Antecedentes
A muchas personas que sufren un ataque cardíaco se les da habitualmente oxígeno para respirar.
Pregunta de la revisión
Se buscó evidencia para apoyar esta práctica mediante la búsqueda de ensayos controlados aleatorizados que compararan los resultados de las personas a las que se les administró oxígeno versus el aire normal para respirar. El interés fue principalmente en ver si había una diferencia en el número de personas que morían, pero también interesaba ver si la administración de oxígeno reducía el dolor u otros resultados adversos.
Resultados clave
Se encontraron cinco ensayos controlados aleatorizados que compararon a personas con infarto de miocardio presunto o comprobado a las que se les administró oxígeno con un grupo similar de personas a las que se les administró aire (la evidencia está vigente hasta junio de 2016). Estos ensayos incluyeron 1173 participantes; de las cuales 32 murieron. Hubo tasas de mortalidad similares en ambos grupos, lo que sugiere que el oxígeno no ayuda ni perjudica, pero los ensayos no son lo suficientemente grandes como para saberlo con seguridad. Además, es posible que se dañe más músculo cardíaco en las personas que reciben oxígeno que en las que reciben aire.
Conclusión
Dado que no hay evidencia de que el oxígeno sea bueno o perjudicial en esta afección clínica, es importante probar el oxígeno en un gran ensayo lo antes posible para asegurarse de que este tratamiento común está haciendo más bien que daño en las personas que están teniendo un ataque al corazón.
No existe evidencia de ensayos controlados aleatorizados que apoyen el uso sistemático de oxígeno inhalado en personas con IAM y no se puede descartar un efecto perjudicial. Dada la incertidumbre que rodea al efecto de la oxigenoterapia en la mortalidad por todas las causas y en otros resultados críticos para la decisión clínica, se necesitan urgentemente ensayos controlados aleatorizados bien realizados y de alta calidad para informar las guías a fin de dar recomendaciones definitivas sobre el uso sistemático del oxígeno en el IAM.
El oxígeno (O2) es ampliamente utilizado en personas con infarto agudo de miocardio (IAM). Las revisiones sistemáticas previas han llegado a la conclusión de que había evidencia insuficiente para saber si el oxígeno redujo, aumentó o no tuvo ningún efecto en la isquemia o en el tamaño del infarto. La primera revisión Cochrane en 2010 también concluyó que no había evidencia suficiente para saber si se debía utilizar el oxígeno. Desde 2010, la falta de evidencia que apoye esta intervención ampliamente utilizada ha atraído una atención considerable, lo que ha motivado la realización de más ensayos de oxigenoterapia en pacientes con infarto de miocardio. Por lo tanto, es importante actualizar esta revisión Cochrane.
Evaluar los efectos del uso sistemático de oxígeno inhalado para el infarto agudo de miocardio (IAM).
Se hicieron búsquedas en las siguientes bases de datos bibliográficas el 6 de junio de 2015: el Registro Cochrane Central de Ensayos Controlados (Cochrane Central Register of Controlled Trials) (CENTRAL) en la Cochrane Library, MEDLINE (OVID), Embase (OVID), CINAHL (EBSCO) y en Web of Science (Thomson Reuters). La última búsqueda se realizó en septiembre de 2016 en LILACS (Latin American and Caribbean Health Sciences Literature database). También se estableció contacto con expertos para identificar estudios elegibles. No se aplicaron restricciones de idioma.
Ensayos controlados aleatorizados en personas con IAM presunto o comprobado (infarto de miocardio con elevación del segmento ST (IAMEST) o no IAMEST) dentro de las 24 horas posteriores al inicio, donde la intervención fue la inhalación de oxígeno (a presión normal) en comparación con el aire, independientemente de los cotratamientos proporcionados a los participantes en ambos brazos del ensayo.
Dos autores de la revisión examinaron de forma independiente los títulos y los resúmenes de los estudios identificados para comprobar si cumplían los criterios de inclusión y realizaron la extracción de datos de forma independiente. Se evaluó la calidad de los estudios y el riesgo de sesgo de acuerdo con el Manual Cochrane para Revisiones Sistemáticas de Intervenciones (Cochrane Handbook for Systematic Reviews of Interventions). El resultado primario fue la muerte. Se utilizó el riesgo relativo (RR) con el intervalo de confianza (IC) del 95% como medida de efecto. Mediante el enfoque GRADE, se evaluó la calidad de la evidencia y se utilizó el perfilador GRADE (GRADEpro) para importar los datos de Review Manager 5 y crear las tablas de “Resumen de los hallazgos”.
La búsqueda actualizada dio lugar a un nuevo ensayo, para un total de cinco estudios incluidos, con 1173 participantes, 32 de los cuales murieron. El riesgo relativo (RR) agrupado de la mortalidad por todas las causas en el análisis por intención de tratar (intention-to-treat analysis) fue de 0,99 (IC del 95%: 0,50 a 1,95; 4 estudios, N = 1123; I2 = 46%; calidad de la evidencia: muy baja) y 1,02 (IC del 95%: 0,52 a 1,98; 4 estudios, N = 871; I2 = 49%; calidad de la evidencia: muy baja) cuando sólo se analizaron los participantes con IAM confirmado. Un ensayo midió el dolor directamente, y otros dos lo midieron por el uso de opiáceos. El ensayo no mostró ningún efecto, con un RR agrupado de 0,97 para el uso de opiáceos (IC del 95%: 0,78 a 1,20; 2 estudios, N = 250). Los resultados sobre la mortalidad y el dolor no son concluyentes. No hay un efecto claro del oxígeno en el tamaño del infarto (la evidencia es inconsistente y de baja calidad).
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