Pregunta de la revisión
¿La práctica mental mejora los resultados de la rehabilitación de miembros superiores de pacientes que sufren secuelas de un accidente cerebrovascular?
Antecedentes
La práctica mental es un proceso mediante el cual un individuo ensaya mentalmente de forma reiterada una acción o tarea sin la necesidad de realizar la acción o tarea de manera física. El objetivo de la práctica mental es mejorar la realización de esas acciones o tareas. La práctica mental se propuso como complemento potencial a los procedimientos de la práctica física realizados con frecuencia por pacientes que tuvieron un accidente cerebrovascular y que son sometidos a rehabilitación.
Fecha de la búsqueda
Se realizaron búsquedas en 10 bases de datos electrónicas y en dos bases de datos de ensayos clínicos en septiembre de 2019.
Características de los estudios
Se incluyeron 25 estudios con 676 pacientes. El 34% de los pacientes eran mujeres. En todos los estudios, los pacientes fueron asignados a grupos de manera aleatoria. Los estudios, que se informaron en nueve países, midieron uno o más de los siguientes resultados: la funcionalidad del brazo para tareas de la vida real apropiadas para el miembro superior (por ejemplo, beber de una taza, manipular el pomo de una puerta), la cantidad y calidad del movimiento del brazo y las actividades cotidianas. Se realizaron búsquedas pero no se encontró evidencia sobre la calidad de vida relacionada con la salud, los costes económicos ni los eventos adversos.
Resultados clave
La revisión de la bibliografía disponible proporcionó evidencia de certeza moderada de que la práctica mental, cuando se agrega a otro tratamiento de rehabilitación física, produce mejores resultados en comparación con el uso del otro tratamiento de rehabilitación solo. Hasta la fecha, la evidencia muestra mejoras en la funcionalidad y el movimiento del brazo. No está claro si: 1) la práctica mental sumada a la práctica física produce mejoras en las actividades cotidianas; 2) la práctica mental por sí sola, en comparación con el tratamiento convencional, es beneficiosa para mejorar el control motor del brazo; 3) cuánta práctica mental podría producir mejores resultados; 4) y tampoco si la práctica mental se utiliza mejor en un momento determinado después de un accidente cerebrovascular. En ninguno de los estudios se informaron efectos adversos o perjudiciales.
Certeza de la evidencia
En cuanto a la práctica mental añadida a otros tratamientos de rehabilitación física, en comparación con el uso de otros tratamientos de rehabilitación solos, la certeza de la evidencia fue moderada en lo que respecta a los resultados de la funcionalidad y el movimiento de los brazos, debido a algunos problemas en el diseño del estudio. La certeza de la evidencia fue baja en cuanto a los resultados de las actividades cotidianas, según el diseño del estudio y el número pequeño de pacientes incluidos. En cuanto a la práctica mental comparada con la comparación de tratamientos convencionales, se determinó que la certeza de la evidencia del resultado del movimiento del brazo fue baja por las mismas razones.
La evidencia de certeza moderada muestra que la PM, además de otro tratamiento, parece ser beneficiosa para mejorar la actividad de los miembros superiores. La evidencia de certeza moderada también muestra que la PM, además de otros tratamientos, parece ser beneficiosa para mejorar el deterioro de los miembros superiores después de un accidente cerebrovascular. La evidencia de certeza baja sugiere que las AC pueden no mejorar con la PM además de otro tratamiento en comparación con el otro tratamiento. La evidencia de certeza baja también sugiere que la PM frente al tratamiento convencional puede no mejorar el deterioro de los miembros superiores. Es necesario realizar más estudios para evaluar los efectos de la PM en el tiempo posterior al accidente cerebrovascular, el volumen de la PM necesario para afectar a los resultados y si la mejora se mantiene a largo plazo.
El accidente cerebrovascular es causado por la interrupción del flujo sanguíneo al cerebro (derrame isquémico) o la ruptura de vasos sanguíneos dentro del cerebro (derrame hemorrágico) y puede provocar cambios en la percepción, la cognición, el estado de ánimo, el habla, la calidad de vida relacionada con la salud y la funcionalidad, como la dificultad para caminar y utilizar el brazo. La limitación de la actividad (disminución de la funcionalidad) de la extremidad superior es un hallazgo frecuente en pacientes que tuvieron un accidente cerebrovascular. La práctica mental (PM) es un método de entrenamiento que utiliza el ensayo cognitivo de las actividades para mejorar el desempeño de esas actividades.
Determinar si la PM mejora el resultado de la rehabilitación de miembros superiores en pacientes que sufren secuelas de un accidente cerebrovascular.
