Conclusión
No hubo evidencia de buena calidad de que la terapia psicológica fuera efectiva o perjudicial para el tratamiento de la migraña frecuente inmediatamente después del tratamiento o a más largo plazo.
Antecedentes
La migraña es una enfermedad frecuente del sistema nervioso, que se asocia con una menor calidad de vida y con discapacidad. Aunque los medicamentos pueden ayudar a controlar la migraña, no son útiles para todos los individuos y algunos pacientes presentan efectos secundarios negativos (eventos adversos). Se han evaluado numerosas terapias psicológicas para el tratamiento de la migraña en adultos. Las terapias psicológicas proporcionan habilidades relacionadas con la educación, la relajación o las estrategias de afrontamiento para ayudar a los pacientes a cambiar su conducta o sus pensamientos sobre la migraña, con el objetivo de reducir los síntomas relacionados con la misma.
Pregunta de la revisión
Se evaluaron las intervenciones psicológicas para pacientes adultos con migraña crónica o episódica con y sin aura (un signo de advertencia que precede y predice una migraña). Se compararon pacientes que recibieron terapia psicológica para la migraña con un grupo "control". Los grupos control incluyeron el uso de tratamiento habitual ("atención estándar"), esperar para recibir tratamiento o recibir otro tipo de intervención como la educación. Como resultado primario se extrajeron los datos sobre la frecuencia de la migraña (es decir, el número de días con migraña o el número de migrañas, en el mes posterior al tratamiento). También se extrajeron datos sobre el número de pacientes que respondieron al tratamiento (pacientes con una reducción del 50% en la frecuencia de la migraña), la intensidad de la migraña, la duración de la migraña (número de horas de migraña por día), el uso de medicación para la migraña, el estado de ánimo, la calidad de vida y la discapacidad relacionada con la migraña. Se registraron casos de efectos perjudiciales (eventos adversos) asociados con el tratamiento.
Características de los estudios
Se realizaron búsquedas en las bases de datos en julio de 2018 y se encontraron 21 estudios con 2482 participantes. La mayoría de los estudios investigaron una de tres intervenciones: una forma de terapia psicológica llamada terapia cognitivo-conductual (TCC), que enseña habilidades para cambiar pensamientos y conductas. Las habilidades incluyen estrategias de afrontamiento, o biorretroalimentación o relajación, que enseña a las personas a reducir su tensión ya sea concentrándose en ejercicios de relajación o a través de una máquina que da retroalimentación sobre la tensión muscular o la temperatura corporal. Las terapias psicológicas restantes se examinaron en estudios individuales e incluyeron la escritura sobre las emociones y la desensibilización del movimiento ocular, así como el reprocesamiento, que utiliza los movimientos oculares para ayudar a los pacientes a aceptar el dolor y otras experiencias negativas. Esta revisión estuvo interesada en determinar los resultados después del tratamiento y en el seguimiento más prolongado disponible.
Resultados clave
No se encontró evidencia de que las terapias psicológicas dieran lugar a una menor frecuencia de la migraña en las cuatro semanas posteriores al tratamiento. Sin embargo, en este análisis solo se pudieron incluir cuatro estudios que no fueron de alta calidad. Los cuatro estudios informaron la proporción de pacientes en los que la frecuencia de la migraña se redujo en el 50% o más y, en esos estudios, los pacientes que recibieron terapia psicológica tuvieron el doble de probabilidades de responder al tratamiento (es decir, una reducción del 50% en la frecuencia de la migraña) en comparación con el grupo control.
No hubo evidencia de que las terapias psicológicas afectaran la intensidad de la migraña, el uso de medicación para la migraña, el estado de ánimo o la calidad de vida. solo dos estudios evaluaron los eventos adversos, por lo que no fue posible establecer conclusiones.
Se encontraron muy pocos datos de seguimiento y no hubo evidencia para apoyar o refutar algún efecto a largo plazo de la terapia psicológica.
Calidad de la evidencia
La calidad de la evidencia se calificó en cuatro niveles: muy baja, baja, moderada o alta. La evidencia de alta calidad significa que existe mucha seguridad en cuanto a los resultados. La evidencia de muy baja calidad significa que es muy baja la certeza en cuanto a los resultados. La calidad de la evidencia se consideró muy baja.
