Mensajes clave
· Se analizaron en primer lugar dos tipos principales de meditación, las intervenciones basadas en la conciencia plena (IBCP) y la meditación trascendental (MT), en comparación con recibir otra cosa o nada (denominados grupos de comparación activo e inactivo, respectivamente). Se encontraron resultados poco coherentes para muchos de los desenlaces de interés.
· En comparación con los comparadores inactivos, las IBCP probablemente reducen el estrés, y también podrían reducir la ansiedad y la depresión, así como la presión arterial. La MT podría reducir la presión arterial en comparación con comparadores activos o inactivos, pero pocos estudios informaron sobre los desenlaces psicológicos. Los resultados serán más definitivos cuando se añadan más estudios bien realizados.
¿Qué son las enfermedades cardiovasculares?
Las enfermedades cardiovasculares (EC) incluyen distintas enfermedades del corazón y los vasos sanguíneos, algunas de las cuales están causadas por problemas como el colesterol alto, la inactividad física, el estrés, la mala alimentación, el sobrepeso, el tabaquismo o el consumo de alcohol. En conjunto, las EC son la principal causa de muerte en el mundo.
¿Cómo puede ayudar la meditación?
La meditación podría ayudar a reducir los niveles de estrés de las personas, lo que podría beneficiarlas directamente (por ejemplo, reduciendo la tensión arterial), e indirectamente, ayudándolas a evitar formas poco saludables de afrontar el estrés (por ejemplo, fumar, beber alcohol o elegir mal los alimentos).
¿Qué tipos de meditación se examinaron?
En este estudio se han analizado dos tipos principales de meditación:
- intervenciones basadas en la conciencia plena («mindfulness») (IBCP);
- meditación trascendental (MT).
¿Qué se quiso averiguar?
Se quiso averiguar si la meditación ayudaba a:
· reducir el riesgo de eventos clínicos de EC, como muerte, infarto, ictus o dolor torácico;
· reducir la presión arterial;
· mejorar el estrés, la depresión, la ansiedad y el bienestar;
· mejorar los parámetros sanguíneos como los niveles de colesterol y glucosa en sangre;
· reducir el peso;
· reducir el consumo de tabaco;
· mejorar la calidad de vida y las estrategias de afrontamiento de las personas.
¿Qué se hizo?
Se buscaron estudios que analizaron la meditación comparada con ninguna intervención (comparadores inactivos) u otra intervención no farmacológica (comparadores activos), en personas con alto riesgo de desarrollar EC y personas que ya tenían EC diagnosticadas. Se evaluaron los desenlaces de la totalidad de los participantes y por separado de estos dos grupos.
Los resultados de estos estudios se compararon y resumieron, y la confianza en la evidencia se calificó según factores como la metodología y el tamaño de los estudios.
¿Qué se encontró?
Se encontraron 81 estudios en los que participaron 6971 personas con alto riesgo de EC o que ya la padecían. Los estudios duraron entre 12 semanas y cinco años.
Solo un estudio de IBCP y un estudio de MT informaron sobre eventos clínicos de EC, y se determinó que cualquiera de los dos tipos de meditación podría tener un efecto escaso o nulo, pero los resultados no están muy claros.
Seis estudios (388 personas) que compararon las IBCP con comparadores activos indican que podrían tener un efecto escaso o nulo sobre la presión arterial, pero los resultados no están claros. Los resultados de ocho estudios (774 personas) determinaron que la MT probablemente reduce la presión arterial sistólica en comparación con los comparadores activos, pero la evidencia para la presión arterial diastólica fue menos segura.
Cuando se compararon con comparadores inactivos, las personas que practicaron conciencia plena (nueve estudios, 379 personas) podrían presentar reducciones de la presión arterial, pero los resultados no fueron consistentes. Al comparar la MT con comparadores inactivos (dos estudios, 154 personas) se observó que la MT podría reducir la presión arterial.
Se observó que probablemente había poca o ninguna diferencia en la ansiedad, la depresión o el bienestar entre las IBCP y los comparadores activos. Seis estudios (357 personas) informaron que probablemente el estrés mejoró más en las personas que practicaban conciencia plena. Cinco estudios (421 personas) informaron un efecto escaso o nulo sobre la depresión entre las personas que practicaban MT en comparación con otra intervención. No está muy claro el efecto de la MT sobre la ansiedad ni el estrés.
Cuando se compararon con comparadores inactivos, las personas que practicaron conciencia plena podrían presentar reducciones de la ansiedad (nueve estudios, 533 personas), la depresión (15 estudios, 912 personas) y el estrés (11 estudios, 708 personas), pero los resultados no fueron consistentes. Dos ensayos (198 personas) informaron acerca de un probable aumento del bienestar entre las personas que practicaban conciencia plena, en comparación con ninguna intervención. No se encontraron diferencias en los resultados de la presión arterial, la ansiedad, la depresión ni el estrés, en los casos en los que se disponía de suficientes estudios para comparar a las personas con riesgo de EC con aquellas con EC confirmada.
