Aproximadamente a uno de cada seis hombres se le diagnosticará cáncer de próstata en su vida y el número de hombres que viven con, o después del diagnóstico, seguirá en aumento. Algunos de ellos presentarán problemas como dificultad al orinar, dolor y disfunción sexual; y estos problemas pueden provocar angustia, ansiedad, incertidumbre o depresión. Por lo tanto, su calidad de vida se puede ver afectada. Con frecuencia los profesionales de la salud proporcionan intervenciones para tratar algunos de estos síntomas relacionados con el cáncer de próstata y los problemas psicosociales que pueden causar. Sin embargo, hasta ahora no se sabe cuán efectivas son estas intervenciones en conjunto.
En esta revisión se evaluaron estudios que compararon la efectividad de las intervenciones psicosociales versus la atención habitual que reciben los participantes. Las pruebas se actualizaron hasta octubre de 2013. Se incluyeron 19 estudios con 3204 pacientes en diferentes etapas del cáncer de próstata. Excepto tres de estos estudios, todos se realizaron en los Estados Unidos. La revisión se centró en los resultados siguientes: calidad de vida, autoeficacia, conocimiento, incertidumbre, angustia y depresión.
Los resultados indican que las intervenciones psicosociales dieron lugar a mejorías pequeñas en la calidad de vida al final de la intervención; sin embargo, no está claro si estas mejorías pequeñas realmente lograron un cambio en los participantes. Las intervenciones también fueron efectivas en el aumento del conocimiento hasta tres meses después de la intervención. No hubo pruebas que indiquen que estas intervenciones mejoraron la autoeficacia o redujeron la incertidumbre, la angustia o la depresión en los pacientes con cáncer de próstata. No hubo pruebas claras que indicaran que las intervenciones grupales fueron en general más efectivas que las individuales en la mayoría de los resultados medidos en esta revisión. Todos estos resultados se deben tratar con precaución ya que en su mayoría la calidad de las pruebas se valoró como muy baja. Algunos de estos estudios fueron pequeños y el número de participantes que abandonaron algunos de los estudios fue alto. Los pacientes se encontraban en diferentes etapas del cáncer de próstata. Las intervenciones también variaron en cuanto al contenido, la forma de proporcionarla y el tiempo de duración. Se necesitan más y mejores estudios de investigación para determinar qué tipos de intervenciones psicosociales son efectivas para satisfacer las necesidades de los pacientes en diferentes estadios del cáncer de próstata.
En general, esta revisión muestra que las intervenciones psicosociales pueden tener efectos beneficiosos pequeños a corto plazo sobre ciertos dominios del bienestar, medidos según el componente físico de la CdVGS y la CdV relacionada con el cáncer, en comparación con la atención habitual. También aumentó el conocimiento sobre el cáncer de próstata. Sin embargo, esta revisión no logró demostrar un efecto estadísticamente significativo sobre otros dominios como la CdV relacionada con los síntomas, la autoeficacia, la incertidumbre, la angustia o la depresión. Además, cuando se observaron efectos beneficiosos, no hubo certeza de que la magnitud del efecto fuera lo suficientemente grande como para considerarse clínicamente importante. La calidad de las pruebas de la mayoría de los resultados se calificó como muy baja según GRADE, lo que refleja las limitaciones de los estudios, la pérdidas durante el seguimiento, la heterogeneidad de los estudios y los tamaños de la muestra pequeños. No fue posible realizar análisis de subgrupos significativos según el estadio de la enfermedad o la forma de tratamiento. Aunque algunos resultados de esta revisión son alentadores, no aportan pruebas suficientemente sólidas que permitan establecer conclusiones significativas acerca de los efectos de estas intervenciones en los pacientes con cáncer de próstata. Se necesitan estudios de investigación adicionales bien realizados y con un informe transparente para establecer la función de las intervenciones psicosociales en los pacientes con cáncer de próstata.
Como la incidencia y la prevalencia del cáncer de próstata continúan en aumento, es probable que aumente el número de hombres que necesiten ayuda y apoyo para afrontar la enfermedad y los síntomas relacionados con el tratamiento, así como los efectos psicosociales.
Evaluar la efectividad de las intervenciones psicosociales en hombres con cáncer de próstata para mejorar la calidad de vida (CdV), la autoeficacia y el conocimiento y disminuir la angustia, la incertidumbre y la depresión.
Se realizaron búsquedas de ensayos mediante varias bases de datos electrónicas que incluyen el Registro Cochrane Central de Ensayos Controlados (Cochrane Central Register of Controlled Trials) (CENTRAL), MEDLINE, EMBASE y PsycINFO hasta octubre de 2013, junto con búsquedas manuales de revistas y listas de referencias.
