¿Cuál era el objetivo de esta revisión?
Se examinó la evidencia acerca del efecto de los alimentos de origen animal sobre el crecimiento y desarrollo de los niños de seis a 59 meses de vida.
¿Cuál es la justificación para estudiar este tema?
La nutrición que un niño recibe durante los cinco primeros años de vida es importante para su crecimiento y desarrollo. Los alimentos de origen animal como la carne, el pescado, los huevos o los lácteos proporcionan nutrientes fundamentales. En comparación con alimentos como los productos a base de cereales fortificados con hierro, el cuerpo puede absorber y utilizar mejor los nutrientes de los alimentos de origen animal.
¿Qué estudios se incluyeron?
Se incluyeron 6 estudios con un total de 3036 niños de entre 5 y 50 meses de edad en el momento del reclutamiento. Las intervenciones se realizaron en China, República Democrática del Congo, Ecuador, Guatemala, Pakistán, Estados Unidos y Zambia, y duraron entre cinco y 12 meses.
Tres estudios compararon alimentos de origen animal con un producto a base de cereales fortificado (fortificado con hierro o fortificado con cinc y hierro) o con un producto a base de cereales no fortificado. Dos estudios compararon alimentos de origen animal con ninguna intervención. Un estudio comparó carne con lácteos. Los tipos de alimentos de origen animal proporcionados incluyeron ternera, cerdo, huevos, yogur, queso y proteínas de suero de la leche en polvo.
Tres estudios fueron financiados en parte por entidades gubernamentales y en parte por un organismo con interés comercial en los resultados de los estudios; estos estudios se valoraron como riesgo incierto de otros sesgos. Un estudio fue financiado por una organización sin fines de lucro. Dos estudios no informaron la fuente de financiación.
¿Cuáles fueron los principales resultados?
Alimentos de origen animal versus alimentos a base de cereales o ninguna intervención
Cinco estudios (2972 niños) informaron datos sobre el crecimiento (medido como altura por edad o talla por edad) y el aumento de peso (medido como peso por edad). Tres estudios (592 niños) informaron un aumento del crecimiento y el peso en el grupo de intervención en comparación con el grupo control. De los otros dos estudios, uno (1062 niños) encontró que en ambos grupos disminuyó la talla y el peso, sin diferencias entre los grupos. En el otro estudio (1318 niños), en ambos grupos se redujo la talla y el peso, pero la disminución fue más pequeña en el grupo de intervención en comparación con el grupo control.
Tres estudios (1612 niños) informaron datos sobre las enfermedades. Un estudio con yogur (402 niños) encontró que los niños que recibieron yogur tuvieron menos probabilidades de presentar diarrea e infección respiratoria y se recuperaron más rápido cuando las tuvieron. Un estudio con huevos (148 niños) reveló un aumento de la incidencia de diarrea en los niños alimentados de los huevos, pero este hecho se puede haber debido a las asociaciones culturales entre los huevos y los problemas gastrointestinales. No hubo diferencias en la fiebre, las infecciones respiratorias o las afecciones de la piel entre los grupos. El tercer estudio (1062 niños) no encontró diferencias entre los grupos intervención y control para cualquier medida de enfermedad.
Ningún estudio informó de datos sobre la anemia.
Dieta a base de carnes versus dieta a base de lácteos
Un estudio (64 niños) informó datos sobre el aumento del crecimiento (medido como talla por edad) y el peso (medido como peso por edad). Los lactantes que consumieron una dieta a base de carne presentaron un aumento significativo de la talla por edad en comparación con los lactantes que consumieron una dieta basada en lácteos, que presentaron una disminución de la talla por edad. En ambos grupos aumentó el peso por edad, pero no hubo diferencias entre ellos.
El estudio no midió las enfermedades o la anemia.
Resultados globales
Debido a la evidencia en general limitada y de muy baja calidad, no se conocen los efectos sobre el crecimiento y el desarrollo de proporcionarles a los niños alimentos de origen animal versus productos a base de cereales o ninguna intervención.
¿Cuál era la calidad de la evidencia?