Conclusión
No existe evidencia de que las terapias psicológicas afecten la frecuencia de la migraña. Un mayor número de pacientes que respondieron al tratamiento (es decir, los que informaron una reducción del 50%) recibieron terapia psicológica en lugar de control, pero esto se basó en evidencia de muy baja calidad y, por lo tanto, no hay certeza con respecto a este resultado. En cuanto a los eventos adversos, no fue posible establecer conclusiones porque no hubo evidencia suficiente. Hubo muy pocos datos a largo plazo disponibles y ninguna indicación de que las intervenciones psicológicas tuvieran efectos a largo plazo. En general, no hubo evidencia de alta calidad del efecto de la terapia psicológica sobre la migraña y, por lo tanto, no hay certeza con respecto a si hay alguna diferencia entre las terapias psicológicas y los controles. Es necesario patrocinar estudios de alta calidad y los estudios adicionales pueden cambiar las conclusiones de esta revisión.
Esta revisión identificó 21 estudios de intervenciones psicológicas para el tratamiento de la migraña. No se encontró evidencia de que las intervenciones psicológicas afectaran la frecuencia de la migraña, un resultado basado en cuatro estudios de tratamientos principalmente breves. Los pacientes que recibieron intervenciones psicológicas tuvieron el doble de probabilidades de ser clasificados como pacientes que respondieron al tratamiento a corto plazo, pero este resultado se basó en evidencia de calidad muy baja y no hubo evidencia de un efecto de la intervención psicológica en comparación con el control durante el seguimiento. No hubo evidencia de un efecto de las intervenciones psicológicas sobre el uso de fármacos, el estado de ánimo, la discapacidad relacionada con la migraña o la calidad de vida. No hubo evidencia de un efecto de las intervenciones psicológicas sobre la frecuencia de la migraña a corto o largo plazo. En cuanto a los eventos adversos, no fue posible establecer conclusiones porque no hubo evidencia suficiente. Toda la evidencia se consideró de calidad muy baja debido al riesgo de sesgo alto e incierto en el diseño y el informe de los estudios, el escaso número de participantes y el sesgo de realización y de detección. Por lo tanto, se concluye que no hay evidencia de alta calidad para determinar si las intervenciones psicológicas son efectivas en el tratamiento de la migraña en adultos y no hay certeza con respecto a si hay alguna diferencia entre las terapias psicológicas y los controles.
La migraña es un problema neurológico común asociado con la mayor carga entre las afecciones neurológicas en términos de años de vida con discapacidad. Los fármacos se pueden utilizar como profilaxis o como fármacos de rescate, pero son costosos y no siempre eficaces. Se han desarrollado una serie de intervenciones psicológicas para controlar la migraña.
El objetivo fue evaluar la eficacia y los eventos adversos de las terapias psicológicas para la prevención de la migraña en pacientes adultos.
Se realizaron búsquedas en CENTRAL, MEDLINE, Embase, PsycINFO y CINAHL desde su inicio hasta julio de 2018, y en los registros de ensayos del Reino Unido, EE.UU., Australia y Nueva Zelanda para obtener ensayos controlados aleatorios de cualquier intervención psicológica para adultos con migraña.
Se incluyeron los ensayos controlados aleatorios (ECA) de terapia psicológica para los pacientes con migraña crónica o episódica, con o sin aura. Las intervenciones se podían comparar con otro tratamiento activo (psicológico o médico), una atención placebo (p.ej. asesoramiento de apoyo) u otro placebo, atención habitual o control en lista de espera. Se excluyeron los estudios en los que menos de 15 participantes completaron cada brazo.
