Antecedentes
Los pacientes con cáncer y después de este tienen un riesgo de padecer problemas a largo plazo que incluyen un mayor riesgo de caídas accidentales. Este es un resultado del efecto que la enfermedad y el tratamiento pueden tener en su organismo. El ejercicio reduce la tasa y el riesgo de caídas en las personas de edad avanzada y se sabe que mejora la calidad de vida, el cansancio y el dolor en los pacientes que han tenido cáncer. No está claro si el ejercicio puede reducir el riesgo de caídas en los pacientes con cáncer y que lo han tenido. Esta revisión se diseñó para determinar el efecto del ejercicio en la reducción de las caídas en los pacientes con cáncer y después de este.
Características de los estudios
En julio de 2018 se buscaron ensayos clínicos sobre el ejercicio para reducir las caídas en adultos con cáncer y después de este. Se encontraron 11 estudios de calidad y tamaño variables, con un total de 835 pacientes, que compararon el ejercicio con la atención habitual. En su mayoría los estudios fueron muy pequeños, cuatro con menos de 30 pacientes. Solo un estudio informó acerca de las caídas accidentales. Los 11 estudios informaron acerca de una o más medidas que son factores de riesgo de caída (p.ej., fuerza, flexibilidad y equilibrio).
Calidad de la evidencia
La calidad de la evidencia de los estudios se calificó en cuatro niveles: muy baja, baja, moderada o alta. La evidencia de calidad muy baja significa que hay muy poca seguridad en los resultados. La evidencia de calidad alta significa que existe mucha seguridad en los resultados. La calidad de la evidencia fue muy baja a baja para todas las medidas de interés. Se identificaron varias deficiencias en el diseño de todos los estudios, que incluyó cantidades pequeñas de participantes. Ningún estudio pudo evitar que los participantes conocieran su tratamiento y, por lo tanto, pudo haber habido sesgo.
Hallazgos clave
Solo un estudio consideró el efecto del ejercicio sobre las caídas accidentales y no encontró diferencias en el número de caídas entre los pacientes que hicieron ejercicio y los pacientes que no lo hicieron (evidencia de muy baja calidad). Por lo tanto, no hubo datos suficientes para establecer conclusiones con respecto a los efectos del ejercicio sobre la reducción de las caídas accidentales en los pacientes con cáncer y después de este. Hubo mejorías en algunos factores que se sabe que afectan a las caídas; se encontró mejoría en algunas medidas de fuerza, flexibilidad y equilibrio, aunque la calidad general de la evidencia fue muy baja a baja.
Hay poca de evidencia de entrenamiento con ejercicios para reducir las tasas de caídas en personas con cáncer o que lo han tenido. El entrenamiento con ejercicios podría mejorar la fuerza, la flexibilidad y el equilibrio en las personas de esta población, pero la evidencia es de muy baja calidad.
Las modalidades del tratamiento actual del cáncer han tenido éxito al aumentar la supervivencia; sin embargo, provocan varios efectos adversos a largo plazo. Las caídas accidentales son un episodio adverso frecuente y clínicamente significativo en los pacientes con cáncer y después de este, y las tasas son mayores que en el resto de la población.
Evaluar los efectos del ejercicio prescrito o proporcionado para reducir las caídas accidentales y los factores de riesgo de caídas: fuerza, flexibilidad y equilibrio, en la vida de los pacientes con cáncer y después de este.
Se hicieron búsquedas en las siguientes bases de datos electrónicas, desde su inicio hasta el 10 de julio de 2018, sin restricciones: CENTRAL, MEDLINE, Embase y otras siete bases de datos. Se buscaron ensayos en curso en clinicalTrials.gov y en la plataforma de registros internacionales de ensayos clínicos (ICTRP) de la Organización Mundial de la Salud, y se buscaron otros estudios en listas de referencias de revisiones y artículos encontrados.
Se incluyeron todos los ensayos controlados aleatorizados que investigaron las intervenciones con ejercicios versus ningún tratamiento, atención habitual o intervenciones sin ejercicios sobre la incidencia de caídas o los factores de riesgo de caídas en la vida de adultos con cáncer y que han pasado por uno (18 años de edad o más al momento del diagnóstico). Se excluyeron los estudios cruzados y los estudios en centros de atención de enfermedades agudas o de cuidados paliativos.
