Antecedentes
El modelo “Teoría de la mente” indica que los pacientes con trastorno del espectro autista (TEA) tienen una dificultad importante para comprender las mentes de las otras personas, es decir, sus emociones, sentimientos, creencias y pensamientos. Se ha propuesto que lo anterior puede ser la base de muchas de las demás dificultades presentadas por los pacientes con TEA, incluidos los problemas sociales y de comunicación, y algunos comportamientos desafiantes. Por lo tanto, varios estudios han intentado enseñar la teoría de la mente y las capacidades relacionadas a los pacientes con TEA.
Pregunta de la revisión
Esta revisión intentó explorar si a) es posible enseñar capacidades de la teoría de la mente a los pacientes con autismo y b) si esta evidencia apoya el modelo Teoría de la mente. La posibilidad de tener una “teoría de la mente” puede depender del desarrollo de capacidades básicas relacionadas, incluida la atención conjunta (compartir un foco de interés con otra persona), el reconocimiento de las emociones de otras personas a partir de sus rostros o historias y la imitación de otras personas. Por lo tanto, se incluyeron los estudios de intervenciones que enseñaban no sólo la teoría de la mente en sí, sino también las capacidades relacionadas.
Características de los estudios
Se encontraron 22 estudios de investigación que incluyeron a 695 participantes e informaron la eficacia de intervenciones relacionadas con la teoría de la mente. La evidencia está actualizada hasta el 7 de agosto de 2013.
Resultados clave y calidad de la evidencia
A pesar de que todos los estudios utilizaron una metodología básica de alta calidad (el ensayo controlado aleatorizado), hubo preocupaciones relacionadas con el diseño y el informe deficiente de los estudios en algunos aspectos. Aunque hay alguna evidencia de que la teoría de la mente, o las capacidades relacionadas, se pueden enseñar a los pacientes con TEA, actualmente la evidencia de que estas capacidades se puedan mantener, generalizar a otros contextos, o de que al enseñar la teoría de la mente se observe un impacto en las capacidades vinculadas al desarrollo, es de calidad deficiente. Por ejemplo, fue poco frecuente la generalización de una capacidad enseñada a un contexto nuevo, como compartir la atención con un nuevo adulto que no fuera el terapeuta durante la intervención. Las nuevas capacidades no necesariamente se mantuvieron con el transcurso del tiempo. Esta evidencia podría implicar que el modelo Teoría de la mente tiene poca relevancia para la práctica educacional y clínica en el TEA. Se necesitan estudios de investigación adicionales que utilicen métodos longitudinales, mejores medidas de resultado y un mayor estándar de informe para esclarecer estos temas. Lo anterior es particularmente importante debido a que los detalles específicos del modelo Teoría de la mente están en constante evolución.
Aunque hay alguna evidencia de que la Teoría de la mente, o una capacidad precursora, se puede enseñar a los pacientes con TEA, hay poca evidencia del mantenimiento de dicha capacidad, de la generalización a otros contextos o de los efectos del desarrollo sobre capacidad relacionadas. Además, la inconsistencia en los hallazgos y la medición hizo que la evidencia se considerara de calidad “muy baja” o “baja” y no fuera posible tener seguridad con respecto a que las indicaciones de efectos positivos se mantendrán a medida que se acumula evidencia de calidad alta. Se necesitan diseños longitudinales adicionales y muestras más grandes para ayudar a aclarar la eficacia de las intervenciones vinculadas a la Teoría de la mente y el valor aclaratorio del modelo Teoría de la mente en sí. Es posible que el refinamiento continuo del modelo Teoría de la mente dé lugar a mejores intervenciones que tengan un mayor impacto sobre el desarrollo que las investigadas hasta la fecha.
El modelo “Teoría de la mente” indica que los pacientes con trastorno del espectro autista (TEA) presentan una dificultad profunda para comprender las mentes de las otras personas (sus emociones, sentimientos, creencias y pensamientos). Como una explicación de algunos de los comportamientos sociales y de comunicación característicos de los pacientes con TEA, este modelo ha tenido una influencia significativa en la investigación y la práctica. Implica que las intervenciones exitosas para enseñar la Teoría de la mente podrían, a la vez, tener efectos de gran alcance sobre los comportamientos y el resultado.
Examinar la eficacia de las intervenciones basadas en el modelo Teoría de la mente en los pacientes con TEA.