Un pequeño estudio informó de dos efectos no deseados/adversos de la IBCP en comparación con comparadores inactivos. Uno de los participantes sufrió vértigo transitorio al girar la cabeza durante un movimiento consciente y en otro la IBCP provocó el resurgimiento de recuerdos traumáticos reprimidos y depresión. Este participante recibió asesoramiento y continuó con la IBCP, que le resultó beneficiosa.
¿Cuáles son las limitaciones de la evidencia?
Aunque se intentaron agrupar los estudios por el tipo de intervención de meditación y por grupos de comparación, de modo que fueran más similares para los análisis, siguió habiendo mucha inconsistencia en los hallazgos que sigue sin explicarse.
La mayoría de los estudios fueron de tamaño pequeño y no se sabe con certeza si se llevaron a cabo correctamente, debido principalmente a la escasa calidad de los informes.
La fecha límite de búsqueda de noviembre de 2021 es una limitación de la revisión. No obstante, en mayo de 2023 se volvió a examinar la situación de los 74 estudios en curso y se facilitan detalles al respecto. Se encontraron nueve estudios que se completaron en este tiempo y se evaluarán formalmente en una actualización de esta revisión.
¿Cuál es el grado de actualización de esta evidencia?
La evidencia está actualizada hasta noviembre de 2021.
A pesar del gran número de estudios incluidos en la revisión, la heterogeneidad fue sustancial para muchos de los desenlaces, lo que redujo la certeza de los hallazgos. Se intentó abordar esta cuestión presentando cuatro comparaciones principales de IBCP o MT versus comparadores activos o inactivos, y mediante análisis de subgrupos según la prevención primaria o secundaria, cuando hubo suficientes estudios. La mayoría de los estudios fueron pequeños y existía un riesgo de sesgo incierto en la mayoría de los dominios. En general, se encontró muy poca información sobre los efectos de la meditación sobre las variables principales de evaluación clínica de EC, e información limitada sobre la presión arterial y los desenlaces psicológicos, en las personas con riesgo de EC o con EC confirmada.
Se trata de un campo de investigación muy activo, como demuestra el gran número de estudios en curso, algunos de los cuales ya se han completado al momento de redactar esta revisión. El estado de todos los estudios en curso se evaluará formalmente y se incorporará en posteriores actualizaciones.
Las intervenciones que incorporan la meditación para tratar el estrés, la ansiedad y la depresión, y mejorar el autocuidado, se están popularizando para muchas enfermedades. El estrés es un factor de riesgo de enfermedad cardiovascular (EC) y se agrupa con otros factores de riesgo conductuales modificables, como el tabaquismo. Por ello, la meditación puede ser una estrategia útil de prevención de EC.
Determinar la efectividad de la meditación, principalmente las intervenciones basadas en la conciencia plena (IBCP) y la meditación trascendental (MT), para la prevención primaria y secundaria de EC.
El 14 de noviembre de 2021 se realizaron búsquedas en CENTRAL, MEDLINE, Embase, otras tres bases de datos y dos registros de ensayos, junto con la verificación de referencias, la búsqueda de citas y el contacto con autores de estudios para identificar estudios adicionales.
Se incluyeron los ensayos controlados aleatorizados (ECA) con una duración de 12 semanas o más en adultos con alto riesgo de EC y en aquellos con EC confirmada. Se exploraron cuatro comparaciones: IBCP versus comparadores activos (intervenciones alternativas); IBCP versus comparadores no activos (ninguna intervención, lista de espera, atención habitual); MT versus comparadores activos; MT versus comparadores no activos.
Se utilizaron los métodos estándar de Cochrane. Los desenlaces principales de la revisión fueron los eventos clínicos de EC (p. ej., mortalidad cardiovascular), la presión arterial, las medidas de angustia y bienestar psicológicos, y los eventos adversos. Los desenlaces secundarios incluyeron otros factores de riesgo de EC (p. ej., niveles de lípidos en sangre), calidad de vida y estrategias de afrontamiento. Para evaluar la certeza de la evidencia se utilizó el sistema GRADE.
Se incluyeron 81 ECA (6971 participantes) y la mayoría de los estudios se consideró con riesgo de sesgo incierto.
IBCP versus comparadores activos (29 ECA, 2883 participantes)
Se informó sobre la presión arterial sistólica (PAS) y diastólica (PAD) en seis ensayos (388 participantes) en los que la heterogeneidad fue considerable (PAS: DM -6,08 mmHg; IC del 95%: -12,79 a 0,63, I 2 = 88%; PAD: DM -5,18 mmHg; IC del 95%: -10,65 a 0,29; I 2 = 91%; ambos desenlaces basados en evidencia de certeza baja). Las IBCP tuvieron poco o ningún efecto sobre la ansiedad (DME -0,06 unidades; IC del 95%: -0,25 a 0,13; I 2 = 0%; nueve ensayos, 438 participantes; evidencia de certeza moderada) o la depresión (DME 0,08 unidades; IC del 95%: -0,08 a 0,24; I 2 = 0%; 11 ensayos, 595 participantes; evidencia de certeza moderada). El estrés percibido se redujo con las IBCP (DME -0,24 unidades; IC del 95%: -0,45 a -0,03; I 2 = 0%; p = 0,03; seis ensayos, 357 participantes; evidencia de certeza moderada). Hubo poco o ningún efecto sobre el bienestar (DME -0,18 unidades; IC del 95%: -0,67 a 0,32; un ensayo, 63 participantes; evidencia de certeza baja). Se encontró poco o ningún efecto sobre el abandono del hábito de fumar (RR 1,45; IC del 95%: 0,78 a 2,68; I 2 = 79%; seis ensayos, 1087 participantes; evidencia de certeza baja). Ninguno de los ensayos informó de eventos clínicos de EC ni eventos adversos.
