Pregunta de la revisión
¿Las intervenciones de capacitación parental ayudan a los padres con discapacidad intelectual a criar a sus hijos de manera adecuada?
Antecedentes
Los padres con discapacidad intelectual pueden tener más dificultades que otros padres para proporcionar un cuidado adecuado a sus hijos. Los programas de capacitación parental son una forma de proporcionar apoyo. Se examinó la evidencia sobre los efectos de los programas de capacitación parental para padres con discapacidad intelectual. Se encontraron cuatro ensayos controlados aleatorizados (ECA; un tipo de experimento en el que personas similares son puestas en grupos diferentes).
Fecha de la búsqueda
La evidencia está actualizada hasta julio de 2017.
Características de los estudios
Los cuatro ECA se realizaron en Australia, Canadá, los Países Bajos y EE.UU., e involucraron a 192 padres. Cada uno estudió una intervención diferente y consideró diferentes resultados. Todos los padres participantes, excepto siete, eran madres.
Las edades de los niños variaron de un mes a seis años y cinco meses. Tres intervenciones se realizaron en el domicilio y una en un lugar de la comunidad (p.ej., una iglesia). La duración de las intervenciones varió entre siete semanas y 12 meses. Incluyeron una serie de habilidades prácticas para el cuidado de los niños, la seguridad en el domicilio y el desarrollo de la capacidad de los padres para responder con sensibilidad a sus hijos. Los padres de los grupos control recibieron tratamiento habitual.
Fuentes de financiación de los estudios
Cada estudio fue financiado por diferentes patrocinadores. Un estudio fue financiado por la Ontario Mental Health Foundation y el Ontario Ministry of Community and Social Services Research Grants Program. Otro fue financiado por el Alabama Development Disabilities Council. Un tercero fue financiado por la Best Practice Parenting Education Initiative of the Commonwealth Department of Family and Community Services y el New South Wales Aging and Disability Department. El cuarto estudio fue financiado por ZonMw, The Netherlands Organisation for Health Research and Development.
Resultados clave
En comparación con los padres sin capacitación parental, los estudios informaron de algunas mejoras en los padres del grupo de intervención. Un estudio informó de mejoras en las prácticas de seguridad en el domicilio, el reconocimiento de las enfermedades infantiles y el uso seguro de los fármacos, a favor del grupo de intervención. Otro estudio informó de mejoras en el cuidado y la seguridad de los niños, también a favor del grupo de intervención; y un tercer estudio determinó que los padres que habían asistido a la capacitación parental informaron de menos estrés relacionado con la crianza de los hijos en comparación con el grupo control.
Un cuarto estudio informó de una mejora en la interacción madre-hijo en el grupo de intervención en comparación con el grupo control. Ningún estudio informó de que las intervenciones causaran efectos perjudiciales.
Calidad de la evidencia
La calidad de la evidencia varió de muy baja a moderada.
Conclusión
Hay alguna evidencia de calidad baja de que las intervenciones de capacitación parental para padres con discapacidad intelectual pueden apoyar la crianza. También pueden ayudar a establecer buenas relaciones entre padres e hijos. Sin embargo, debido a la calidad baja de la evidencia, los resultados se deben interpretar con cautela. Se necesitan estudios de investigación de mejor calidad para evaluar la eficacia de las intervenciones de capacitación parental para padres con discapacidad intelectual. Estos estudios deben incluir a padres y un seguimiento de los participantes durante un período de tiempo más prolongado.
Hay alguna evidencia de calidad muy baja de que algunos padres, principalmente las madres, con discapacidad intelectual son capaces de proporcionar una crianza adecuada si se les da la capacitación y el apoyo apropiados para aprender las habilidades de crianza que necesitan. Sin embargo, hay pocos estudios que exploren cómo podrían funcionar las intervenciones, para quién y en qué circunstancias. En particular, se han realizado pocos estudios que incluyan a padres con discapacidades intelectuales o que exploren las opiniones de los propios padres.
Se necesitan ECA más grandes de intervenciones de crianza, con un seguimiento más prolongado, antes de que se puedan establecer conclusiones sobre la eficacia de la capacitación parental en este grupo de padres.
Los estudios de investigación indican que el número de personas con discapacidad mental que tienen niños aumenta. Las discapacidades intelectuales no causan inevitablemente dificultades en la crianza de los hijos, pero pueden afectar a la capacidad de la persona de criar un hijo de manera eficaz. Los niños de padres con discapacidades mentales pueden tener un mayor riesgo de atención negligente, lo que podría provocar problemas de salud, del desarrollo y conductuales o aumentar el riesgo de discapacidad mental. En comparación con otros padres, las personas con discapacidad intelectual tienen más probabilidades de participar en los procedimientos de cuidado.
