¿Cuál es el problema?
Los pacientes que presentan enfermedades del riñón pueden tener una esperanza de vida inferior, complicaciones que incluyen la cardiopatía y pueden necesitar tratamiento para la insuficiencia renal grave como las diálisis. Los pacientes y los médicos desean identificar los tratamientos que protegen a los pacientes contra la insuficiencia renal o la cardiopatía. Para los médicos y para los pacientes que presentan enfermedades del riñón los cambios en el estilo de vida, como la dieta, son muy importantes como formas posibles de mejorar la salud y el bienestar y proporcionar a los pacientes una oportunidad para "autocontrolar" su atención para las enfermedades del riñón.
¿Qué se hizo?
Se combinaron todos los estudios que analizaron los cambios alimentarios en los pacientes con enfermedades del riñón, incluidos los pacientes tratados con diálisis o que tienen un trasplante renal.
¿Qué se encontró?
Se encontraron 17 estudios que incluyeron a 1639 pacientes con enfermedades del riñón crónicas y analizaron si los cambios o el asesoramiento en la dieta mejoraron la salud. Los estudios incluyeron hombres y mujeres con enfermedades renales principalmente moderadas o graves. Las dietas incluyeron un aumento en la ingestión de frutas y vegetales, un aumento en el consumo de aves de corral y pescados, un mayor consumo de aceites de frutos secos y de oliva, y cierto aumento en los cereales y las legumbres (p.ej. frijol) y menos carnes rojas, azúcar y sal. En particular se analizaron tres resultados clave: el riesgo de muerte, el riesgo de enfermedades del riñón avanzadas que requerían diálisis y la calidad de vida. Hubo cuatro estudios que incluyeron a pacientes sometidos a trasplante renal y tres estudios que incluyeron a pacientes tratados con diálisis.
Después de combinar los estudios disponibles, no estuvo claro si los cambios saludables en la dieta evitan las complicaciones cardíacas, ya que la mayoría de los estudios no midió dichas complicaciones. Los cambios en la dieta pueden mejorar la calidad de vida. Se observó que algunos factores de riesgo de enfermedades futuras, como la presión arterial y el colesterol, disminuyeron después del asesoramiento en la dieta o de una alimentación más sana.
Con frecuencia la calidad de los estudios incluidos fue muy baja, lo que significa que no se puede estar seguro de que los estudios futuros encontrarán resultados similares.
Conclusiones
No hay mucha seguridad con respecto a que los cambios alimentarios mejoran el bienestar de los pacientes con enfermedades del riñón porque los estudios de investigación disponibles no se diseñaron para investigar este tema. Los cambios en la dieta pueden reducir la presión arterial y el colesterol, pero no se ha probado que haya una repercusión a más largo plazo de estos efectos sobre el bienestar. Lo anterior significa que todavía se necesitan estudios de investigación grandes y de calidad para ayudar a comprender la repercusión de la dieta sobre la salud de los pacientes con enfermedades del riñón.
Las intervenciones alimentarias no tienen efectos claros sobre la mortalidad, los eventos cardiovasculares y la IRT entre los pacientes con NC, ya que estos resultados se midieron o informaron con poca frecuencia. Las intervenciones alimentarias pueden aumentar la calidad de vida relacionada con la salud, la TFG calculada y la albúmina sérica, y reducir la presión arterial y los niveles séricos de colesterol.
Según la asignación de prioridades de las partes interesadas con respecto a la investigación alimentaria en el contexto de la NC y la evidencia preliminar de los efectos beneficiosos sobre los factores de riesgo de los resultados clínicos, se necesitan ECA pragmáticos a gran escala para evaluar los efectos de las intervenciones alimentarias sobre los resultados de los pacientes.
Los cambios alimentarios se recomiendan de forma sistemática en los pacientes con nefropatía crónica (NC) sobre la base de pruebas aleatorias en la población general y estudios no aleatorios en la NC que indican que ciertos modelos de alimentación sana pueden prevenir los eventos cardiovasculares y disminuir la mortalidad. En los pacientes con nefropatía se han priorizado las modificaciones alimentarias como un tratamiento importante sin que exista certidumbre.
Esta revisión evaluó los efectos beneficiosos y perjudiciales de las intervenciones alimentarias entre pacientes adultos con NC que incluyen los pacientes con insuficiencia renal terminal (IRT) tratados con diálisis o trasplante renal.