Ensayos controlados aleatorios de intervenciones psicosociales en pacientes con cualquier estadio del cáncer de próstata. Se incluyeron intervenciones psicosociales que utilizan explícitamente uno o una combinación de los siguientes enfoques: cognitivo conductual, psicoeducativo, de apoyo y orientación. Las intervenciones tenían que ser proporcionadas o facilitadas por personal formado o no especializado.
Parejas de revisores extrajeron los datos y evaluaron el riesgo de sesgo de forma independiente. Los datos se analizaron mediante diferencias de medias estandarizadas (DME), modelos de efectos aleatorios e intervalos de confianza (IC) del 95%.
En esta revisión se incluyeron 19 estudios que compararon intervenciones psicosociales versus atención habitual en 3204 pacientes con cáncer de próstata. Excepto tres estudios, todos se realizaron en los Estados Unidos.
Según pruebas de baja calidad los pacientes del grupo de intervención psicosocial tuvieron una mejoría pequeña, estadísticamente significativa, en el componente físico de la calidad de vida general relacionada con la salud (CdVGS) al final de la intervención (1414 participantes, DME 0,12; IC del 95%: 0,01 a 0,22). También se observó una mejoría pequeña a favor de las intervenciones psicosociales (DME 0,24; IC del 95%: 0,02 a 0,47) en el componente físico de la CdVGS al final de la intervención en las intervenciones grupales. No se encontraron pruebas claras de efectos beneficiosos en las puntuaciones de la CdVGS al final de la intervención cuando las intervenciones individuales se compararon con los controles. Además, no hubo pruebas claras que indicaran que las intervenciones psicosociales tuvieran efectos beneficiosos al mejorar el componente físico de la CdVGS a los 4 a 6 meses y a los 8 a 12 meses después de la intervención. Además, no hubo pruebas claras que mostraran efectos beneficiosos asociados con las intervenciones psicosociales en el componente mental de la CdVGS al final de la intervención (1416 participantes, DME -0,04; IC del 95%: -0,15 a 0,06) según pruebas de calidad moderada. Los resultados del componente mental de la CdVGS a los cuatro a seis meses y a los ocho a 12 meses después de la intervención fueron compatibles con efectos beneficiosos y perjudiciales. Al final de la intervención la CdV relacionada con el cáncer mostró una mejoría pequeña después de las intervenciones psicosociales (DME 0,21; IC del 95%: 0,04 a 0,39), pero a los 8 y 12 meses el efecto fue compatible con efectos beneficiosos y perjudiciales. En la CdV específica para el cáncer de próstata y relacionada con los síntomas las diferencias entre los grupos no fueron significativas.
No hubo pruebas claras que indicaran que las intervenciones psicosociales tuvieran efectos beneficiosos al mejorar la autoeficacia al final de la intervención (337 participantes, DME 0,16; IC del 95%: -0,05 a 0,38), según pruebas de muy baja calidad en tres estudios que evaluaron intervenciones individuales. Los resultados de autoeficacia a los 6 a 8 meses y a los 12 meses después de la intervención fueron compatibles con efectos beneficiosos y perjudiciales. Los pacientes del grupo de intervención psicosocial tuvieron un aumento moderado del conocimiento sobre el cáncer de próstata al final de la intervención (506 participantes, DME 0,51; IC del 95%: 0,32 a 0,71), según pruebas de muy baja calidad en dos estudios; este aumento también se observó en los subgrupos de las intervenciones grupales e individuales. Con las intervenciones psicosociales se observó un aumento pequeño del conocimiento a los tres meses después de la intervención (DME 0,31; IC del 95%: 0,04 a 0,58).
Los resultados de la incertidumbre (916 participantes, DME -0,05; IC del 95%: -0,35 a 0,26) y la angustia (916 participantes, DME 0,02; IC del 95%: -0,11 a 0,15) al final de la intervención fueron compatibles con efectos beneficiosos y perjudiciales, según pruebas de muy baja calidad. No hubo pruebas claras que indicaran que las intervenciones psicosociales tuvieran efectos beneficiosos al reducir la incertidumbre y la angustia entre los grupos a los 6 a 8 meses y a los 12 meses después de la intervención. Finalmente, no hubo pruebas claras de efectos beneficiosos asociados con las intervenciones psicosociales en la depresión al final de la intervención (434 participantes, DME -0,18; IC del 95%: -0,51 a 0,15), según pruebas de muy baja calidad. Las intervenciones individuales redujeron significativamente la depresión en comparación con los grupos de atención habitual. Los resultados de la depresión a los 6 y a los 12 meses después de la intervención fueron compatibles con efectos beneficiosos y perjudiciales.
El riesgo general de sesgo en los estudios incluidos fue incierto o alto, principalmente según el resultado del sesgo de realización.
No fue posible extraer datos con respecto al estadio de la enfermedad ni del tratamiento de privación de andrógeno (TPA) para el análisis de subgrupos. Solamente un estudio analizó los efectos adversos. El desgaste alto podría indicar que es posible que algunos participantes no estuvieran cómodos con las intervenciones.