¿Cuál es el objetivo de esta revisión?
El objetivo de esta revisión fue determinar si el material educativo impreso distribuido a los profesionales sanitarios puede mejorar la práctica y, en consecuencia, mejorar la salud de los pacientes.
Mensajes clave
Los resultados de esta revisión indican que los materiales educativos impresos probablemente mejoran la práctica de los profesionales sanitarios y probablemente logran poca o ninguna diferencia en la salud de los pacientes. Los resultados también indican que las versiones informatizadas pueden lograr poca o ninguna diferencia en la práctica de los profesionales sanitarios en comparación con las versiones impresas del mismo material educativo. Es probable que la realización de nuevos estudios de investigación con una metodología rigurosa tenga un impacto importante en la confianza en estas estimaciones del efecto, y pueda cambiar la estimación.
¿Qué se estudió en la revisión?
Las revistas médicas y las guías de práctica clínica son canales comunes para distribuir información científica a los profesionales sanitarios, ya que permiten una amplia distribución a costos relativamente bajos. La entrega de material educativo impreso tiene como objetivo mejorar la conciencia, los conocimientos, las actitudes y las aptitudes de los profesionales sanitarios y, en última instancia, mejorar su práctica y los desenlaces de salud de los pacientes.
¿Cuáles son los principales resultados de esta revisión?
Los autores de la revisión encontraron 84 estudios. La mayoría de estos estudios compararon a profesionales sanitarios que habían recibido material educativo impreso con profesionales sanitarios que no lo habían recibido. Los resultados de esta revisión indican que el material educativo impreso probablemente mejora la práctica de los profesionales sanitarios, y probablemente logra poca o ninguna diferencia en la salud de los pacientes en comparación con ninguna intervención. Dos estudios (un ensayo aleatorizado y un ECAD) compararon las versiones impresas e informatizadas del mismo material educativo e indican que las versiones informatizadas pueden lograr poca o ninguna diferencia en la práctica de los profesionales sanitarios en comparación con las versiones impresas.
¿Cuál es el grado de actualización de esta revisión?
Los autores de la revisión buscaron estudios que se habían publicado hasta el 8 de febrero de 2019.
Los resultados de esta revisión indican que, cuando se utilizan solos y en comparación con ninguna intervención, los MDI pueden mejorar ligeramente los desenlaces relacionados con la práctica de los profesionales sanitarios y la salud de los pacientes. La efectividad de los MDI en comparación con otras intervenciones, o de los MDI como parte de una intervención multifacética, no está clara.
Los materiales educativos impresos son estrategias de difusión ampliamente utilizadas para mejorar la calidad de la práctica de los profesionales sanitarios y los desenlaces de salud de los pacientes. Tradicionalmente, se presentan en forma de documentos como monografías, publicación en revistas revisadas por pares y guías clínicas. Esta es la cuarta actualización de la revisión.
Evaluar el efecto de los materiales didácticos impresos (MDI) en desenlaces relacionados con la práctica de los profesionales sanitarios y la salud de los pacientes.
Explorar la influencia de algunas de las características de los materiales educativos impresos (p.ej., la fuente, el contenido, el formato) en el efecto sobre desenlaces relacionados con la práctica de los profesionales sanitarios y la salud de los pacientes.
Se realizaron búsquedas en MEDLINE, Embase, Registro Cochrane Central de Ensayos Controlados (Cochrane Central Register of Controlled Trials) (CENTRAL), HealthStar, CINAHL, ERIC, CAB Abstracts, Global Health y en el registro del EPOC, desde su inicio hasta el 6 de febrero de 2019. Se verificaron las listas de referencias de los estudios incluidos y las revisiones sistemáticas relevantes.
Se incluyeron ensayos aleatorizados (EA), estudios controlados del tipo antes y después (ECAD) y estudios de series de tiempo interrumpido (STI) que evaluaron el impacto de los MDI sobre desenlaces relacionados con la práctica de los profesionales sanitarios o la salud de los pacientes. Se incluyeron tres tipos de comparaciones: (1) MDI versus ninguna intervención, (2) MDI versus una sola intervención, (3) intervención multifacética donde se incluye MDI versus intervención multifacética sin MDI. Se incluyó cualquier medida objetiva de desenlaces relacionados con la práctica profesional (p.ej., prescripciones de un determinado fármaco) o con la salud de los pacientes (p.ej., presión arterial).
