Una de las revisiones más citadas y de mayor tamaño de la Biblioteca Cochrane, publicada en 2012, analiza las intervenciones para la prevención de las caídas en personas mayores que viven en la comunidad. En su actualización, esta revisión se ha dividido en una serie de revisiones más pequeñas centradas en intervenciones específicas, y en este podcast se habla sobre la actualización relacionada con los estudios de intervenciones psicológicas y educativas que se publicó en octubre de 2024.

Este podcast ha sido traducido por Yasmín García y locutado por Andrea Cervera del Centro Cochrane Iberoamericano.

Las intervenciones psicológicas intentan modificar los pensamientos, sentimientos o comportamientos de las personas, por ejemplo, aumentando su confianza o motivación para hacer algo que pueda ayudarles a prevenir las caídas. Entre ellas se incluyen la terapia cognitivo-conductual y la entrevista motivacional, pero también se puede incluir cualquier otra intervención psicológica que se haya probado.
En esta revisión también se analizan las intervenciones educativas que abarcan una amplia variedad de temas relacionados con la prevención de las caídas. Algunas de ellas adoptan un enfoque individualizado en el que se tratan los temas en función de los factores de riesgo propios. Otras intervenciones imparten a todas las personas los mismos temas y abarcan varios aspectos relacionados con la prevención de caídas (como el ejercicio y la medicación). Y otras se centran en un único tema, como puede ser la incontinencia o la adaptación del domicilio.
Una buena observación es que, aunque las guías mundiales para la prevención de caídas ofrecen orientación sobre el uso de la educación con este fin, se basan en la opinión de expertos, y no se han formulado recomendaciones sobre intervenciones psicológicas para la prevención de caídas. Por lo tanto, es importante disponer de evidencia real sobre los efectos de las intervenciones sobre las caídas, ya que, a veces, incluso cuando parece obvio que algo será beneficioso en la teoría, no lo es tanto en la realidad. Por ejemplo, aunque una intervención psicológica aumente la confianza en una misma o la motivación para ser más activa y reduzca la preocupación por las caídas, puede provocar sin quererlo que la persona se exponga a situaciones que aumenten su riesgo de caídas.
Y, aunque educar a las personas parezca algo sensato, es necesario saber si la educación por sí sola es suficiente para ayudar a reducir las caídas. Es necesario estudiar estas intervenciones porque las caídas son un problema muy importante. Se calcula que una de cada tres personas mayores se cae cada año. Y las caídas pueden tener consecuencias duraderas que afectan a la autonomía y la confianza de la persona, y pueden provocar lesiones graves como fractura de cadera, traumatismo craneoencefálico e incluso la muerte.
En la revisión de 2012 se incluyeron siete ensayos sobre estas intervenciones. Pero una década más tarde, se han identificado 37. De los que analizaron intervenciones psicológicas, seis fueron de intervenciones cognitivo-conductuales, tres de entrevistas motivacionales y tres de otras intervenciones psicológicas. Hubo nueve estudios sobre intervenciones educativas individualizadas; 12 que proporcionaron los mismos materiales educativos a todas las personas, y abarcaron varios temas; y dos que probaron la educación sobre un único tema. También hubo un estudio sobre una combinación de entrevista motivacional y asesoramiento (coaching) junto con educación individualizada.
En total participaron cerca de 17 500 personas, con una media de edad de 73 años. El 71% eran mujeres. La evidencia de mayor calidad procede del estudio de 430 personas que analizó la combinación de la entrevista motivacional, el asesoramiento y la educación individualizada. A partir de este estudio, se puede afirmar que la intervención psicológica y educativa combinada apenas influye en el número de personas que se caen, pero probablemente reduce el número de veces que se caen las personas, aunque no se puede estar seguros de si esta reducción es pequeña o grande. También se puede afirmar con moderada certeza que la combinación apenas influye en la preocupación de las personas por las caídas.
Con respecto a las intervenciones cognitivo-conductuales, hay evidencia de certeza baja de que producen poco o ningún efecto sobre el número de personas que sufren caídas, pero provocan una pequeña reducción de la preocupación por las caídas. El resto de la evidencia relacionada con intervenciones psicológicas es muy incierta o los estudios no evaluaron los desenlaces que se analizaron en esta revisión.
Los resultados fueron similares para los ensayos de educación, con evidencia de certeza baja de que la educación individualizada podría tener poco o ningún efecto sobre el número de caídas. La educación que abarca varios temas establecidos podría mejorar la preocupación por las caídas (lo que se puede afirmar con poca certeza), pero gran parte de la evidencia restante fue muy incierta y no midió los desenlaces de interés para la revisión.
La conclusión principal que se puede establecer es que una intervención psicológica y educativa combinada podría ayudar a reducir el número de caídas, pero no necesariamente el número de personas que se caen. Aunque se tiene mucha menos confianza en todas las demás intervenciones que se han analizado, es posible que los futuros estudios de investigación cambien esta percepción.

Si desea leer la revisión puede acceder a la Biblioteca Cochrane y escribir “intervenciones educativas y caídas” en el cuadro de búsqueda.