Cuando alguien sufre un ictus isquémico agudo, los tratamientos inmediatos, eficaces, sencillos y fiables reducirán sus riesgos de discapacidad o muerte por el daño sufrido en el tejido cerebral. Los tratamientos utilizados varían en todo el mundo, y un medicamento llamado cerebrolisina y sus análogos se utilizan ampliamente en países postsoviéticos, de Europa del Este y Asia Central y Sudoriental. En octubre de 2023 se publicó una última actualización de una revisión Cochrane sobre el tema y en este podcast se comenta sobre sus hallazgos.
Este podcast ha sido traducido por Yasmín García del Centro Cochrane Iberoamericano y locutado por Ania Torres Pombert del centro afiliado Cochrane: Centro Nacional Coordinador de Ensayos Clínicos (CENCEC) de Cuba.
Cuando alguien sufre un ictus isquémico agudo, los tratamientos inmediatos, eficaces, sencillos y fiables reducirán sus riesgos de discapacidad o muerte por el daño sufrido en el tejido cerebral. Los tratamientos utilizados varían en todo el mundo, y un medicamento llamado cerebrolisina y sus análogos se utilizan ampliamente en países postsoviéticos, de Europa del Este y Asia Central y Sudoriental. En octubre de 2023 se publicó una última actualización de una revisión Cochrane sobre el tema y en este podcast se comenta sobre sus hallazgos.
Este podcast ha sido traducido por Yasmín García del Centro Cochrane Iberoamericano y locutado por Ania Torres Pombert del centro afiliado Cochrane: Centro Nacional Coordinador de Ensayos Clínicos (CENCEC) de Cuba.
Esta revisión trata sobre un medicamento llamado cerebrolisina y su análogo de fabricación rusa, cortexin, que se utilizan en personas que han sufrido un ictus isquémico agudo. Se cree que la cerebrolisina tiene propiedades neuroprotectoras y neurotrópicas y se utiliza ampliamente en Rusia, los países de la antigua Unión Soviética, Europa del Este, China y otros lugares de Asia, mientras que el cortexin es particularmente común en Rusia y los países postsoviéticos. Se quería examinar sus efectos beneficiosos potenciales, y cualquier efecto perjudicial asociado, cuando se utilizan en personas tras un ictus isquémico agudo.
La razón principal por la que se realizó esta revisión fue el uso de estos medicamentos como neuroprotectores potenciales. En el ictus isquémico, el concepto de "neuroprotección" incluye la supresión de los cambios que conducen a la afluencia de iones de calcio, la activación de las especies reactivas del oxígeno o radicales libres y la necrosis celular. Estas ideas han estimulado el desarrollo de muchas sustancias potencialmente "neuroprotectoras", algunas de las cuales han demostrado su eficacia en estudios con animales. Sin embargo, la evidencia obtenida a partir de ensayos clínicos con pacientes todavía es cuestionable.
Se buscaron estudios en los que pacientes que recibían un tratamiento estándar para el ictus isquémico agudo se asignaron al azar a recibir cerebrolisina o cortexin, o un placebo; y estos estudios se utilizaron para investigar los efectos sobre la mortalidad y los eventos adversos.
Se encontraron siete ensayos aleatorizados con un total de casi 1800 participantes. Estos incluyeron un estudio recientemente identificado para esta actualización que investigó el agente similar a la cerebrolisina de fabricación rusa, cortexin, que se comercializa y promociona activamente.
Cuando se combinó la evidencia, no se encontraron efectos beneficiosos de la cerebrolisina ni del cortexin. No hubo efectos evidentes sobre la mortalidad y los datos de los cuatro estudios multicéntricos, que informaron sobre los efectos secundarios graves, mostraron que la cerebrolisina aumentó en más del doble el número de personas con eventos adversos graves no mortales.
Aunque los ensayos aleatorizados a gran escala de calidad alta siempre son necesarios para obtener información fiable sobre el valor potencial de los tratamientos farmacológicos para el ictus isquémico agudo, esta revisión ha mostrado que el efecto beneficioso potencial de la cerebrolisina y el cortexin no está respaldado por evidencia fiable y no se recomienda su uso sistemático en el ictus isquémico agudo. También se ha demostrado que el uso de la cerebrolisina y agentes similares es inseguro y, por lo tanto, si van a ser probados en futuros estudios de investigación, necesitarían ser ensayos aleatorizados bien diseñados e incluir evaluaciones de los riesgos de eventos adversos graves.
Para finalizar sería bueno que los pacientes con ictus isquémico agudo, sus familiares y los médicos que los tratan y cuidan sepan que esta revisión concluye que ni la cerebrolisina ni el cortexin son una opción adecuada para el tratamiento del ictus isquémico agudo.
Si desea leer la revisión, deberá visitar la Biblioteca Cochrane y escribir "cerebrolisina e ictus" en el cuadro de búsqueda.