En general, la la calidad de la evidencia se calificó como muy baja. Se encontró cierta evidencia que indica que los alimentos de origen animal aumentan el crecimiento y el peso, y otra evidencia que indica que no lo hacen. La magnitud del aumento del crecimiento y el peso también varió mucho entre los estudios. Además, hubo graves preocupaciones acerca del sesgo, incluida la función poco clara de los patrocinadores de la industria. Es muy probable que los resultados futuros cambien la confianza en estos cálculos de los efectos de los alimentos de origen animal sobre el aumento del crecimiento y el peso.
¿Cómo de actualizada está esta revisión?
Los autores de la revisión buscaron en la literatura científica hasta agosto de 2018.
Debido a la calidad limitada de la evidencia, no se conocen los efectos de la provisión de alimentos de origen animal versus productos a base de cereales o ninguna intervención, sobre el crecimiento o el desarrollo de los niños. Se necesitan más ensayos con un poder estadístico adecuado con alimentos de origen animal deliberadamente seleccionados.
La administración de los nutrientes adecuados en los primeros meses de vida promueve el desarrollo cognitivo y es fundamental para un crecimiento y una funcionalidad adecuados. Con frecuencia, el efecto de los nutrientes individuales consumidos a través de los alimentos no es el mismo que el consumo de los mismos nutrientes en forma de suplementos debido a la "sinergia alimentaria", las interrelaciones biológicas y químicas que ocurren entre los nutrientes. Los alimentos de origen animal como los huevos, la carne, el pescado y los lácteos son altamente calóricos y contienen múltiples micronutrientes y ácidos grasos esenciales con alta biodisponibilidad. Los efectos beneficiosos de los alimentos de origen animal pueden incluir una mayor sinergia alimentaria en relación con los alimentos fortificados, así como una menor dependencia que los proveedores externos de alimentos fortificados.
Evaluar la efectividad de los alimentos de origen animal en comparación con otras intervenciones alimentarias o ninguna intervención en la mejoría de los resultados del crecimiento y el desarrollo en los niños de seis a 59 meses de vida.
Se hicieron búsquedas en CENTRAL, MEDLINE, Embase, CINAHL, en otras 18 bases de datos, y en tres registros de ensayos hasta agosto 2018. También se estableció contacto con autores y expertos conocidos en el campo para solicitarles ayuda para la identificación de los datos en curso o no publicados, y se buscó en las listas de referencias de los estudios y las revisiones incluidos, así como en los sitios web de organizaciones relevantes, para otros estudios que es posible que no se hayan obtenido mediante las búsquedas electrónicas.
Se incluyeron los ensayos controlados aleatorios y los ensayos controlados cuasialeatorios de cualquier duración, en los que a los niños entre cinco meses y 59 meses (6 años) de edad se les proporcionaron alimentos de origen animal (p.ej. consumo de leche, carne o huevos), preparados mediante cualquier método de cocción, en comparación con cualquier intervención o ninguna intervención.
Dos autores de la revisión de manera independiente evaluaron la elegibilidad de los ensayos mediante criterios preespecificados, extrajeron los datos, evaluaron el riesgo de sesgo y calificaron la certeza de la evidencia mediante los criterios GRADE.
Características de los estudios
Se incluyeron seis estudios que analizaron datos de 3036 niños de cinco a 50 meses. Los estudios se realizaron en China, la República Democrática del Congo, Ecuador, Guatemala, Pakistán, Estados Unidos y Zambia, y duraron entre cinco y 12 meses. Tres estudios fueron financiados en parte por entidades gubernamentales; un estudio fue financiado por una organización sin fines de lucro. Dos estudios no informaron la fuente de financiación.
Tres estudios compararon los efectos de la alimentación con alimentos de origen animal con un cereal fortificado (con hierro o con hierro y cinc), o un cereal no fortificado; dos utilizaron un grupo control sin intervención; uno comparó una dieta a base de carne con una dieta a base de lácteos. Los tipos de alimentos de origen animal analizados incluyeron yogur, huevos, queso, un producto bovino liofilizado (congelado-deshidratado), cerdo molido y congelado, ternera en puré y envasada con salsa o cerdo, y proteína de suero de la leche en polvo.
