Radiografías de tórax en infecciones torácicas agudas

Las infecciones torácicas agudas (infecciones de las vías respiratorias inferiores) como la neumonía, la bronquitis y la bronquiolitis son una causa principal de mortalidad en todo el mundo y se prevé que estén entre las principales cuatro causas de muerte en el 2030. Los grupos de población más afectados son los niños menores de 59 meses y los adultos mayores de 50 años de edad. Los pacientes con infecciones torácicas a menudo presentan fiebre, tos, disnea y producción de flema. La radiografía de tórax se utiliza habitualmente para ayudar a diagnosticar y controlar las infecciones torácicas, y los países con ingresos altos la utilizan ampliamente. Sin embargo, no se ha evaluado la repercusión de las radiografías de tórax en cuanto a cómo pueden cambiar la recuperación del paciente ante la sospecha de una infección torácica. Esta revisión se centró en si el uso de las radiografías de tórax en comparación con la no utilización de las mismas dio lugar a mejores resultados como una tasa de recuperación más rápida, menos tiempo en el hospital y menos complicaciones para el paciente. No se investigó el uso de las radiografías de tórax como una herramienta en el diagnóstico de infecciones torácicas ni las diferencias en las interpretaciones de las radiografías entre los médicos.

En esta revisión se incluyeron dos ensayos con 2024 participantes. El ensayo publicado en 1983 en los EE.UU. incluyó solamente adultos, mientras que el ensayo de 1998 en Sudáfrica incluyó solamente niños. Ambos ensayos se realizaron en ciudades metropolitanas grandes. No fue posible combinar los resultados de los dos estudios debido a los datos incompletos. Sin embargo, ambos ensayos establecieron la misma conclusión con respecto al uso de las radiografías de tórax en las infecciones torácicas, excepto en el subgrupo de los pacientes con pruebas de infección (infiltrados) en las radiografías. Las radiografías de tórax no provocaron diferencias significativas en el tiempo de recuperación en los adultos y en los niños.

En resumen, no hubo diferencias en los resultados de pacientes entre los grupos con o sin radiografía de tórax. Aunque ambos estudios indican que las radiografías de tórax no mejoran los resultados de los pacientes, no está claro si este resultado puede aplicarse a todas las poblaciones y contextos. Los resultados pueden ser diferentes en países con pocos recursos. Las conclusiones son limitadas debido a la falta de datos completos disponibles y al riesgo de sesgo de los estudios. Ningún estudio evaluó los efectos adversos de las radiografías de tórax. La calidad de las pruebas de ambos ensayos se evaluó como moderada. Para lo que resta de esta revisión los rayos X se denominarán radiografías.

Las pruebas se actualizaron hasta febrero de 2013.

Conclusiones de los autores: 

Los datos de dos ensayos indican que la radiografía de tórax habitual no afecta a los resultados clínicos en los adultos y niños que se presentan en un hospital con signos y síntomas indicativos de IVRI. Esta conclusión puede estar debilitada por el riesgo de sesgo de los estudios y la falta de datos completos disponibles.

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Antecedentes: 

Las infecciones agudas de las vías respiratorias inferiores (IVRI) (p.ej. neumonía) son una causa principal de morbilidad y mortalidad, y su control se centra en el tratamiento precoz. Las radiografías de tórax (rayos X) son una de las estrategias utilizadas con más frecuencia. Aunque las radiografías son fácilmente accesibles en los países de ingresos altos, pueden estar limitadas en los países de bajos ingresos. No se ha determinado la eficacia de las radiografías de tórax como una herramienta en el tratamiento de las IVRI agudas. Aunque las radiografías de tórax se utilizan para el diagnóstico y el tratamiento, esta revisión se centró sólo en el tratamiento.

Objetivos: 

Evaluar la efectividad de las radiografías de tórax además del criterio clínico, en comparación con el criterio clínico solo, en el tratamiento de de las IVRI agudas en niños y adultos.