Se realizaron búsquedas en el registro especializado del Grupo Cochrane de Riñón y Trasplante (Cochrane Kidney and Transplant Specialised Register) (hasta el 31 enero 2017), mediante contacto con el especialista en información, utilizando términos de búsqueda relevantes para esta revisión. Los estudios contenidos en el registro especializado se identificaron mediante estrategias de búsquedas específicamente diseñadas para CENTRAL, MEDLINE y EMBASE; búsquedas manuales en actas de congresos; y búsquedas en el International Clinical Trials Register (ICTRP) Search Portal y ClinicalTrials.gov.
Ensayos controlados aleatorios (ECA) o ensayos controlados cuasialeatorios de intervenciones alimentarias versus otras intervenciones alimentarias, asesoramiento en el estilo de vida o atención estándar que evaluaron la mortalidad, los eventos cardiovasculares, la calidad de vida relacionada con la salud y los resultados bioquímicos, antropomórficos y nutricionales entre los pacientes con NC.
Dos autores de la revisión examinaron los estudios para su inclusión y extrajeron los datos de forma independiente. Los resultados se resumieron como cocientes de riesgos (CR) para los resultados dicotómicos o diferencias de medias (DM) o DM estandarizadas (DME) para los resultados continuos, con intervalos de confianza (IC) del 95% o en formato descriptivo cuando el metanálisis no fue posible. La calidad de la evidencia se evaluó mediante GRADE.
Se incluyeron 17 estudios que incluyeron a 1639 pacientes con NC. Tres estudios reclutaron a 341 pacientes tratados con diálisis, cuatro estudios reclutaron a 168 receptores de trasplante renal y diez estudios reclutaron a 1130 pacientes con NC estadios 1 a 5. Once estudios (900 pacientes) evaluaron el asesoramiento alimentario con o sin asesoramiento en el estilo de vida y seis evaluaron los hábitos alimentarios (739 pacientes) e incluyeron un estudio (191 pacientes) con una dieta enriquecida con polifenol, con bajo contenido de hierro y restricción de los carbohidratos, dos estudios (181 pacientes) con un aumento en la ingesta de frutas y vegetales, dos estudios (355 pacientes) con una dieta mediterránea y un estudio ( 12 pacientes) con una dieta con alto contenido de carbohidratos y bajo contenido de proteínas. Los riesgos de sesgo de los estudios incluidos generalmente fueron altos o inciertos, lo que redujo la confianza en los resultados. Los participantes se siguieron durante una mediana de 12 meses (rango: 1 a 46,8 meses).
Los estudios no se diseñaron para examinar la mortalidad por todas las causas ni los eventos cardiovasculares. A partir de evidencia de muy baja calidad, las intervenciones alimentarias no tuvieron efectos claros sobre la mortalidad por todas las causas ni la IRT. En términos absolutos, las intervenciones alimentarias pueden evitar que un paciente de 3000 tratados durante un año presente IRT, aunque la seguridad en este efecto fue muy baja. Entre los 17 estudios, los datos de resultado de los eventos cardiovasculares fueron escasos. A partir de evidencia de muy baja calidad, las intervenciones alimentarias se asociaron con una mayor calidad de vida relacionada con la salud (dos estudios, 119 pacientes: DM en la puntuación SF-36 11,46; IC del 95%: 7,73 a 15,18; I2 = 0%). En general, los eventos adversos no se informaron.
Las intervenciones alimentarias redujeron la presión arterial sistólica (tres estudios, 167 pacientes: DM -9,26 mmHg; IC del 95%: -13,48 a -5,04; I2 = 80%) y la presión arterial diastólica (dos estudios, 95 pacientes: DM -8,95; IC del 95%: -10,69 a -7,21; I2 = 0%) en comparación con una dieta control. Las intervenciones alimentarias se asociaron con una tasa de filtración glomerular (TFG) calculada mayor (cinco estudios, 219 pacientes: DME 1,08; IC del 95%: 0,26 a 1,97; I2 = 88%) y mayores niveles de albúmina sérica (seis estudios, 541 pacientes: DM 0,16 g/dl; IC del 95%: 0,07 a 0,24; I2 = 26%). Una dieta mediterránea redujo los niveles séricos de colesterol LDL (un estudio, 40 pacientes: DM -1,00 mmol/l; IC del 95%: -1,56 a -0,44).
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