Pregunta de la revisión
Se analizó la evidencia sobre las maneras de aumentar la actividad física en personas con enfermedades neuromusculares. Solo se incluyeron los estudios que midieran la actividad física como desenlace. Se recopilaron y analizaron todos los estudios relevantes para responder esta pregunta.
Antecedentes
La actividad física incluye cualquier tipo de actividad cotidiana, como el trabajo, los desplazamientos o el ejercicio. Basándose en sus conocidos beneficios para la salud, las guías internacionales recomiendan que todo el mundo realice suficiente actividad física regular. Esta guía es relevante para las personas con problemas de salud, incluidas las enfermedades neuromusculares, que afectan el funcionamiento de los músculos y los nervios. Sin embargo, muchas personas con enfermedades neuromusculares viven con discapacidad y se enfrentan a barreras para ser más activas físicamente. Los estudios de investigación también excluyen a veces a las personas con problemas de salud.
Características de los estudios
Esta revisión incluyó 13 estudios (795 participantes de 12 estudios; el número de participantes no estuvo claro en un estudio). Los estudios incluyeron en su mayoría a adultos que podían caminar, aunque la pregunta de la revisión incluía a personas de cualquier edad que podían desplazarse con o sin ayuda. Solo un estudio declaró que la intervención tenía como objetivo aumentar la actividad física. La mayoría de los estudios se centró en evaluar los efectos de las intervenciones de actividad física en otros aspectos de la salud, la forma física y el bienestar. Las intervenciones consistieron en el ejercicio con apoyo u otro tipo de actividad física, el asesoramiento sobre cómo ser más activo o terapias de conversación que incluían la modificación de la conducta sobre la actividad diaria. El apoyo a la mayoría de las intervenciones lo proporcionaron fisioterapeutas y otros profesionales de la salud y la actividad física.
Resultados y certeza de la evidencia
La evidencia se refería a adultos con nueve tipos diferentes de enfermedades neuromusculares. Los 13 estudios planificaron medir la actividad física, pero los resultados de seis estudios no se informaron o no fueron utilizables. Se encontraron diferencias importantes en las intervenciones y en la atención habitual proporcionadas en los distintos lugares. También se encontraron diferencias en cómo se midieron e informaron de los desenlaces. La falta de información sobre la actividad física podría haber afectado a los resultados. En cuanto al tiempo dedicado a la actividad física, no se sabe si alguna intervención promovió la actividad física en personas con enfermedades neuromusculares. También se desconoce el efecto de las intervenciones de actividad física sobre la calidad de vida y sobre los efectos perjudiciales. No obstante, no se encontró evidencia de que la intervención de actividad física aumentara los efectos perjudiciales graves. La incertidumbre de la evidencia se debe a las limitaciones en el diseño de los estudios y a que los resultados fueron imprecisos o no abordaron directamente la pregunta de la revisión.
La evidencia está actualizada hasta el 30 de abril de 2020.
Se encontró una falta de evidencia en relación con los niños, adolescentes y personas no ambulantes de cualquier edad. Muchas personas con ENM no cumplieron los criterios de elegibilidad de los ensayos controlados aleatorizados. Hubo variaciones en los componentes de la intervención de actividad con apoyo y de la atención habitual, como la administración de fisioterapia. Se identificaron variaciones entre los estudios en cuanto a la forma de monitorizar, analizar y notificar la actividad física. Continúa sin conocerse la efectividad de la intervención para la promoción de la actividad física y su efecto en la calidad de vida y los eventos adversos. Se necesita más información sobre la población ITT, así como un informe más completo de los desenlaces. Aunque no exista una única medida objetiva de la actividad física, el estudio del cambio cualitativo y dicotómico en la actividad física global notificado por el participante podría ofrecer un enfoque pragmático para captar un cambio importante a nivel individual y poblacional.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que las personas de todas las edades realicen actividad física regular y adecuada. Si no se pueden cumplir las recomendaciones debido a problemas de salud, las guías internacional aconsejan ser tan activos físicamente como sea posible. La evidencia de las intervenciones comunitarias de actividad física indican que las personas con problemas de salud a veces se excluyen de la participación en los estudios. En esta revisión se consideraron los efectos de las intervenciones que promueven la actividad física y el bienestar en los estudios, así como cualquier evento adverso experimentado por los participantes con enfermedades neuromusculares (ENM) congénitas o adquiridas.
Evaluar los efectos de las intervenciones diseñadas para promover la actividad física en personas con ENM en comparación con ninguna intervención o intervenciones alternativas.
El 30 de abril de 2020 se hicieron búsquedas en el Registro especializado del Grupo Cochrane Neuromuscular (Cochrane Neuromuscular Group), en CENTRAL, Embase, MEDLINE y ClinicalTrials.Gov. A la ICTRP de la OMS no se pudo acceder en ese momento.
Se consideraron los ensayos aleatorizados o cuasialeatorizados, incluidos los ensayos cruzados (cross-over), de intervenciones diseñadas para promover la actividad física en personas con ENM en comparación con ninguna intervención o intervenciones alternativas. Se incluyeron específicamente los estudios que informaron sobre la actividad física como una medida de desenlace. El objetivo principal fueron los estudios en los que la promoción de la actividad física fuera un objetivo declarado, pero también se incluyeron los estudios en los que la actividad física se evaluó como un desenlace secundario o exploratorio.
