¿Cuál era el objetivo de esta revisión?
La diarrea infecciosa aguda es una enfermedad mundial importante que afecta particularmente a las personas de los países de ingresos bajos y medios. Se deseaba saber si tomar probióticos es útil para acortar el tiempo de resolución de los síntomas. Se buscaron los estudios que analizaron el uso de probióticos en personas con diarrea aguda. Se buscaron los estudios en los que los tratamientos que las personas recibieron se decidieron de forma aleatoria, que suelen proporcionar evidencia fiable.
Mensajes clave
Los probióticos pueden no afectar la duración de la diarrea aguda. No se sabe si pueden acortar el tiempo de recuperación de la diarrea. Se necesita evidencia fiable de estudios adicionales para determinar si los probióticos ayudan a tratar la diarrea infecciosa aguda.
¿Qué se estudió en la revisión?
"Diarrea" es el nombre que se da a las evacuaciones intestinales frecuentes o a las deposiciones de heces inusualmente blandas o acuosas. Las infecciones del intestino por bacterias, virus o parásitos causan diarrea aguda y se propagan con mayor frecuencia a través del agua contaminada con heces. La diarrea aguda suele mejorar en pocos días. Sin embargo, en la diarrea aguda grave, el agua, las sales y los nutrientes que se pueden perder del cuerpo son significativos, lo que causa deshidratación e incluso la muerte. Los tratamientos para la diarrea aguda tienen como objetivo prevenir o revertir la deshidratación, acelerar el tiempo de recuperación y acortar el tiempo en el que una persona puede transmitir la infección a otros.
Los probióticos son bacterias y levaduras vivas que se cree que restauran el equilibrio natural de las bacterias en el intestino cuando éste se ha visto alterado por una enfermedad o un tratamiento. Los probióticos se suelen describir como bacterias "buenas" o "amigables"; pueden estar presentes en los yogures o tomarse como suplementos alimenticios. En la diarrea infecciosa aguda los probióticos pueden actuar contra los microbios nocivos que causan la diarrea, ayudar al intestino a combatirlos o reducir la inflamación y los daños en el intestino.
¿Cuáles son los principales resultados de la revisión?
Se encontraron 82 estudios en 12 127 personas (en su mayoría niños) con diarrea aguda. Solo 26 estudios se realizaron en países con un alto número de muertes (de cualquier causa) entre adultos y niños.
Estos estudios compararon los efectos de diferentes tipos de probióticos con ningún tratamiento adicional o con un tratamiento placebo (simulado). El interés se centró en determinar:
- cuántas personas presentaron diarrea durante más de 48 horas; y
- cuánto tiempo, como promedio, duraron los síntomas de la diarrea.
Hubo muchas diferencias en la forma en la que estos estudios se diseñaron y realizaron. En los estudios se utilizaron diferentes definiciones de "diarrea aguda" y "finalización de los síntomas de la diarrea", y se probaron muchos probióticos diferentes. Por lo tanto, no fue posible incluir los resultados de todos los estudios en el análisis.
No se detectó una diferencia entre la administración de un probiótico y la administración de un placebo o ningún tratamiento adicional en el número de niños que presentaron diarrea por más de 48 horas (dos estudios en países de ingresos altos; 1770 niños). No se sabe con certeza si la administración de probióticos afecta al tiempo de duración de los síntomas de la diarrea (seis estudios; 3058 personas). Estos hallazgos no se vieron afectados por la edad, la situación nutricional y socioeconómica, la región o la infección por rotavirus de los participantes, ni por el hecho de que estuvieran tomando medicamentos antibióticos o suplementos de zinc.
Es posible que la administración de probióticos no haya afectado:
- cuántas personas presentaron diarrea por más de 14 días (nueve estudios; 2928 personas); o
- cuántas personas ingresaron en el hospital con diarrea (seis estudios; 2283 personas).
No estuvo claro si la administración de probióticos acortó el tiempo de hospitalización, en comparación con la administración de un placebo o ningún tratamiento adicional (24 estudios; 4056 personas). Pocos estudios informaron sobre los efectos no deseados de los probióticos; no se informaron efectos no deseados graves entre las personas que recibieron probióticos.
¿Qué fiabilidad tienen los resultados?
En anteriores ediciones publicadas de esta revisión se establecieron conclusiones a partir de los numerosos estudios pequeños realizados en este campo y se indicó que hubo un efecto.
Este nuevo análisis muestra que en este tema existe sesgo de publicación; estudios pequeños que demostraron un efecto positivo tuvieron mayores probabilidades de ser publicados, lo que sesga los resultados. Este nuevo análisis toma en cuenta este aspecto.
¿Cuál es el grado de actualización de esta revisión?
Se incluyó la evidencia publicada hasta el 17 de diciembre de 2019.
Es probable que los probióticos no influyan en el número de personas que presentan diarrea que dura 48 horas o más, y no se sabe con certeza si los probióticos reducen la duración de la diarrea. Este análisis se basa en ensayos grandes con bajo riesgo de sesgo.