Se determinó que el riesgo de sesgo general fue incierto en cuatro estudios; tres estudios porque fueron financiados por una industria con un interés real en el resultado de la intervención; y un estudio porque no hubo información suficiente para evaluar cinco de los siete dominios del "Riesgo de sesgo". El riesgo de sesgo general fue alto en dos de seis estudios. un estudio porque hubo un desequilibrio inicial significativo en cuanto a las puntuaciones z de la longitud para la edad (LAZ, por sus siglas en inglés) entre los grupos y evidencia de informe selectivo; el otro estudio porque hubo un desequilibrio inicial significativo en las LAZ y en las puntuaciones z del peso para la edad (WAZ, por sus siglas en inglés) entre los grupos y una gran campaña social en los medios de comunicación que puede haber influido en la atención recibida por el grupo control en el domicilio.
Resultados clave
Alimentos de origen animal versus alimentos a base de cereales o ninguna intervención
Cinco estudios (2972 niños) midieron el cambio en el crecimiento lineal mediante las puntuaciones z de la talla para la edad (HAZ, por sus siglas en inglés) o las LAZ. Tres estudios (592 niños) informaron un aumento significativo de las HAZ y las LAZ en el grupo de intervención en comparación con el grupo control. Dos estudios (2380 niños) informaron una disminución de las LAZ en ambos grupos. En un estudio (1062 niños) no hubo diferencias entre los grupos en cuanto a la tasa de disminución; en el otro (1318 niños) la disminución en las LAZ fue significativamente más pequeña en el grupo de intervención.
Cinco estudios (2972 niños) midieron el aumento de peso mediante las WAZ. Tres estudios (592 niños) informaron un aumento significativo de las WAZ en el grupo de intervención en comparación con el grupo control. En dos estudios (2380 niños) las WAZ disminuyeron en ambos grupos. En uno de estos estudios (1318 niños) la disminución en el grupo de intervención fue significativamente más pequeña que en el grupo control. En el otro estudio (1062 niños) no hubo diferencias entre los grupos.
Tres estudios (1612 niños) informaron las repercusiones sobre la morbilidad por todas las causas, pero las mediciones no fueron consistentes entre los estudios. Un estudio con yogur (402 niños) informó una reducción significativa de la duración y la incidencia de diarrea e infecciones de las vías respiratorias superiores en el grupo de intervención. Un estudio con huevos (148 niños) informó un aumento significativo de la incidencia de diarrea en el grupo de intervención, pero este hecho puede haberse debido a las asociaciones culturales entre los huevos y los problemas gastrointestinales. No hubo diferencias significativas en la fiebre, las infecciones respiratorias o las afecciones de la piel entre los grupos. El tercer estudio (1062 niños) no encontró diferencias entre los grupos intervención y control en las medidas de morbilidad.
Ningún estudio informó de datos sobre la anemia.
Dieta a base de carnes versus dieta a base de lácteos
Un estudio (64 niños) midió el cambio en las LAZ y las WAZ en los lactantes alimentados con una dieta a base de carne o con una dieta a base de lácteos. Se produjo un aumento significativo en las LAZ entre los lactantes que consumieron una dieta a base de carne y una disminución significativa en las LAZ en los lactantes que consumieron una dieta a base de lácteos. Las WAZ aumentaron en ambos grupos, sin diferencias significativas entre ellos.
El estudio no evaluó la morbilidad por todas las causas ni la anemia.
Calidad de la evidencia
La certeza de la evidencia se valoró como muy baja en general debido a los desequilibrios iniciales entre los grupos intervención y control, la heterogeneidad alta en el metanálisis y la imprecisión debida a los intervalos de confianza amplios y la dirección no consistente de los efectos. Existe poca certeza con respecto a los resultados; es probable que los estudios de investigación adicionales cambien las estimaciones de la magnitud y la dirección del efecto del tratamiento.
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