En particular, se trató de: 1) determinar los efectos de la PM en la actividad de los miembros superiores, el deterioro de los miembros superiores, las actividades cotidianas, la calidad de vida relacionada con la salud, los costes económicos y los efectos adversos; y 2) explorar si los efectos diferían según: a) el momento posterior al accidente cerebrovascular en que se administró la PM, b) la dosis de PM administrada, o c) el tipo de comparación realizada.
La última búsqueda en el registro de ensayos del Grupo Cochrane de Accidentes Cerebrales Vasculares fue el 17 de septiembre de 2019. El 3 de septiembre de 2019, se realizaron búsquedas en el Registro Cochrane Central de Ensayos Controlados (la Cochrane Library), MEDLINE, Embase, el Cumulative Index to Nursing and Allied Health Literature (CINAHL), PsycINFO, Scopus, Web of Science, la Physiotherapy Evidence Database (PEDro) y en REHABDATA. También se realizaron búsquedas en ClinicalTrials.gov y en la International Clinical Trials Registry Platform de la Organización Mundial de la Salud el 2 de octubre 2019. Se verificaron las listas de referencias de los estudios incluidos.
Se incluyeron ensayos controlados aleatorizados (ECA) de pacientes adultos con accidente cerebrovascular que tenían déficits en la funcionalidad de los miembros superiores (actividad de los miembros superiores).
Dos autores de la revisión examinaron los títulos y los resúmenes de las citas producidas por la búsqueda bibliográfica y excluyeron los estudios obviamente irrelevantes. Se obtuvo el texto completo de todos los estudios restantes, y ambos autores de la revisión luego seleccionaron de manera independiente los ensayos para su inclusión. Se combinaron los estudios cuando la revisión produjo un mínimo de dos ensayos que empleaban una estrategia de intervención particular y un resultado común. Se consideró que el resultado primario es la capacidad de utilizar el brazo en tareas apropiadas, llamada actividad de los miembros superiores. Los resultados secundarios incluyeron el deterioro de los miembros superiores (como la calidad del movimiento, la amplitud de movimiento, el tono, la presencia de movimiento sinérgico), las actividades cotidianas (AC), la calidad de vida relacionada con la salud (CVRS), los costes económicos y los eventos adversos. Se evaluó el riesgo de sesgo en los estudios incluidos y se aplicaron los criterios GRADE para evaluar la certeza de la evidencia. Se completaron los análisis de subgrupos para el tiempo transcurrido desde el accidente cerebrovascular, la dosis de PM, el tipo de comparación y el tipo de medida del resultado de la actividad del brazo.
Se incluyeron 25 estudios con 676 pacientes de nueve países. Para la comparación de PM además de otro tratamiento versus el otro tratamiento, la PM en combinación con otro tratamiento parece ser más efectiva para mejorar la actividad de la extremidad superior que el otro tratamiento sin PM (diferencia de medias estandarizada [DME] 0,66, intervalo de confianza [IC] del 95%: 0,39 a 0,94; I² = 39%; 15 estudios; 397 pacientes); la certeza según los criterios GRADE de la evidencia fue moderada en base al riesgo de sesgo para el resultado de la actividad de la extremidad superior. En cuanto al deterioro de los miembros superiores, los resultados fueron los siguientes: DME 0,59, IC del 95%: 0,30 a 0,87; I² = 43%; 15 estudios; 397 pacientes, con una puntuación según los criterios GRADE moderada, basada en el riesgo de sesgo. Para las AC, los resultados fueron los siguientes: DME 0,08, IC del 95%: -0,24 a 0,39; I² = 0%; 4 estudios; 157 pacientes; la puntuación según los criterios GRADE fue baja debido al riesgo de sesgo y al tamaño de la muestra pequeño. Para la comparación de PM versus el tratamiento convencional, el único resultado con datos disponibles para combinar (3 estudios; 50 pacientes) fue el deterioro de los miembros superiores (DME 0,34; IC del 95%: -0,33 a 1,00; I² = 21%); la puntuación según los criterios GRADE para el resultado de deterioro en esta comparación fue baja debido al riesgo de sesgo y al tamaño de la muestra pequeño. Los análisis de subgrupos del tiempo posterior al accidente cerebrovascular, la dosis de PM o el tipo de comparación para el PM en combinación con otro tratamiento de rehabilitación versus la comparación de otro tratamiento no mostraron diferencias. El resultado secundario de la calidad de vida relacionada con la salud se informó solo en un estudio, y ningún estudio señaló los resultados de los costes económicos y los eventos adversos.
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