Se utilizaron los procedimientos Cochrane estándares.
La revisión incluyó 13 estudios (795 participantes aleatorizados de 12 estudios; el número de participantes no estuvo claro en un estudio) de diferentes intervenciones para promover la actividad física. La mayoría de los estudios asignaron de forma aleatoria a una minoría de los participantes invitados. Ningún estudio incluyó a niños ni adolescentes y nueve estudios comunicaron los criterios mínimos de entrada para la caminata. Los participantes presentaban una de nueve ENM congénitas o adquiridas.
Los tipos de intervención incluyeron el apoyo estructurado a la actividad física, el apoyo al ejercicio (como forma específica de actividad física) y el apoyo al cambio conductual que incluyera la actividad física o el ejercicio. Solo un estudio incluido informó claramente de que el objetivo de la intervención fue aumentar la actividad física. Otros estudios informaron o planificaron analizar los efectos de la intervención sobre la actividad física como una medida de desenlace secundaria o exploratoria. Seis estudios no informaron de los resultados de los desenlaces de la actividad física, o sus datos no fueron utilizables. Diez de los 13 estudios incluidos se consideraron con riesgo de sesgo alto o incierto por informar de manera incompleta los desenlaces de la actividad física.
No se realizó un metanálisis para ninguna de las comparaciones debido a las diferencias en las intervenciones y en la atención habitual. También se encontró una considerable variación en cómo los estudios informaron sobre la actividad física como una medida de desenlace. Los estudios que informaron sobre la medición de la actividad física no siempre comunicaron claramente el análisis por intención de tratar (ITT) ni si las evaluaciones finales ocurrieron durante o después de la intervención. En el resumen de los hallazgos se incluyeron tres comparaciones basadas en medidas predeterminadas.
Un programa de actividad física (con peso) en comparación con ningún programa de actividad física
En un estudio participaron adultos con neuropatía periférica diabética (NPD) y se notificó la duración semanal de la caminata durante y al final de una intervención de un año utilizando un acelerómetro de tobillo StepWatch. Según la estimación puntual y la evidencia de certeza baja, la intervención podría haber dado lugar a un aumento importante de la actividad física semanal; sin embargo, el intervalo de confianza (IC) del 95% incluyó la posibilidad de que no hubiera diferencias o de que hubiera un efecto en cualquier dirección a los tres meses (diferencia de medias [DM] 34 minutos por semana; IC del 95%: -92,19 a 160,19; 69 participantes), a los seis meses (DM 68 minutos por semana; IC del 95%: -55,35 a 191,35; 74 participantes) y a los 12 meses (DM 49 minutos por semana; IC del 95%: -75,73 a 173,73; 70 participantes). Las estimaciones del efecto informadas en el estudio para las lesiones del pie y las úlceras de espesor total también incluyeron la posibilidad de que no hubiera diferencias, de que hubiera un riesgo mayor o un riesgo menor con la intervención.
Un programa de ejercicio interactivo con sensores en comparación con ningún programa de ejercicio interactivo con sensores
Un estudio incluyó adultos con NPD e informó de la duración de la caminata durante 48 horas tras una intervención de cuatro semanas utilizando un sensor PAMSys integrado en la camiseta. No fue posible establecer conclusiones sobre la efectividad de la intervención a partir de la evidencia de certeza muy baja (DM -0,64 horas por 48 horas; IC del 95%: -2,42 a 1,13; 25 participantes). Tampoco fue posible establecer conclusiones sobre la repercusión en la escala Physical Component Score (PCS) para la calidad de vida (DM 0,24 puntos; IC del 95%: -5,98 a 6,46; 35 participantes; evidencia de certeza muy baja), aunque la intervención podría haber supuesto poca o ninguna diferencia en la escala Mental Component Score (MCS) para la calidad de vida (DM 5,10 puntos; IC del 95%: -0,58 a 10,78; 35 participantes; evidencia de certeza baja).
Un programa de ejercicios funcionales en comparación con un programa de ejercicios de estiramiento
En un estudio participaron adultos con atrofia muscular bulbar y espinal y se informó el recuento de actividad física diaria tras una intervención de 12 semanas utilizando un acelerómetro Actical. No fue posible establecer conclusiones sobre la efectividad de ninguna de las intervenciones (que requirieron cumplimiento) debido a la evidencia de certeza baja y a unidades de medida no confirmadas (DM -8701; IC del 95%: -38 293,30 a 20 891,30; 43 participantes). Los ejercicios funcionales podrían haber supuesto poca o ninguna diferencia en la calidad de vida en comparación con el estiramiento (PCS: DM -1,10 puntos; IC del 95%: -5,22 a 3,02; MCS: DM -1,10 puntos; IC del 95%: -6,79 a 4,59; 49 participantes, evidencia de certeza baja).
Aunque los estudios informaron sobre los eventos adversos de forma incompleta, no se encontró evidencia de que la actividad con apoyo aumentara el riesgo de eventos adversos graves.
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