En agosto de 2013 se hicieron búsquedas en CENTRAL, Ovid MEDLINE, Embase, CINAHL, PsycINFO, ERIC, Social Services Abstracts, AutismData y en dos registros de ensayos. También se revisaron las listas de referencias de los artículos relevantes, se estableció contacto con los autores que trabajan en este campo y se hicieron búsquedas manuales en varias revistas.
Los estudios de revisión se seleccionaron sobre la base de que informaran una intervención aplicable (vinculada a la Teoría de la mente en una de cuatro maneras claramente definidas), presentaran datos de ensayos controlados aleatorizados nuevos y los participantes tuvieran un diagnóstico confirmado de un trastorno del espectro autista. Dos autores de la revisión, de forma independiente, seleccionaron los estudios y un tercer autor actuó como árbitro de ser necesario.
Dos autores de la revisión, de forma independiente, evaluaron el riesgo de sesgo y extrajeron los datos; un tercer autor actuó como árbitro de ser necesario. La mayoría de los estudios no fueron elegibles para el metanálisis, la razón principal fueron las metodologías y las medidas de resultado no compatibles. Se realizaron tres metanálisis pequeños.
En la revisión se incluyeron 22 ensayos aleatorizados (n = 695). Los estudios fueron muy variables en cuanto al país de origen, el tamaño de la muestra, la edad de los participantes, el tipo de administración de las intervenciones y las medidas de resultado. El riesgo de sesgo fue variable entre las categorías. Hubo muy pocos estudios en los que el cegamiento de los participantes y el personal fuera adecuado y algunos también se consideraron con riesgo alto de sesgo en cuanto al cegamiento de los evaluadores de resultado. También hubo evidencia de algún sesgo en la generación de la secuencia y la ocultación de la asignación. No todos los estudios informaron los datos incluidos dentro de las categorías de resultados primarios predefinidas para la revisión, en cambio, muchos estudios informaron medidas específicas de la intervención (p.ej., reconocimiento de las emociones). La gran variedad de medidas utilizadas dentro de cada categoría de resultado y los resultados contradictorios de estas medidas introdujeron más complejidad al interpretar los resultados.
Los estudios se agruparon en cuatro categorías principales según el objetivo/medida primaria de resultado de la intervención. Estas fueron: estudios de reconocimiento de emociones, estudios de atención conjunta y comunicación social, estudios de imitación y estudios de enseñanza de la Teoría de la mente en sí. Dentro de las dos primeras de estas categorías, un subgrupo de estudios se consideró apropiado para el metanálisis de un número limitado de resultados clave.
Hubo evidencia de calidad muy baja de un efecto positivo sobre las medidas de comunicación sobre la base de los resultados individuales a partir de tres estudios. Hubo evidencia de calidad muy baja a partir de 11 estudios que informaron resultados contradictorios de intervenciones sobre medidas de interacción social, evidencia de calidad muy baja de cuatro estudios que informaron resultados contradictorios sobre las medidas de comunicación general, y evidencia de calidad muy baja de cuatro estudios que informaron resultados contradictorios sobre las medidas de capacidad de la Teoría de la mente.
Los resultados del metanálisis que fue posible generar mostraron que las intervenciones dirigidas al reconocimiento de las emociones entre los grupos etarios y que trabajaron con personas dentro de un rango promedio de capacidad intelectual tuvieron un efecto positivo sobre la capacidad objetivo, medida con una prueba que utiliza fotografías de los rostros (aumento medio de 0,75 puntos; intervalo de confianza [IC] del 95%: 0,22 a 1,29 puntos, z = 2,75; p < 0,006, cuatro estudios, n = 105). Las intervenciones de atención conjunta administradas por un terapeuta pueden promover la producción de más comportamientos de atención conjunta dentro de la interacción niño-adulto (aumento medio de 0,55 puntos; IC del 95%: 0,11 a 0,99 puntos, z = 2,45, valor de p = 0,01, dos estudios, n = 88). El análisis adicional afecta ligeramente esta conclusión al demostrar que no hubo evidencia clara de que la intervención pueda tener un efecto en las iniciaciones de la atención conjunta según lo medido con una herramienta estandarizada de evaluación (aumento medio de 0,23 puntos; IC del 95%: -0,48 a 0,94 puntos, z = 0,63, valor de p = 0,53, tres estudios, n = 92). No se registraron efectos adversos.
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