Al menos dos autores de la revisión, de forma independiente, completaron la extracción de los datos de los artículos incluidos. Se utilizó el programa informático Covidence para realizar la revisión, así como la obtención y la extracción de los datos. Se evaluó la evidencia con los criterios GRADE y se presentaron los resultados en una tabla de "Resumen de los hallazgos".
Once estudios (835 participantes) compararon el ejercicio con la atención habitual. Ningún estudio comparó el ejercicio con ningún tratamiento o intervenciones sin ejercicio. La calidad de la evidencia fue muy baja para el desenlace principal de tasas de caídas, y muy baja a baja para los desenlaces secundarios. La calidad de la evidencia se disminuyó debido a las limitaciones de los estudios (riesgo de sesgo), y a los problemas de imprecisión debido a los tamaños pequeños de la muestra, la inconsistencia y la indireccionalidad. Todos los estudios tuvieron alto riesgo de sesgo en el cegamiento de los participantes y del personal debido a la imposibilidad de cegar a los participantes a una intervención con ejercicios. El riesgo de sesgo por lo general fue bajo o poco claro en otras categorías.
Por lo general hubo escasa información sobre resultados importantes que compararon el ejercicio con la atención habitual.
Tasas de caídas y número de pacientes con caídas: un estudio (223 participantes) midió las caídas accidentales, pero no informó la tasa de caídas ni el número de pacientes que sufrían caídas; no hubo diferencias en el número de caídas entre el ejercicio y la atención habitual (evidencia de muy baja calidad).
Fuerza: diez estudios (813 participantes) informaron acerca de desenlaces de fuerza. Dos análisis favorecieron el ejercicio sobre la atención habitual: fuerza del cuádriceps (dos estudios, 72 participantes; diferencia de media [DM] 8,99 kg, intervalo de confianza [IC] del 95% 1,29 a 16,70; evidencia de calidad baja) y prensa de pierna (cuatro estudios, 388 participantes; DM 21,1 kg, IC del 95%: 8,47 a 33,74; evidencia de calidad baja). En un análisis de la prueba de levantarse de la silla, no hubo diferencias entre el ejercicio y la atención habitual (cuatro estudios, 214 participantes; diferencia de medias estandarizada [DME] -0,45, IC del 95%: -1,05 a 0,14; evidencia de calidad muy baja).
Flexibilidad: un estudio (21 participantes) informó sobre la flexibilidad para la distancia en la prueba de “Sit-and-Reach” (DM 2,05 cm, IC del 95%: 0,59 a 3.51; evidencia de calidad muy baja).
Equilibrio: cinco estudios (350 participantes) midieron tres desenlaces diferentes del equilibrio. Dos análisis favorecieron el ejercicio sobre la atención habitual: equilibrio postural (dos estudios, 127 participantes; DME 0,44; IC del 95%: 0,08 a 0,79; evidencia de calidad baja) y prueba de marcha de espaldas (dos estudios, 280 participantes; DME -0,24; IC del 95%: -0,48 a -0,01; evidencia de calidad baja). No hubo diferencias entre el ejercicio y la atención habitual para la prueba “Timed Up-and-Go” (un estudio; 15 participantes; DM -0,35 segundos; IC del 95%: -1,47 a 0,77; evidencia de calidad baja).
Número de pacientes que tuvieron una fractura relacionada con la caída: la calidad de la evidencia de que el ejercicio redujera las fracturas relacionadas con una caída fue muy baja.
Episodios adversos: un único estudio (223 participantes) observó algún dolor muscular temporal con el inicio del ejercicio o cuando hubo un aumento en el levantamiento de pesos. Como no se proporcionaron datos de la ocurrencia, no fue posible evaluar esta variable en más profundidad. Ningún estudio informó acerca de lesión musculoesquelética. El análisis indicó que hubo evidencia de muy baja calidad de que el ejercicio no aumenta la fatiga.
La traducción y edición de las revisiones Cochrane han sido realizadas bajo la responsabilidad del Centro Cochrane Iberoamericano, gracias a la suscripción efectuada por el Ministerio de Sanidad del Gobierno de España. Si detecta algún problema con la traducción, por favor, contacte con comunica@cochrane.es.