Dos autores de la revisión realizaron la extracción de datos de forma independiente. Los desacuerdos se resolvieron mediante discusión. Para los análisis, los estudios incluidos se agruparon según el diseño del estudio, el tipo de desenlace y el tipo de comparación. Para los ensayos controlados, se informó el tamaño del efecto mediano para cada desenlace dentro de cada estudio, el tamaño del efecto mediano entre los desenlaces de cada estudio y la mediana de estos tamaños del efecto entre los estudios. En los casos en que se disponía de datos, se volvieron a analizar los estudios STI convirtiendo todos los datos a una base mensual y estimando el tamaño del efecto a partir del cambio en la pendiente de la línea de regresión entre antes y después de la aplicación del MDI. Se informaron los cambios promedios en la pendiente para cada desenlace, para cada estudio, y luego entre los estudios. Se estandarizaron todos los cambios en las pendientes por su error estándar, permitiendo las comparaciones y la combinación de diferentes desenlaces. Cada MDI se clasificó según los posibles modificadores de los efectos relacionados con la fuente de los MDI, el canal utilizado para su entrega, su contenido y su formato. Se evaluaron los riesgos de sesgo de todos los estudios incluidos.
Se incluyeron 84 estudios: 32 EA, dos ECAD y 50 estudios STI. De los 32 EA, 19 eran EA grupales que utilizaron varias unidades de aleatorización, como consultorios, centros de salud, ciudades o áreas.
La mayoría de los estudios incluidos (82/84) compararon la efectividad de los MDI con ninguna intervención. Sobre la base de los EA que proporcionaron evidencia de certeza moderada, se encontró que los MDI distribuidos a los profesionales sanitarios probablemente mejoran su práctica, medida con variables dicotómicas, en comparación con ninguna intervención (mediana de la diferencia de riesgos absoluta [DRA]: 0,04; rango intercuartil [RIC]: 001 a 0,09; 3963 profesionales sanitarios asignados al azar en 3073 unidades). No fue posible confirmar este hallazgo utilizando la evidencia obtenida de las variables continuas (diferencia de medias estandarizada [DME]: 0,11; RIC: -0,16 a 0,52; 1631 profesionales sanitarios asignados al azar en 1373 unidades), de los estudios STI (cambio mediano estandarizado en la pendiente = 0,69; 35 estudios), o del ECAD porque la certeza de esta evidencia fue muy baja. También se encontró, sobre la base de los EA que proporcionaron evidencia de certeza moderada, que los MDI distribuidos a los profesionales sanitarios probablemente logran poca o ninguna diferencia en la salud de los pacientes, medida con variables dicotómicas, en comparación con ninguna intervención (DRA: 0,02; RIC: -0,005 a 0,09; 935 015 pacientes asignados al azar en 959 unidades). La evidencia obtenida de las variables continuas (DME: 0,05; RIC: -0,12 a 0,09; 6737 pacientes asignados al azar en 594 unidades) o de los resultados de los estudios de STI (cambio medio estandarizado de la pendiente = 1,12; ocho estudios) no refuerza estos hallazgos porque la certeza de la evidencia fue muy baja.
Dos estudios (un ensayo aleatorizado y un ECAD) compararon una versión en papel con una versión informatizada del mismo MDI. A partir del EA que proporcionó evidencia de baja certeza, se encontró que el MDI en versiones informatizadas puede lograr poca o ninguna diferencia en la práctica de los profesionales en comparación con el MDI en versiones impresas (DRA: -0,02; RIC: -0,03 a 0,00; 139 profesionales sanitarios aleatorizados individualmente). Este hallazgo no se vio reforzado por el ECAD que proporcionó evidencia de muy baja certeza (DME: 0,44; 32 profesionales sanitarios).
Los datos obtenidos no permitieron concluir qué características del MDI influyeron en su efectividad.
La calidad metodológica de los estudios incluidos fue variable. La mitad de los EA incluidos tenían riesgo de sesgo de selección. La mayoría de los estudios STI se realizaron retrospectivamente, sin especificar previamente el efecto esperado de la intervención, ni reconocer la presencia de una tendencia secular.
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