometría de la pared torácica se modifica, los músculos inspiratorios se acorta y quedan en una posición subóptima en su relación longitud-tensión. Por lo tanto, la capacidad de estos músculos para generar tensión se reduce. Un aumento en el área transversal de los músculos inspiratorios causado por la hipertrofia podría compensar el debilitamiento funcional inducido por la hiperinflación. En estudios anteriores se ha demostrado que el entrenamiento de los músculos inspiratorios promueve la hipertrofia del diafragma en pacientes sanos y en pacientes con insuficiencia cardíaca crónica, y aumenta la proporción de fibras de tipo I y el tamaño de las fibras de tipo II de los músculos intercostales externos en pacientes con enfermedad pulmonar obstructiva crónica. Sin embargo, sus efectos sobre los resultados clínicos en los pacientes con asma no están claros.
Evaluar la eficacia del entrenamiento de los músculos inspiratorios con un dispositivo de resistencia externa o de carga umbral en pacientes con asma.
Se realizaron búsquedas en el Registro Especializado de Ensayos Controlados del Grupo Cochrane de Vías Respiratorias (Cochrane Airways Group), en el Registro Cochrane Central de Ensayos Controlados (Cochrane Central Register of Controlled Trials, CENTRAL), en ClinicalTrials.gov y en las listas de referencias de los estudios incluidos. La última búsqueda se realizó en noviembre 2012.
Se incluyeron los ensayos controlados aleatorizados sobre el uso de un dispositivo de entrenamiento muscular inspiratorio externo versus un control (dispositivo de entrenamiento inspiratorio simulado o ningún dispositivo de entrenamiento inspiratorio) en pacientes con asma estable.
Se utilizaron los procedimientos metodológicos estándar previstos por la Colaboración Cochrane.
Se incluyeron cinco estudios (con 113 mujeres). Los participantes en cuatro estudios tenían asma de leve a moderada y el quinto estudio incluyó participantes independientemente de la gravedad de su asma. Hubo diferencias sustanciales entre los estudios, incluido el protocolo de entrenamiento, la duración de las sesiones de entrenamiento (diez a 30 minutos) y la duración de la intervención (de tres a 25 semanas). El mismo grupo de investigación realizó tres ensayos clínicos. El riesgo de sesgo en los estudios incluidos fue difícil de determinar con precisión debido al informe deficiente sobre los métodos.
Los estudios incluidos mostraron un aumento estadísticamente significativo de la fuerza muscular inspiratoria, medida por la presión inspiratoria máxima (PImax) (diferencia de medias [DM] 13,34 cmH2; IC del 95%: 4,70 a 21,98; cuatro estudios, 84 participantes, evidencia de calidad baja). No se informó el otro resultado primario, las exacerbaciones que requieren un curso de corticoesteroides orales o inhalados o visitas al servicio de urgencias. En cuanto a los resultados secundarios, un ensayo no mostró diferencias estadísticamente significativas entre el grupo de entrenamiento de los músculos inspiratorios y el grupo control en cuanto a la presión espiratoria máxima, la tasa de flujo espiratorio máximo, el volumen espiratorio forzado en un segundo, la capacidad vital forzada, la sensación de disnea y el uso de agonistas beta2. No hubo estudios que describieran la resistencia de los músculos inspiratorios, los ingresos hospitalarios o los días sin asistir al trabajo o la escuela.
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