IBCP versus comparadores no activos (38 ECA, 2905 participantes)
Se informó de eventos clínicos en un ensayo (110 participantes), lo que proporcionó evidencia de certeza muy baja (RR 0,94; IC del 95%: 0,37 a 2,42). La PAS y la PAD se redujeron en nueve ensayos (379 participantes), pero la heterogeneidad fue considerable (PAS: DM -6,62 mmHg; IC del 95%: -13,15 a -0,1, I 2 = 87%; PAD: DM -3,35 mmHg; IC del 95%: -5,86 a -0,85; I 2 = 61%; ambos desenlaces basados en evidencia de certeza baja). Hubo evidencia de certeza baja de reducciones de la ansiedad (DME -0,78 unidades; IC del 95%: -1,09 a -0,41; I 2 = 61%; nueve ensayos, 533 participantes; evidencia de certeza baja), la depresión (DME -0,66 unidades; IC del 95%: -0,91 a -0,41; I 2 = 67%; 15 ensayos, 912 participantes; evidencia de certeza baja) y el estrés percibido (DME -0,59 unidades; IC del 95%: -0,89 a -0,29; I 2 = 70%; 11 ensayos, 708 participantes; evidencia de certeza baja), pero la heterogeneidad fue considerable. El bienestar aumentó (DME 0,5 unidades; IC del 95%: 0,09 a 0,91; I 2 = 47%; dos ensayos, 198 participantes; evidencia de certeza moderada). Hubo poco o ningún efecto sobre el abandono del hábito de fumar (RR 1,36; IC del 95%: 0,86 a 2,13; I 2 = 0%; dos ensayos, 453 participantes; evidencia de certeza baja). Un estudio pequeño (18 participantes) informó de dos eventos adversos en el grupo de IBCP, que no fueron considerados graves por los investigadores del estudio (RR 5,0; IC del 95%: 0,27 a 91,52; evidencia de certeza baja).
No se observaron efectos de subgrupo en la PAS, la PAD, la ansiedad, la depresión ni el estrés percibido por la prevención primaria ni secundaria.
MT versus comparadores activos (ocho ECA, 830 participantes)
En un ensayo (201 participantes) se informó de eventos clínicos basados en evidencia de certeza baja (RR 0,91; IC del 95%: 0,56 a 1,49). Se redujo la PAS (DM -2,33 mmHg; IC del 95%: -3,99 a -0,68; I 2 = 2%; ocho ensayos, 774 participantes; evidencia de certeza moderada), con un efecto incierto sobre la PAD (DM -1,15 mmHg; IC del 95%: -2,85 a 0,55; I 2 = 53%; evidencia de certeza baja). Hubo poco o ningún efecto sobre la ansiedad (DME 0,06 unidades; IC del 95%: -0,22 a 0,33; I 2 = 0%; tres ensayos, 200 participantes; evidencia de certeza baja), la depresión (DME -0,12 unidades; IC del 95%: -0,31 a 0,07; I 2 = 0%; cinco ensayos, 421 participantes; evidencia de certeza moderada) o el estrés percibido (DME 0,04 unidades; IC del 95%: -0,49 a 0,57; I 2 = 70%; tres ensayos, 194 participantes; evidencia de certeza muy baja). Ninguno de los ensayos informó sobre los efectos adversos ni las tasas de tabaquismo.
No se observaron efectos de subgrupo para la PAS o la PAD por la prevención primaria ni secundaria.
MT versus comparadores no activos (dos ECA, 186 participantes)
Dos ensayos (139 participantes) informaron sobre la presión arterial, donde se observaron reducciones en la PAS (DM -6,34 mmHg; IC del 95%: -9,86 a -2,81; I 2 = 0%; evidencia de certeza baja) y la PAD (DM -5,13 mmHg; IC del 95%: -9,07 a -1,19; I 2 = 18%; evidencia de certeza muy baja). Un ensayo (112 participantes) informó sobre la ansiedad y la depresión, y encontró reducciones en ambas (ansiedad DME -0,71 unidades; IC del 95%: -1,09 a -0,32; depresión DME -0,48 unidades; IC del 95%: -0,86 a -0,11; evidencia de certeza baja). Ninguno de los ensayos informó sobre los eventos clínicos de EC, los eventos adversos ni las tasas de tabaquismo.
La traducción de las revisiones Cochrane ha sido realizada bajo la responsabilidad del Centro Cochrane Iberoamericano, gracias a la suscripción efectuada por el Ministerio de Sanidad del Gobierno de España. Si detecta algún problema con la traducción, por favor, contacte con comunica@cochrane.es.