Evaluar la eficacia de las intervenciones de capacitación parental para padres con discapacidades intelectuales diseñadas para apoyar la crianza de los hijos, las relaciones entre padres e hijos, la seguridad de los padres o los entornos familiares o para desarrollar las habilidades de los padres.
En julio de 2017 se realizaron búsquedas en CENTRAL, Ovid MEDLINE, Embase, CINAHL y otras seis bases de datos, así como en dos registros de ensayos. También se realizaron búsquedas en las listas de referencias de los estudios incluidos y se estableció contacto con expertos en la materia para identificar estudios adicionales en curso y no publicados.
Ensayos controlados aleatorizados (ECA) y cuasialeatorizados que comparan intervenciones de capacitación parental para padres con discapacidad intelectual con el tratamiento habitual o un grupo control.
Se utilizaron los métodos estandarizados de Cochrane.
Hasta julio de 2017 se identificaron cuatro ensayos con 192 participantes que cumplían los criterios de inclusión de la revisión. Los padres participantes fueron en su mayoría madres (en dos estudios se incluyeron siete padres), y las edades de los niños variaron entre un mes y seis años y cinco meses.
Un estudio se realizó en Australia, otro en Canadá, otro en los Países Bajos y otro en los Estados Unidos. Cada uno estudió una intervención diferente y consideró diferentes resultados. Tres intervenciones se realizaron en el domicilio y una en un lugar de la comunidad (p.ej., una iglesia). La duración de las intervenciones varió entre siete semanas y 12 meses. Incluyeron una serie de habilidades prácticas para el cuidado de los niños, la seguridad en el domicilio y el desarrollo de la capacidad de los padres para responder con sensibilidad a sus hijos. Los padres de los grupos de comparación incluidos en la revisión recibieron tratamiento habitual y la mayoría de ellos recibieron la intervención índice después de que el estudio se completó.
Un estudio fue financiado por la Ontario Mental Health Foundation y el Ontario Ministry of Community and Social Services Research Grants Program; otro por el Alabama Development Disabilities Council; otro por la Best Practice Parenting Education Initiative of the Commonwealth Department of Family and Community Services y el New South Wales Aging and Disability Department; y otro por ZonMw, The Netherlands Organisation for Health Research and Development.
No fue posible realizar un metanálisis. La evaluación de la calidad según GRADE varió de muy baja a moderada entre los estudios.
Resultados primarios
Ningún estudio informó sobre el "logro de objetivos específicos de habilidades parentales".
"Prácticas de seguridad en el domicilio" y "comprensión de la salud infantil": un estudio (30 padres, evidencia de calidad muy baja) informó de algunas mejoras en el conocimiento de los padres sobre las urgencias que amenazan la vida, la capacidad de reconocer los peligros y de identificar las precauciones, a favor del grupo de intervención. También encontró evidencia limitada y de calidad muy baja de que la capacitación de los padres mejoró la capacidad de éstos para comprender la salud del niño, aplicar precauciones, utilizar los fármacos de forma segura, reconocer las enfermedades y los síntomas del niño y buscar asesoramiento médico (es decir, consultar al médico). Otro estudio (22 madres, con evidencia de calidad muy baja) informó de un mejor logro de habilidades relacionadas con el cuidado y la seguridad de los niños, a favor del grupo de intervención.
Resultados secundarios
"Interacción entre padres e hijos": un estudio (40 madres, con evidencia de calidad muy baja) informó de una mejora en la interacción entre madre e hijo tras la capacitación de los padres a los 12 meses de seguimiento. Otro estudio (83 madres, dos padres, evidencia de calidad moderada) informó de que la inclusión en el grupo de intervención provocó una disminución más pronunciada del estrés de los padres en relación con el niño en comparación con el grupo control.
"Retención del niño por parte de los padres": un estudio (22 participantes; evidencia de calidad muy baja) informó de que antes de incorporarse al programa a nueve de 11 (82%) familias con un niño anterior las autoridades de protección de la infancia les habían retirado al niño de su cuidado por maltrato materno, en comparación con sólo cuatro de las 22 familias (19%) que participaron en el programa (sólo a una de esas cuatro madres también se le había retirado un niño anteriormente).
Ningún estudio informó datos sobre: el "regreso al cuidado independiente del niño" o el "levantamiento de la orden judicial relacionada con el niño".
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