Se extrajeron las características de los estudios y los datos de los resultados después del tratamiento y en el seguimiento más largo disponible. Se analizaron las comparaciones de la intervención versus el control para el resultado primario frecuencia de la migraña. La frecuencia de la migraña se midió usando los días con migraña o el número de ataques de migraña medidos en las cuatro semanas después del tratamiento. Además, se analizaron los siguientes resultados secundarios: tasa de respuesta (la proporción de participantes con una reducción del 50% en la frecuencia de la migraña entre las cuatro semanas anteriores y las cuatro semanas posteriores al tratamiento); intensidad de la migraña; duración de la migraña; uso de fármacos para la migraña; estado de ánimo; calidad de vida; discapacidad relacionada con la migraña; y proporción de participantes que informaron eventos adversos durante el tratamiento. Estas variables se incluyeron en el seguimiento (que varió entre los estudios), cuando estuvieron disponibles. . Se utilizó el enfoque GRADE para evaluar la calidad de la evidencia.
Se encontraron 21 ECA con 2 482 participantes con migraña y se extrajeron datos metanalíticos de 14 de estos estudios. La mayoría de los estudios reclutaron a los participantes a través de anuncios, incluidos participantes con migraña según los criterios de la International Classification of Headache Disorders (ICHD) y participantes con y sin aura. La mayoría de los brazos de intervención fueron una forma de terapia conductual o cognitivo-conductual. La mayoría de los brazos de comparación fueron ningún tratamiento, atención habitual o lista de espera. Las intervenciones variaron de una sesión de 20 minutos a 14 horas de intervención. Ningún estudio tuvo un riesgo de sesgo inequívocamente bajo; todos tuvieron al menos un dominio con alto riesgo de sesgo y 20 tuvieron de dos a cinco dominios con alto riesgo. El informe de los procedimientos de asignación al azar y la ocultación de la asignación tuvieron un riesgo de sesgo alto o incierto. La calidad de la evidencia para los resultados se calificó como muy baja debido a las limitaciones graves de los estudios y a la imprecisión. El informe de los ensayos fue deficiente; no se encontraron registros previos que estipularan los resultados o que demostraran expectativas equivalentes entre los grupos. Pocos estudios informaron sobre los resultados de interés de esta revisión, la mayoría solo informó de resultados después del tratamiento y los datos de seguimiento fueron escasos.
Efectos postratamiento
No se encontró evidencia de un efecto de las intervenciones psicológicas para la frecuencia de la migraña en el número de migrañas o de días con migraña (diferencia de medias estandarizada [DME] -0,02; intervalo de confianza [IC] del 95%: -0,17 a 0,13; cuatro estudios, 681 participantes; evidencia de calidad muy baja).
La tasa de respuesta (proporción de participantes con una reducción en la frecuencia de la migraña de más del 50%) fue mayor en los pacientes que recibieron una intervención psicológica en comparación con el control: 101/186 participantes (54%) con terapia psicológica; 37/152 participantes (24%) con control (cociente de riesgos [CR] 2,21; IC del 95%: 1,63 a 2,98; cuatro estudios, 338 participantes; evidencia de calidad muy baja). No se encontraron efectos de las terapias psicológicas sobre la intensidad de la migraña (DME -0,13; IC del 95%: -0,28 a 0,02; cuatro estudios, 685 participantes). No hubo datos sobre la duración de la migraña (horas de migraña por día). No hubo efectos sobre el uso de fármacos para la migraña (DME -0,06; IC del 95%: -0,35 a 0,24; dos estudios, 483 participantes), el estado de ánimo (diferencia de medias [DM] 0,08; IC del 95%: -0,33 a 0,49; cuatro estudios, 432 participantes), la calidad de vida (DME -0,02; IC del 95%: -0,30 a 0,26; cuatro estudios, 565 participantes) o la discapacidad relacionada con la migraña (DME -0,67; IC del 95%: -1,34 a 0,00; seis estudios, 952 participantes). La proporción de participantes que informaron eventos adversos no difirió entre los que recibieron terapia psicológica (9/107; 8%) y control (30/101; 30%) (CR 0,16; IC del 95%: 0,00 a 7,85; dos estudios, 208 participantes). solo dos estudios informaron los eventos adversos, por lo que no fue posible establecer conclusiones.
La calidad de la evidencia de todos los estudios se consideró muy baja.
Seguimiento
Solo cuatro estudios informaron sobre los datos de seguimiento. Los seguimientos variaron desde cuatro meses después de la intervención hasta 11 meses después de la intervención. No hubo evidencia de un efecto sobre los resultados durante el seguimiento (evidencia de calidad muy baja).
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