Mensaje clave
No hay evidencia suficiente disponible que ayude a decidir si el ejercicio físico beneficia a las personas con enfermedad venosa crónica.
¿Por qué es importante esta pregunta?
Las venas son un tipo de vaso sanguíneo que llevan la sangre del organismo de vuelta al corazón (lo que se denomina retorno de sangre venosa). Las contracciones de una serie de bombas musculares en las piernas ayudan a este proceso. Algunas personas presentan problemas con las venas o las bombas musculares en las piernas que pueden alterar este proceso, lo que da lugar a una afección conocida como insuficiencia venosa crónica (IVC). La IVC puede causar dolor, edema (hinchazón debida a la retención de líquidos) y úlceras en las piernas, y puede afectar la calidad de vida de la persona. Se cree que tratamientos como el ejercicio físico, que aumenta el movimiento de la articulación del tobillo y refuerza la bomba muscular de la pantorrilla de la pierna, pueden ayudar a evitar que la enfermedad empeore.
¿Qué se hizo?
Se buscaron los ensayos controlados aleatorizados que compararan los efectos de seguir programas de ejercicios con ningún ejercicio en personas con IVC. En los ensayos controlados aleatorizados, los tratamientos que reciben las personas se deciden de forma aleatoria, por lo que ofrecen la evidencia más fiable sobre los efectos del tratamiento.
¿Qué se encontró?
Se encontraron cinco estudios con un total de 146 personas con IVC que compararon directamente los efectos del ejercicio físico con controles que no incluyeron un programa estructurado de ejercicio físico. Los estudios analizaron los posibles cambios en los signos y síntomas de la IVC; el flujo sanguíneo (medido por la fracción de eyección (la cantidad de sangre que bombea el corazón cada vez que late) y el índice de llenado venoso); la calidad de vida; la capacidad de ejercicio; la fuerza muscular; y la movilidad de las articulaciones del tobillo. No todos los estudios informaron sobre todos estos desenlaces, y los desenlaces se midieron de diferentes maneras. La mayoría de los resultados procedían de estudios individuales pequeños. Ninguno de los estudios informó sobre nuevos casos de úlceras venosas de la pierna o si fue necesario el tratamiento quirúrgico para aliviar los síntomas.
¿Qué confianza se tiene en la evidencia?
Aunque algunos estudios informaron mejorías en algunos desenlaces después de un período de ocho semanas y un período de seis meses en el grupo de ejercicio en comparación con el grupo control, no existe certeza acerca de si estas diferencias equivalen a diferencias reales debido a las dudas acerca de cómo se diseñaron los estudios y porque los resultados provenían de estudios pequeños y únicos.
¿Cuál es el grado de actualización de esta evidencia?
La evidencia está actualizada hasta el 28 de marzo de 2022.
Actualmente no hay evidencia suficiente para evaluar los efectos beneficiosos y perjudiciales del ejercicio físico en personas con enfermedad venosa crónica. Los estudios de investigación futuros sobre el efecto del ejercicio físico debe considerar los tipos de protocolos de ejercicios (intensidad, frecuencia y tiempo), el tamaño muestral, el cegamiento y la homogeneidad según la gravedad de la enfermedad.
La insuficiencia venosa crónica (IVC) es una afección relacionada con la enfermedad venosa crónica que puede evolucionar hacia la ulceración venosa de la pierna y deteriorar la calidad de vida de los afectados. Los tratamientos como el ejercicio físico pueden ser útiles para reducir los síntomas de la IVC. Esta es una actualización de una revisión Cochrane anterior.
Evaluar los efectos beneficiosos y perjudiciales de los programas de ejercicio físico para el tratamiento de individuos con IVC no ulcerada.
El documentalista del Grupo Cochrane Vascular (Cochrane Vascular) buscó en el registro especializado de este grupo, en las bases de datos CENTRAL, MEDLINE, Embase y CINAHL, en los registros de ensayos Plataforma de registros internacionales de ensayos clínicos de la Organización Mundial de la Salud y ClinicalTrials.gov hasta el 28 de marzo de 2022.
Se incluyeron los ensayos controlados aleatorizados (ECA) que compararon programas de ejercicios con ningún ejercicio en personas con IVC no ulcerada.
Se utilizaron los métodos estándar de Cochrane. Los desenlaces principales fueron la intensidad de los signos y síntomas de la enfermedad, la fracción de eyección, el tiempo de llenado venoso y la incidencia de úlcera venosa en la pierna. Los desenlaces secundarios fueron la calidad de vida, la capacidad de ejercicio, la fuerza muscular, la incidencia de intervenciones quirúrgicas y la movilidad de la articulación del tobillo. Se utilizó el método GRADE para evaluar la certeza de la evidencia de cada desenlace.
Se incluyeron cinco ECA con 146 participantes. Los estudios compararon un grupo de ejercicio físico con un grupo control que no realizó un programa de ejercicio estructurado. Los protocolos de ejercicio difirieron entre los estudios. Tres estudios se consideraron con riesgo general de sesgo incierto, un estudio con riesgo general de sesgo alto y un estudio con riesgo general de sesgo bajo. No fue posible combinar los datos en el metanálisis porque los estudios no informaron todos los desenlaces y se utilizaron diferentes métodos para medir e informar los desenlaces.