Métodos de búsqueda: 

Se hicieron búsquedas en CENTRAL 2013, número 1; MEDLINE (1948 hasta enero, semana 4, 2013); EMBASE (1974 hasta febrero de 2013); CINAHL (1985 hasta febrero de 2013) y en LILACS (1985 hasta febrero de 2013). También se hicieron búsquedas en NHS EED, DARE, ClinicalTrials.gov y WHO ICTRP (hasta febrero de 2013).

Criterios de selección: 

Ensayos controlados aleatorios (ECA) de radiografías de tórax versus ausencia de radiografía de tórax en las IVRI agudas en niños y adultos.

Obtención y análisis de los datos: 

Dos revisores de forma independiente aplicaron los criterios de inclusión, extrajeron los datos y evaluaron el riesgo de sesgo. Un tercer revisor compiló los hallazgos y las discrepancias se analizaron entre todos los revisores. Se utilizaron los procedimientos metodológicos estándar previstos por la Colaboración Cochrane.

Resultados principales: 

En esta revisión se incluyeron dos ECA que incluyeron 2024 pacientes (1502 adultos y 522 niños). Ambos ECA excluyeron a los pacientes con sospecha de enfermedad grave. No fue posible agrupar los resultados debido a los datos incompletos. Ambos ensayos incluidos concluyeron que el uso de radiografías de tórax no dio lugar a un mejor resultado clínico (duración de la enfermedad y de los síntomas) en los pacientes con IVRI agudas. En el estudio que incluyó a niños en Sudáfrica, la mediana del tiempo hasta la recuperación fue siete días (intervalo de confianza [IC] del 95%: seis a ocho días [grupo con radiografía] y seis a nueve días [grupo control], valor de p = 0,50, prueba de rango logarítmico) y el cociente de riesgos instantáneos para la recuperación fue 1,08 (IC del 95%: 0,85 a 1,34). En el estudio con participantes adultos en los EE.UU., la duración media de la enfermedad fue 16,9 días versus 17,0 días (valor de p > 0,05) en los grupos con radiografía y sin radiografía, respectivamente. Este resultado no fue estadísticamente significativo y no hubo diferencias significativas en los resultados de los pacientes entre los grupos con o sin radiografía de tórax.

El estudio en adultos también informó que las radiografías de tórax no afectaron las frecuencias en que los médicos indicaban nuevas visitas o antibióticos. Sin embargo, hubo un efecto beneficioso de las radiografías de tórax en un subgrupo de participantes adultos con infiltrado en la radiografía, con una reducción en la duración de la enfermedad (16,2 días en el grupo asignado a radiografías de tórax y 22,6 en el grupo sin radiografía de tórax, p < 0,05), la duración de la tos (14,2 versus 21,3 días, p < 0,05) y la duración de la producción de esputo (8,5 versus 17,8 días, p < 0,05). Los autores mencionan que es probable que esta diferencia en el resultado en los grupos de intervención y control en este subgrupo particular solamente haya sido resultado de "la proporción mayor de pacientes tratados con antibióticos cuando se utilizó la radiografía en la atención del paciente".

Las tasas de hospitalización solamente se informaron en el estudio que incluyó a niños y se encontró que una proporción mayor de pacientes del grupo con radiografía (4,7%) necesitó hospitalización en comparación con el grupo control (2,3%), pero el resultado no fue estadísticamente significativo (p = 0,14). Ninguno de los ensayos informó el efecto sobre la mortalidad, las complicaciones de infección ni los eventos adversos de las radiografías de tórax. En general, los estudios incluidos tuvieron un riesgo bajo o incierto para el cegamiento, el sesgo de desgaste y el sesgo de información, pero un alto riesgo de sesgo de selección. Ambos ensayos tuvieron criterios de exclusión estrictos, lo que es importante pero puede limitar la practicabilidad clínica de los resultados ya que es posible que los participantes no sean un reflejo de los que se presentan en la práctica clínica.

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