Los probióticos pueden ser efectivos para reducir la duración de la diarrea infecciosa aguda.
Evaluar los efectos de los probióticos en la diarrea infecciosa aguda comprobada o presunta.
Se realizaron búsquedas en el registro de ensayos del Grupo Cochrane de Enfermedades infecciosas (Cochrane Infectious Diseases Group), MEDLINE y Embase desde su inicio hasta el 17 de diciembre de 2019, así como en el Registro Cochrane de ensayos controlados (Cochrane Controlled Trials Register) (Número 12, 2019), en la Cochrane Library y en las listas de referencias de estudios y revisiones. Se incluyeron los estudios adicionales identificados durante la revisión externa.
Ensayos controlados aleatorizados que compararon un agente probiótico específico con un placebo o ningún probiótico en personas con diarrea aguda cuya causa se haya comprobado o se presuma que sea un agente infeccioso.
Dos autores de la revisión, de forma independiente, aplicaron los criterios de inclusión, evaluaron el riesgo de sesgo y extrajeron los datos. Los desenlaces principales fueron medidas de la duración de la diarrea (diarrea que dura ≥ 48 horas; duración de la diarrea). Los desenlaces secundarios fueron el número de personas hospitalizadas en estudios comunitarios, la duración de la hospitalización en estudios en pacientes hospitalizados, la diarrea que dura ≥ 14 días y los eventos adversos.
Se incluyeron 82 estudios con un total de 12 127 participantes. Estos estudios incluyeron 11 526 niños (edad < 18 años) y 412 adultos (tres estudios reclutaron 189 adultos y niños, pero no especificaron los números en cada grupo etario). No se incluyeron ensayos aleatorizados por conglomerados. Los estudios variaron en las definiciones utilizadas para "diarrea aguda" y "finalización de la enfermedad diarreica", así como en los probióticos probados. Se realizaron 53 ensayos en países en los que la mortalidad infantil y adulta era baja o muy baja, y 26 en los que la mortalidad infantil o adulta era alta.
El riesgo de sesgo fue alto o incierto en muchos estudios, y hubo una heterogeneidad estadística marcada cuando los hallazgos de los desenlaces principales se agruparon en un metanálisis. El tamaño del efecto fue similar en el análisis de sensibilidad y persistió una heterogeneidad marcada. El sesgo de publicación se demostró a partir de gráficos en embudo para los desenlaces principales.
En el análisis principal de los desenlaces principales en los estudios con bajo riesgo en todos los índices de riesgo de sesgo, no se detectó una diferencia entre los grupos de probióticos y los grupos control en el riesgo de diarrea que dura ≥ 48 horas (razón de riesgos [RR] 1,00; intervalo de confianza [IC] del 95%: 0,.91 a 1,09; dos ensayos, 1770 participantes; evidencia de certeza moderada); o en la duración de la diarrea (diferencia de medias [DM] 8,64 horas más corta; IC del 95%: 29,4 horas más corta a 12,1 horas más larga; seis ensayos, 3058 participantes; evidencia de certeza muy baja).
El tamaño del efecto fue similar y persistió una marcada heterogeneidad en los análisis de subgrupos predeterminados de los desenlaces principales que incluyeron todos los estudios. Entre ellos se incluyeron los análisis limitados a los probióticos Lactobacillus rhamnosus GG y Saccharomyces boulardii. En seis ensayos (433 participantes) de Lactobacillus reuteri, hubo consistencia entre los hallazgos (I² = 0%), pero el riesgo de sesgo estuvo presente en todos los estudios incluidos. La heterogeneidad tampoco se explicó por los tipos de participantes (edad, situación nutricional/socioeconómica captada por el estrato de mortalidad, región del mundo en la que se realizaron los estudios), la diarrea en niños causada por el rotavirus, la exposición a antibióticos ni los pocos estudios de niños que también se trataron con zinc. Además, no hubo diferencias claras en el tamaño del efecto en los desenlaces principales en los análisis post hoc según la década de publicación de los estudios, ni si se habían registrado los ensayos o no.
Para otros desenlaces, la duración de la hospitalización en los estudios de pacientes hospitalizados fue como promedio más corta en los grupos de probióticos que en los grupos control, pero hubo una heterogeneidad marcada entre los estudios (I² = 96%; DM -18,03 horas; IC del 95%: -27,28 a -8,78, modelo de efectos aleatorios: 24 ensayos, 4056 participantes). No se detectaron diferencias entre los grupos de probióticos y los grupos control en el número de personas con diarrea que dura ≥ 14 días (RR 0,49; IC del 95%: 0,16 a 1,53; nueve estudios, 2928 participantes), ni en el riesgo de hospitalización en los estudios comunitarios (RR 1,26; IC del 95%: 0,84 a 1,89; seis estudios, 2283 participantes).
No se atribuyeron eventos adversos graves a los probióticos.
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