Dos estudios informaron sobre la intensidad de los signos y síntomas de la enfermedad por IVC mediante una escala validada. No hubo diferencias claras en los signos y síntomas entre los grupos desde el inicio hasta seis meses después del tratamiento (diferencia de medias [DM] de la puntuación de gravedad clínica venosa: -0,38; intervalo de confianza [IC] del 95%: -3,02 a 2,26; 28 participantes, un estudio; evidencia de certeza muy baja), y no se sabe con certeza si el ejercicio altera la intensidad de los signos y síntomas ocho semanas después del tratamiento (DM: -4,07; IC del 95%: -6,53 a -1,61; 21 participantes, un estudio; evidencia de certeza muy baja).
No hubo diferencias claras en la fracción de eyección entre los grupos desde el inicio hasta los seis meses de seguimiento (DM 4,88; IC del 95%: -1,82 a 11,58; 28 participantes, un estudio; evidencia de certeza muy baja).
Tres estudios informaron sobre el tiempo de llenado venoso. No se sabe con certeza si hay una mejoría en el tiempo de llenado venoso entre los grupos en los cambios desde el inicio hasta los seis meses (DM 10,70 segundos; IC del 95%: 8,86 a 12,54; 23 participantes, un estudio; evidencia de certeza muy baja) o desde el inicio hasta el cambio a las ocho semanas (DM 9,15 segundos; IC del 95%: 5,53 a 12,77 para el lado derecho; DM 7,25 segundos; IC del 95%: 5,23 a 9,27 para el lado izquierdo; 21 participantes, un estudio; evidencia de certeza muy baja). No hubo diferencias claras en el índice de llenado venoso en los cambios desde el inicio hasta los seis meses (DM 0,57 ml/min; IC del 95%: -0,96 a 2,10; 28 participantes, un estudio; evidencia de certeza muy baja).
Ningún estudio incluido informó sobre la incidencia de úlceras venosas de las piernas.
Un estudio informó sobre la calidad de vida relacionada con la salud y utilizó instrumentos validados (Venous Insufficiency Epidemiological and Economic Study [VEINES] y 36-item Short Form Health Survey [SF-36], puntuación del componente físico [PCS] y puntuación del componente mental [MCS]). No se sabe con certeza si el ejercicio modifica los cambios entre los grupos desde el inicio hasta los seis meses en la calidad de vida relacionada con la salud (VEINES-QOL: DM 4,60; IC del 95%: 0,78 a 8,42; SF-36 PCS: DM 5,40; IC del 95%: 0,63 a 10,17; SF-36 MCS: DM 0,40; IC del 95%: -3,85 a 4,65; 40 participantes, un estudio; evidencia de certeza muy baja). Otro estudio utilizó el Chronic Venous Disease Quality of Life Questionnaire (CIVIQ-20), y no se sabe con certeza si el ejercicio altera los cambios entre los grupos desde el inicio hasta las ocho semanas en la calidad de vida relacionada con la salud (DM 39,36; IC del 95%: 30,18 a 48,54; 21 participantes, un estudio; evidencia de certeza muy baja). Un estudio no informó de diferencias entre los grupos, pero no presentó datos.
No hubo diferencias claras entre los grupos en la capacidad de ejercicio medida como el tiempo en la cinta rodante (cambios entre el valor inicial y a los seis meses) (DM -0,53 minutos; IC del 95%: -5,25 a 4,19; 35 participantes, un estudio; evidencia de certeza muy baja). No se sabe con certeza si el ejercicio mejora la capacidad de ejercicio evaluada por la prueba de marcha de 6 minutos (DM 77,74 metros, IC del 95%: 58,93 a 96,55; 21 participantes, un estudio; evidencia de certeza muy baja).
La fuerza muscular se midió mediante dinamometría o mediante el recuento de las elevaciones del talón. No se sabe con certeza si el ejercicio aumenta el torque máximo/peso corporal (120 revoluciones por minuto) (cambios desde el valor inicial hasta los seis meses, DM 3,10 ft-lb; IC del 95%: 0,98 a 5,22; 29 participantes, un estudio; evidencia de certeza muy baja). No hubo diferencias claras entre los grupos en el cambio entre el inicio y las ocho semanas en la fuerza medida con un dinamómetro de mano (DM 12,24 lb; IC del 95%: -7,61 a 32,09 para el lado derecho; DM 11,25; IC del 95%: -14,10 a 36,60 para el lado izquierdo; 21 participantes, un estudio; evidencia de certeza muy baja). No se sabe con certeza si hay un aumento en la elevación del talón (n) (cambios entre el valor inicial y a los seis meses) entre los grupos (DM 7,70; IC del 95%: 0,94 a 14,46; 39 participantes, un estudio; evidencia de certeza muy baja).
No hubo diferencias claras entre los grupos en la movilidad del tobillo medida durante la dinamometría (cambio de DM entre el valor inicial y a los seis meses -1,40 grados; IC del 95%: -4,77 a 1,97; 29 participantes, un estudio; evidencia de certeza muy baja). No se sabe con certeza si el ejercicio aumenta la flexión plantar medida con un goniómetro (cambio del valor inicial a las ocho semanas, DM 12,13 grados; IC del 95%: 8,28 a 15,98 para la pierna derecha; DM 10,95 grados; IC del 95%: 7,93 a 13,97 para la pierna izquierda; 21 participantes, un estudio; evidencia de certeza muy baja). La certeza de la evidencia se disminuyó a muy baja debido al riesgo de sesgo y la imprecisión.
La traducción de las revisiones Cochrane ha sido realizada bajo la responsabilidad del Centro Cochrane Iberoamericano, gracias a la suscripción efectuada por el Ministerio de Sanidad del Gobierno de España. Si detecta algún problema con la traducción, por favor, contacte con comunica@cochrane.es.